Las estadísticas confirman que el equipo empeora partido a partido en agresividad, control de juego, solidez defensiva y disparos a puerta
C. V. | VALENCIA..-
C. V. | VALENCIA..-
Entre que Amadeo Salvo no regresaba con la expedición y que los consejeros todavía pecan de inexperiencia en el cargo, el viaje de regreso desde Sevilla fue un calvario que pasó con cierta soledad Djukic. Bastaba con verle la cara que traía, y que ayer aún mantenía al abandonar el entrenamiento en Paterna, para percibir que el serbio lo está pasando mal. En el vuelo apenas intercambió unas pocas frases con sus ayudantes y ayer habló con Braulio Vázquez.
Djukic está preocupado porque su equipo, lejos de progresar, está sumido en un proceso involutivo. Más que los fallos de la zaga, le alarma la falta de solidez defensiva, que afecta a todo el equipo y se traduce en una cantidad inaceptable de pérdidas de balón. Pero hay más lagunas que las frías estadísticas sacan a flote. El Valencia, por ejemplo, es peor partido a partido en agresividad. En Sevilla recuperó 61 balones, por los 68 de Cornellà. Ahí va otro dato. Si ante el Barça cometió 20 faltas, únicamente hizo tres en el Villamarín. Tantas como goles anotó el Betis. El equipo de Djukic ya no pega ni patadas.
La ausencia de control del juego es la principal consecuencia de la pérdida de balones. Contra el Betis la cifra superó con creces las de anteriores jornadas, llegando hasta 94. Frente al Barça se regalaron 83 pelotas. Cada vez los rivales hacen menos faltas porque tampoco tienen necesidad de ellas para recuperar el cuero. El domingo los valencianistas recibieron 15, mientras que en las dos primeras jornadas provocaron 21 y 19, respectivamente.
Todo se resiente, y no sólo la solidez defensiva que tanto quiere recuperar Djukic, sino también las aproximaciones al marco rival. Frente al Betis, apenas cinco tiros a gol. Si exceptuamos el partido ante el Barça, rival que deja espacios para progresar, igualmente en esta faceta ofensiva el Valencia va de mal en peor. Contra el Málaga ensayó nueve disparos; en Cornellà, siete.
El gigante dormido que pretendía despertar Djukic apenas ha contraído méritos para figurar entre los aspirantes a una plaza de Europa League. Y el contraste es aún mayor si uno coge los discursos de verano de Djukic, cargados de la misma ambición que Amadeo Salvo, y los compara con el juego y con la actitud desarrollada por sus futbolistas en estas cuatro jornadas.
Djukic ha reiterado que el Valencia debe salir a cualquier campo a ganar, sin especular. Pero eso no se ha visto por ningún lado y la falta de confianza es cada vez más patente en unos futbolistas que ni muerden ni asustan. Con el Betis pasando por encima, sólo hubo una amarilla a Parejo ya con todo resuelto.
El club afronta una situación inesperada. La mirada, por ejemplo, que echó Salvo a sus jugadores cuando salían disparados del Villamarín camino del autocar es para tenerla en cuenta. El problema es que estos gestos a veces ni son percibidos por los protagonistas. Ya se sabe: el teléfono móvil, los auriculares o bajar los ojos son recursos ideales para salir del apuro, si es que se puede calificar de apuro ver al presidente esperarlos a portagayola. Los hubo incluso que no perdieron tiempo y echaron mano de la tableta para desconectar pronto y ver una película. Los consejeros no encontraban tras el partido explicación a lo que ocurre. Se interesaron por el discurso de Djukic en la sala de prensa, y a la mayoría les causó cierta decepción.
En el Valencia reina un temor considerable a lo que está por venir. La visita del Swansea este jueves y la de Emery el domingo producen escalofríos. Incluso en el propio director deportivo, Braulio Vázquez, consciente de que hace falta un líder que tire del equipo. Se puede añorar a Soldado, pero no es excusa suficiente. Todos los defensas se conocen del año pasado. Encajar nueve goles en los cuatro primeros partidos es algo que sólo se había producido una vez en los últimos 24 años. En la Liga 1989-90 fueron diez. El Valencia únicamente había recibido nueve en el tramo inicial de la campaña 1997-98. Un último apunte. Djukic ha usado ya a 19 jugadores y apenas cuatro lo han jugado todo: Alves, Joao Pereira, Ricardo Costa y Postiga. No encuentra el camino.