VICENT MOLINS. HOY ...Descubrimos que este nuevo Valencia es imposible de descifrar para los medios que no le hacen un seguimiento diario. Qué chungo identificar quién es quién...
VALENCIA.
Ante el Valencia nuevo, resultado de una complicada catarsis que ni la gestación de un elefante perseguido por el tiro de gracia de un rey, hay que recapitular varias veces para no perdernos; adoptar la actitud de aprendiz, porque este Valencia -al que no lo conoce ni la madre que lo parió- y yo estamos empezando a salir juntos. Nos descubrimos cada día.
Uno: Descubrimos que este nuevo Valencia es imposible de descifrar para los medios que no le hacen un seguimiento diario. Qué chungo identificar quién es quién. Por eso en algunas televisiones no sólo confunden a Serreta con Españeta sino a Lay Hoon con la hija de Peter Lim. ¿Es la presidenta?, ¿es la hija del propietario?, ¿es Kim Koh hermano de Kim Lim? Jaja, es que como son todos chinos. Qué risa, eh. Pues no. Trabajen un poco más, infórmense, sepan quién es cada cual en el tercer club de España.
Dos. Descubrimos que el Valencia está en ese punto mágico de competitividad, amagando con ser algo sólido, que el grupal maquilla a lo individual. Barragán no tiene el nivel hacia el que viaja el equipo, pero en ocasiones parece tenerlo. De eso se trata el buen trabajo: que jugadores peores parezcan un poco mejores. Sucede con la primera unida. Logro desbloqueándose. Entre quienes juegan poco sucede lo contrario: todavía parecen peores de lo que presuntamente sean.
Tres. Descubrimos que la corporación Lim ha deslizado sobre la ciutat una campaña de comunicación tan brillante que aunque existieran dudas puntuales es bien complicado enmendar la totalidad de su presencia. Gestos como el de plantarse en la habitación del hospital a visitar a Serreta -y difundirlo-, como el dejarse contagiar por el 'pueblo', indican la conciencia que tenían de darle un perfil natural y cercano a sus primeros meses. La decisión de Peter Lim de no decir ni mú, dejar que los parlamentos corporativos recaigan en Hoon y las cuestiones más rutinarias, donde está el riesgo, en Salvo, ha contribuido a que que no sólo no tenga desgaste, sino que su figura haya ganado arrobas de credibilidad. A veces, aunque a los periodistas les repatee, el silencio es constructivo.
Cuatro. Descubrimos que Nuno gestiona públicamente muy bien las victorias, las convierte en inclusivas, tiene esa extraña capacidad para hacerte participe de un triunfo y que salgas del partido diciéndole a tu familia: "hoy he bordado el partido".
Cinco. Descubrimos que Nuno gestiona públicamente mal los tropezones, y le puede el recelo, y defiende posiciones fuera de la lógica. Que fuerza la defensa de los suyos para protegerse de unos ataques que ni tan siquiera llegaron.
Seis. Descubrimos que el Valencia tiene un entrenador capaz de presentar alternativas de juego. Ha dado con la columna vertebral y ésa es innegociable, pero es tan dúctil como para plantear modelos distintos ante rivales distintos. Si se equivoca en su propuesta no tiene miramiento en rectificarla. En el 'mientras tanto' del juego no hay rodeos para maquillar errores propios.
Siete. Descubrimos, reconfirmamos, que el Valencia es uno de los mejores productores de laterales zurdos en este lado del mundo. Gayà ha pasado de ser un chico en el lineal del supermercado a estar en el espacio gourmet de El Corte Inglés. No es que sobrara Bernat (hit de la Bundesliga), es que Gayà y Bernat hubieran sido la pareja de hecho del Mediterráneo.
Ocho. Descubrimos que el Valencia ha fichado bien esencialmente porque sus jugadores más caros han servido para mejorar -y bastante- la capacidad del equipo. El único asterisco es Rodrigo, de quien seguimos esperándolo casi todo. Mientras, las apuestas más arriesgadas, quienes no habían tenido el rodaje necesario y venían como subalternos, se han encasillado en sus propios roles y apenas aportaron nada. La importancia de equivocarse en quienes menos te costaron porque será más sencillo poner remedio.
Nueve. Descubrimos que Negredo y Alcácer pueden jugar juntos y nuestro mundo no implosiona por ello. La normalidad de una alianza horneándose.
Diez. Descubrimos, digo descubrieron, que Mestalla no es un estadio colmado de bárbaros sedientos de autodestrucción, sino tan sólo un lugar que apremia... pero después premia, identificado con un proyecto cuando tiene motivos, completamente entregado cuando no se convierte a sus aficionados en cabezas de turco con los que tapar miserias propias. "El peor escenario imaginable para un grande del fútbol mundial no es Mestalla, pero se le parece mucho. El campo del Valencia es la sede de un equipo en ebullición,alentado por 100 millones en fichajes y abrigado por una hinchada caliente de por sí que, en las últimas semanas, ha recuperado el entusiasmo entonando a pleno pulmón el viejo lema de Obama: "¡Sí-se-puede!". Al calor de estas irradiaciones se cocinó el Madrid de los récords", dejó escrito para el lunes el cronista de El País Diego Torres. Mestalla, descubrieron, ya es bueno.
Sigamos descubriendo.
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