Con su limitado potencial, el Stoke City es capaz de poner en aprietos en su estadio a cualquier rival, al que somete a la fuerza de su fútbol tosco y directo, casi pre-industrial. El Stoke City tiene una de las plantillas con la media de altura más elevada de toda la Premier, y aprovecha ese recurso de forma reiterada y abusiva hasta tumbar a su oponente. El balón circulará más por el aire que por el suelo, ya sea en saques de banda, faltas laterales y córners, acciones que el Britannia Stadium jalea como la antesala de un gol.
Ese es el gran reto del Valencia, que tiene como uno de sus tormentos la defensa de las acciones de estrategia. La fiabilidad de Guaita por arriba, o la seguridad de Rami y Víctor Ruiz en el juego directo -sufren más en jugadas al espacio- debería ayudar a solventar el trance. El conjunto de Tony Pulis dispone de dos excelentes pateadores como Etherington y Pennant para colgar balones. De los saques de banda suele encargarse el veterano irlandés Rory Delap, de 35 años. Este centrocampista zurdo destacó en edad escolar como lanzador de jabalina. La fuerza y técnica atlética le ha permitido convertirse en uno de los mejores especialistas del fútbol europeo en el saque de banda. Es capaz de proyectar la pelota a 38 metros de distancia y a 60 kilómetros por hora. La jugada siempre es la misma, y a estas horas ya debe haber sido memorizada por el cuerpo técnico valencianista. Delap da cuatro pequeños pasos y finaliza con un paso largo con el que adquiere estabilidad. Después se libera de la pelota aprovechando al máximo el momento del impulso. Todo el esfuerzo recae sobre los hombros y la zona baja de la espalda. Delap flexiona el tronco hacia adelante y los brazos son la última parte en moverse, no depende de ellos la fuerza explosiva del lanzamiento. El efecto es parecido al de un látigo: los brazos son la parte más fina. De ese modo, el ángulo de liberación de la pelota es muy bajo entre 20 y 35 grados, mientras que el de los lanzamientos comunes de otros futbolistas son mucho más arqueados, rozando los 50 grados. El resultado es que el balón no pierde en ningún momento velocidad y al ir menos bombeado, es mucho más difícil de defender para los centrales. Para hacer más eficaz su método, varios recogepelotas entregan una toalla para que limpie el rocío y la humedad del balón. Una práctica que ha provocado la queja de varios entrenadores, como Arsène Wenger, que aseguran que se llegan a perder hasta 30 segundos en el ritual. En algunos estadios visitantes, se ha llegado a adelantar la posición de las vallas de publicidad para restarle espacio y boicotear en lo posible sus lanzamientos. Un total de 35 saques de banda de Delap han acabado en gol en las cuatro campañas en las que milita en el Stoke City.
En cada acción a pelota parada, el Stoke City acumula todas sus torres: los centrales Huth (1'91 metros) y Shawcross (1'96 ) o los delanteros Fuller (1'91), Jones (1'88), Jerome (1'85) o Peter Crouch, que con sus 2'02 metros, además de rematar, peina casi todos los balones y propicia segundas jugadas. En su última temporada, en el Tottenham, convirtió en un clásico la dejada de cabeza para la entrada al remate de Rafael Van der Vaart.
A la contundencia defensiva, el Valencia deberá añadir su mayor calidad técnica para imponer su etiqueta de claro favorito.
Shawcross y el recuerdo de Ramsey
El líder del Stoke City es, sin duda, su capitán, el central Ryan Shawcross. Un defensa con carácter, expeditivo, con una excelente proyección a sus 24 años, que ha consolidado en los "Potters" su carrera después de no contar con minutos en el Manchester United, su club de formación. Su carrera se vio ensombrecida tras partirle la pierna al galés Ramsey, una de las joyas del Arsenal, hace casi dos años. El lance provocó la ira de Arsène Wenger, el técnico más crítico con el estilo del Stoke City, y de la prensa sensacionalista inglesa, que le dedicó en portada apelativos como "Bestia", "Sanguinario", "Violento" o "Animal". Shawcross se quedó muy afectado y entró en "shock" al comprobar en el mismo césped la gravedad de la dolencia. Expulsado, se marchó llorando del campo y fue incapaz de conducir aquella noche su propio coche (acudieron a por él sus padres). En medio de tanta crítica recibió el apoyo de compañeros de otros conjuntos, como Wayne Rooney, o de Fabio Capello, que le hizo debutar en la siguiente convocatoria de Inglaterra.