Tiene las ideas muy claras y le gusta escuchar, aunque asegura que a veces prefiere no escuchar nada. Así es el ´Flaco´, el hombre elegido para volver a enganchar a la afición que coreó su nombre tras la final de la Champions de Milán de 2001. Es un momento que tiene grabado, ahora se estrena en una nueva faceta para la que se ha preparado desde 1999.
Cuando se hizo la fotografía con el título de liga junto a sus dos hijos el 23 de mayo de 2004, ¿pensó que volvería al Valencia como entrenador?
—En ese momento no, pero sí algunas veces; cuando iba al banquillo o salía un rato antes a ver el campo me sentaba en el banquillo del entrenador, siempre miraba desde ahí como una aspiración, como un deseo.
—¿Cuál es el recuerdo que tiene en la cabeza su época como futbolista blanquinegro?
—Los primeros días, porque uno viene con una lente grande, tratando de observar todo en todos los sentidos, poniendo toda su ilusión y su deseo para que le vaya bien€ Recuerdo el primer entrenamiento completo, hasta las caras, después se fue transformando en algo habitual, pero bueno, te lo podría decir todo. Y también hay otra cosa que recuerdo con mucho cariño, como fue la llegada del equipo a Valencia después de la final de la Champions de Milan, en el aeropuerto, fue la primera vez que la afición cantó mi nombre, nunca lo había hecho. Al llegar todo el mundo cantaba mi nombre y fue algo maravilloso.
—Sorprende que los momentos que más recuerda no son precisamente vivencias unidas al éxito.
—Cada uno es como es, a veces mira cosas o siente cosas. Va más con lo que uno siente en el cuerpo, pero en realidad tanto los triunfos como las derrotas siempre son parte del paquete, y cuando lo miramos pasados los días o el tiempo, no tiene el significado que creíamos que tenía. Hay algo en el deporte que va más allá de ganar o perder, por suerte es así, lo que pasa es que nos damos cuenta tarde.
—Aseguró en una entrevista en El Gráfico, que nada más colgar las botas ya recibió su primera oferta para ser primer técnico, ¿de dónde era?
—De Argentina, apenas me retiré, es verdad. Tuve la posibilidad, pero estaba cursando el Nivel-3 de entrenador y fue muy tentador, porque era de Vélez Sarsfield, un equipo que estimo mucho, para mí es el mejor club de Argentina. Soy hincha de ellos, pero pensé en ese momento que lo mejor era continuar ese proceso y hasta el día de hoy han pasado siete años.
—¿Ya pensaba en los últimos meses como futbolista profesional como técnico? ¿Cuándo tomó esa decisión?
—La ilusión por ser entrenador viene de antes, porque empecé a estudiar en 1999, a los dos años de llegar aquí, entonces en mi cabeza ya pensaba que podía llegar a tener ilusión por hacerlo o encontrar en el futuro una profesión que me podía gustar. Nunca lo supe certeramente, pero ahora puedo decir que es algo que me encanta hacer.
—¿Siendo jugador ya le daba su opinión a los entrenadores que ha tenido?
—Cuando me preguntaban o lo creía oportuno sí que hablaba con ellos. Eso viene un poco anteriormente, cuando éramos niños, en esos procesos de enseñanza te dicen lo que hay y lo haces, pero con el paso del tiempo, eso fue cambiando un poco. También los entrenadores van cambiando su estilo de comunicación, son más abiertos, más de recibir y dar feedback permanentemente, y yo por lo menos lo agradecí muchísimo. Primero, porque cuando uno pregunta al tener una duda y se lo aclaran, aprende doblemente.
—¿Va a ser usted así también en el banquillo?
—Seguro, el aprendizaje evoluciona constantemente. Por suerte, yo no soy el de la semana pasada, las personas vamos cambiando de ideas permanentemente. El tema es sacarse y dejarse las costumbres y los hábitos que traemos, nuestros juicios que hacemos permanentemente para tratar de poner los argumentos sobre la mesa sin ningún filtro.
—Ha tenido experiencias en Argentina, España, Inglaterra e Italia, ¿qué fútbol le ha impactado más de cara a su rol de entrenador?
