J. M. BORT Los futbolistas del Valencia salieron ayer del Iberostar con cara de tontos, compungidos por el gol de penalti que dio al Mallorca el empate en el último suspiro, cuando Emery ya se frotaba las manos por el valioso botín que se traía a Valencia. El gol, por una mano involuntaria de Topal —un balonazo, más bien— supuso un duro golpe, pero ha de ser interpretado como una lección para evitar sucesos similares en próximos partidos. Si el Valencia no ganó no fue por el penalti, sino por su falta de ambición. Quizá pensando en Leverkusen, quizá por esa extraña relajación que sufren los equipos cualquier día, lo cierto es que el grupo de Emery se replegó a los cuarteles consciente de haber regalado el partido. Sus jugadores terminaron sin agujetas, después de tratar infelizmente de vivir de las rentas de un gol de rebote en el primer tiempo. Tanta tranquilidad le terminó por pasar factura.
El Valencia engañó al personal en la primera jugada. Su primera acción invitaba a un partido con ocasiones, vivo. Casi marca en el primer minuto, en una jugada que retrató la falta de puntería de Piatti desde que el club apostó por él. Chuto mal, muy mal, cuando tenía ángulo de sobra para marcar desde el corazón del área. Fue un espejismo, porque el equipo de Emery apenas fue capaz de plantarse con peligro en el área del Mallorca hasta el descanso.
Con un ritmo lentísimo, aburrido, el partido ofreció muy pocos alicientes para el espectador. Un suplicio. Emery le dio la alternativa a Parejo en la Liga, una responsabilidad que el centrocampista solventó con cierta discreción. Con menos toque que Banega, pero más eléctrico, lo lógico era que aportara energía al juego del equipo. Ubicado junto a Albelda, de mediocentro, Parejo no debió entender el mensaje del entrenador. No le dio velocidad al juego y no conectó con Canales, premiado de nuevo con la titularidad. Por las bandas, sólo Piatti ofreció alguna noticia, auspiciado por Jordi Alba, a quien la internacionalidad le ha disparado.
La primera parte transcurrió sin sobresaltos y eso que enfrente el Valencia se encontró con un rival enclenque, al que Caparrós deberá dedicarle muchas horas extras. No tiene, como otras temporadas, grandes peloteros ni rematadores, y como colectivo le urgen muchos arreglos.
Con un abuso del juego horizontal y Soldado desconectado por completo, el Valencia se limitó a esperar algún hueco con el que lanzar a Soldado o a Piatti, los más activos en ataque, o a un golpe de suerte. Le llegó en el momento más oportuno, cuando el partido reclamaba un punto de inflexión. Parejo lanzó el córner desde la derecha, el balón tropezó en los pies de Víctor Ruiz y Rami, que también pasaba por ahí, sólo tuvo que darle un empujoncito, tic, para marcar. Quien hubiese apostado en alguna de las muchas casas de apuestas digitales por un gol fabricado por los dos centrales habría ganado mucho dinero. El partido se dirigió al descanso con un único sobresalto más, cuando Soldado fue derribado al borde del área, en una falta a la que Canales no le sacó provecho. Desde la marcha de Villa, hace dos temporadas, el Valencia no cuenta con un buen lanzador de faltas.
El efecto Caparrós se notó en el Mallorca en la segunda parte. La bronca debió ser monumental. Sólo así se explica el cambio radical de actitud del Mallorca en la segunda parte. De repente, el equipo balear calibraba, gestionaba el centro del campo y creaba ocasiones. Un vendabal al que el Valencia respondió con más miedo que orgullo, porque faltó muy poco para el empate. El israelí Hedmed estuvo a punto de marcar en dos acciones: Un remata de cabeza al saque de un córner y un remate sin apenas oposición en una de las sorprendentes triangulaciones del Mallorca. Sorprendentes porque, un rato antes, nadie habría dado un duro por ver al equipo isleño volcado sobre la portería de Guaita.
El Valencia no fue capaz de armar un solo contragolpe en mucho tiempo, incapaz de ofrecer una respuesta a la intimidación del Mallorca. Hasta el cuarto de hora no volvió a rematar, en un cabezazo de Rami en un saque de esquina.
Agotado el Mallorca, el Valencia se animó pasados los veinte minutos. Soldado comandó por la banda el contragolpe más peligroso hasta el momento. Su centro, pasado, lo remató Pablo ya con la posición perdida. Con Feghouli, primero, y Topal y Aduriz más tarde en el campo, el Valencia se agazapó en su campo, esperando que se agotaran los minutos. Pese a su falta de energía, poco hacía presagiar que el Mallorca consiguiera el gol ante una defensa bien ordenada. El árbitro, esta vez, fue quien le hizo acordarse de haber jugado el partido desde la hamaca. Una pena, porque con un golpe sobre la mesa en el segundo tiempo, el Valencia se habría instalado cómodamente en lo más alto de la clasificación. El Madrid y el Barça no van a permitir a nadie regalos así.
- Ficha técnica:
1 - Mallorca: Aouate; Zuiverloon (Cendrós, min. 46), Chico, Ramis, Bigas; Pereira, Martí, Pina (Tejera, min. 68) Castro; Víctor (Alfaro, min. 76) y Hemed.
1 - Valencia: Guaita; Bruno, Rami, Víctor Ruiz, Jordi Alba; Pablo, Parejo (Topal, min. 77) Canales, Albelda, Piatti (Feghouli, min. 62); Soldado (Aduriz, min. 82).
Goles: 0-1, min. 39: Rami empuja el balón a la red tras una salida en falso de Aouate a la salida de un corner; 1-1, min. 90: Hemed, de penalti por manos de Topal en el aérea.
Árbitro: Paradas Romero (comité andaluz). Amonestó a Martí, Chico, Bigas, Albelda, Feghouli, Topal. Al finalizar el partido enseñó tarjeta roja a Ramí del Valencia, cuando se dirigía a los vestuarios.
Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada del campeonato de Liga disputado en el Iberostar Estadio ante unos 14.000 espectadores. Los dos equipos posaron con una pancarta contra el racismo, en una campaña impulsada por la UEFA.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/10/16/especulacion-castiga/848344.html