El club empezó a funcionar como sociedad anónima deportiva por imperativo legal en octubre de 1992
EFE El Valencia cumplirá el lunes veinte años de su transformación en sociedad anónima deportiva, momento al que llega con una deuda superior a los trescientos millones de euros, un estadio por concluir, dudas sobre su futuro y una etapa de esplendor deportivo concentrada en los primeros años del siglo XXI.
Durante estas dos décadas, el club ha vivido por encima de sus posibilidades y ha necesitado de las instituciones para resolver algunos de sus problemas, apoyo que ahora no puede encontrar como consecuencia de la situación de crisis económica generalizada.
El club empezó a funcionar como sociedad anónima deportiva por imperativo legal el 15 de octubre de 1992, momento en el que la entidad estaba relativamente saneada en lo económico y se había asentado en Primera División, tras una etapa de decadencia global que se prolongó durante la década de los ochenta del pasado siglo.
Ese día, con Arturo Tuzón como presidente y Vicente Pons como secretario, se conformó el primer consejo de administración con Vicente Alegre, Vicente Peris Frígola, Ramón Romero, Ernesto Estellés y los que luego iban a llegar a presidir la entidad: Melchor Hoyos, Francisco Roig, Pedro Cortés y Agustín Morera.
Se cifró en 2.472 millones de pesetas, algo menos de quince millones de euros, el presupuesto para la temporada deportiva 1992-1993.
El cambio de modelo no fue acogido como una buena noticia, aunque nadie esperaba que dos décadas después el club sólo pudiera presumir de algunos éxitos deportivos, ya que en lo extradeportivo está peor que entonces.
La transformación no ha sido positiva para una entidad que ha llegado a acumular hasta 550 millones de euros de deuda tras la gestión presidencial de Juan Soler y que empezó a construir un estadio hace más de cinco años también por iniciativa de aquel presidente, sin que haya ahora noticias sobre su conclusión.
En estos veinte años, el club ha vivido dos ampliaciones de capital y tiene en la Fundación Valencia CF a su mayor accionista, ya que esta institución posee tres de cada cuatro títulos del club.
Ese dominio accionarial no pasa de ser formal, ya que la Fundación no dispone de la liquidez, aunque podría tenerla si el Valencia plantea repartir dividendos.
Por ahora no puede afrontar el pago de los intereses del préstamo con el que adquirió los títulos de la última ampliación de capital, que tuvo lugar en 2009.
Salvo cambio en los próximos días, antes del 27 de noviembre debe abonar más de cinco millones de euros en este concepto y poco más de un año después tendrá que devolver parte del préstamo, que ascendió hace tres años a 75 millones de euros, avalados por la Generalitat a través del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF).
Una situación como la del Valencia y a pesar del esfuerzo realizado por su consejo de administración en los dos últimos años para reducir su deuda en más de doscientos millones de euros, sería insostenible en cualquier actividad comercial o mercantil ajena al fútbol.
Además, parte de la historia de la sociedad anónima deportiva ha estado marcada, para lo bueno y para lo malo, por la relación que el Valencia ha mantenido con los poderes públicos.
La transformación fue impuesta por la Ley del Deporte de 1990. Desde entonces las instituciones no han dado la espalda al Valencia, pero ahora, en especial tras la integración de la caja valenciana Bancaja en Bankia, ya no pueden llevar la iniciativa para resolver los problemas del club como hicieron en otros momentos.
Durante este tiempo, el club ha tenido ocho presidentes (Arturo Tuzón, Melchor Hoyos, Francisco Roig, Pedro Cortés, Jaume Ortí, Juan Soler, Agustín Morera, Vicente Soriano y Manuel Llorente), alguno de los cuales ha tenido un paso testimonial por el club, mientras que ninguno ha mantenido un etapa presidencial superior a los tres años.
La excepción está en Tuzón, que vivió la transformación cuando llevaba seis años al frente del club, a la espera del tiempo que permanezca el actual presidente, Manuel Llorente, al frente de la entidad.
Ahora, el club tiene abiertos varios frentes a los que pasará revista y tratará de ofrecer soluciones en la junta general de accionistas del 9 de noviembre.
Cómo pagar sus deudas y las de la fundación, vender el estadio actual y acabar el nuevo, mantener presupuestos deportivamente competitivos y garantizar la presencia continuada en la Liga de Campeones, evitar la caída del número de abonados o afrontar un posible concurso de acreedores son algunos de los asuntos urgentes para una entidad que está lejos de ver la luz al final del túnel.
http://www.superdeporte.es/valencia/2012/10/12/vcf-cumple-20-anos-sad-dudas-futuro/175586.html