—La verdad que de todos, para mí no son ni mejores ni peores, son diferentes. Cuando uno ve un partido por televisión, por ejemplo un partido en Brasil puedes decir que juegan lento, pero después vas allí y hace 40 grados a la sombra, con una humedad del 89 por ciento. Para hablar de esto pongo el ejemplo del Mundial de Clubes que se disputó en Brasil en el año 2000, fueron clubes como el Manchester United, el Real Madrid, el Corinthians, el Necaxa€ Y el Manchester perdió 1-3 contra el Vasco de Gama o empató contra el Necaxa. Es lo mismo que si pones a un equipo de Mexico a jugar en Newcastle, lloviendo y con cuatro grados bajo cero. Para hablar primero tiene que ir al sitio, porque el conocimiento del medio es muy importante.
—¿Va a ser Pellegrino una mezcla de toda esa cultura de fútbol?
—Yo me tendré que adaptar a los jugadores y ellos a mí, eso consiste en llegar a un punto de equilibrio donde encontremos rendimiento, donde yo, desde la organización, pueda potenciar su capacidad individual.
—¿Qué hace para conservarse tan bien y que le puedan seguir llamando ´Flaco´?
—(Risas) Hago un poco de deporte, lo hago porque me da mucha tranquilidad. Cuando hacemos deporte, cuando después estás tieso con la toalla en la ducha, sientes una felicidad maravillosa. Cada cierto tiempo lo sigo haciendo, salgo a trotar, hago bicicleta, camino con mi mujer€ nada raro.
—¿Nada de dieta?
—No, soy buen comilón, pero trato de cuidarme un poco.
—¿Ya no juega al fútbol?
—Juego muy poco, cuando voy a mi pueblo, Leones (Argentina), en verano sí que disputo un partido con mis amigos€
—Perdona que le corte, pero su hermano Maximiliano asegura que les van ganando€ ¿lo puede confirmar?
—(Risas) Mi hermano tiene un equipo, les llevamos diez años, somos gente de 40 contra los de 30, pero no nos pueden ganar nunca.
—¿Dónde juegan?
—En el club donde crecimos todos en el pueblo, somos de una localidad de 8.000 habitantes, y hay dos equipos muy bonitos. El mío se llama Club Sarmiento (el otro es el Club Leones D.A.S. y B.), nos dicen los ´Demonios´, somos el equipo más grande de todo el sudeste cordobés. Y tenemos el trofeo más grande del mundo —se denomina la Copa Amistad—, es un trofeo que mide dos metros, una copa maravillosa€
—¿En la banda le veremos con traje o chándal como Marcelo Bielsa?
—Eso no va a ser algo relevante para mí.
—¿Le gusta escuchar música?
—Sí suelo, la radio bastante y suelo apagar todo porque a veces el silencio es muy importante para mí.
—¿Se ha interesado por otros deportes para recoger ideas y hacer jugadas de estrategia o circunstancias del juego para su equipo?
—En realidad no, pero sí me gusta mucho el espíritu que tienen los equipos de rugby, por lo menos a nivel amateur tienen muchas cosas que nosotros en el fútbol no tenemos.
—¿Eso lo quiere trasladar?
—Sin duda, todo se puede trasladar y coger lo mejor de todas las cosas. Es algo que siempre he admirado, he ido preguntando y viendo.
—¿Era Héctor Cúper el que hacía entrenamientos de rugby?
—Sí, pero de una manera más informal. Más que de los entrenamientos, me refiero a trasladar el espíritu de equipo.
—¿Lee?
—Sí, me gusta.
—¿Se ha leído el libro de Emery ´Mentalidad ganadora´?
—No lo he tenido entre manos, pero sé de que va porque me llegó un resumen.
—Siempre se le escucha con una voz pausada, ¿alguna vez ha echado una bronca a alguien?
—Sí, por supuesto, soy bastante renegón y me pongo bastante de mal humor. Me enojo bastante.
—¿Se enfada?
—Tengo bastante mal humor y trato a veces de sacarlo haciendo deporte, pegando un grito, dando un golpe€
—¿Cómo ha recibido su familia el regreso a Valencia?
—Lo lleva bien, no es fácil para mis hijos sobre todo, porque nos fuimos de Valencia hace casi cinco años y el mayor tenía cerca de siete, ahora tiene 12 y la cabeza no es la misma, pero es un lugar que no desconocen. Espero que podamos estar felices.