Las mentes pensantes del valencianismo futbolero -aunque parezcan conceptos contradictorios, las hay- se devanan otra vez los sesos, en busca de motivos que expliquen el último fiasco del equipo en Alemania. Están sobrecogidas de espanto, como si lo del pasado miércoles fuera un arcano indescifrable. Y no. Los tortazos europeos del Valencia, así se den en el imperio germano o en el minifundio belga, vienen siendo frecuentes en las últimas temporadas.
Deberían tener el cuerpo más que acostumbrado a estos guantazos anuales, que no dejan de ser el reflejo de la esquizofrenia que aqueja al equipo, fruto, a su vez, de la trayectoria espasmódica que caracteriza a algunos de sus futbolistas teóricamente fundamentales, pero poco sustantivos a la hora de la verdad.
No es la primera vez que el equipo protagoniza una cantada de estas proporciones, por tanto, tampoco es necesario volver a denunciar la intermitencia de futbolistas como Ever Banega, mal que les pese a sus interesados avalistas. O la irregularidad de Pablo Hernández, que sólo saca el carácter al llegar al banquillo cuando es sustituido, tras sus reiteradas muestras de perenne inmadurez. Añádase a esto la, hasta ahora, escasa aportación de los supuestos refuerzos veraniego de lujo, como Piatti, Canales o Parejo. O la penosa trayectoria pasada de Ricardo Costa, que ha dado con sus huesos en el banquillo. O la calamidad de Mathieu. O los desbarajustes de Topal. O las repentinas ausencias de Jordi Alba. O las menguadas fuerzas que les vienen quedando a David Albelda -comprensibles- y a Miguel -inadmisibles-. O la desaparición en combate de AdurizÉSumen, sumen todas esas pequeñas deficiencias y obtendrán el resultado final que se dio en Leverkusen. Con tales lagunas de tipo individual, es lógico que Valencia, como colectivo, no dé mucho más de sí. Cuando esas carencias, la mayoría de tipo voluntario, se subsanan, el conjunto mejora y es capaz de acabar tercero la pasada Liga. Una campaña, en la que, -conviene no olvidarlo- equipos como el At. Madrid, el Villarreal o el Sevilla, fallaron estrepitosamente y facilitaron el camino al VCF. Este es el equipo que hay, el que se ha conformado desde la plana mayor del club, capaz de plantarle cara -pero no de ganarle- al Barça, pero también de regalarle el partido al Bayer. Así que no se admiten falsos escándalos.
Eso sí: una minoría de futbolistas que pasan de todo, deberían, al menos, guardar las formas y mostrar una cierta compostura tras las derrotas. Aunque sólo sea por respeto a los afligidos aficionados que comparten los tristes vuelos de regreso a Manises.
http://www.levante-emv.com/deportes/2011/10/22/espasmos-vcf/850270.html
