El material y diseño de la cubierta y la reducción de aforo y plazas de aparcamiento abaratan en 90 millones el proyectoEl consejo anuncia hoy cómo construirá el estadio de la avenida de las Cortes en caso de que Salvo encuentre financiación para ello
C. V. | VALENCIA..-
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Nunca ha aceptado Mark Fenwick que alguien pudiera definir el nuevo Mestalla como un estadio lujoso. «Está muy equivocado. Es una obra austera, magnífica y lo que habrá que hacer es optimizar los costes». Así respondía en febrero a una entrevista en LAS PROVINCIAS. Por entonces ni había perspectiva de encontrar dinero para reanudar las obras ni Amadeo Salvo estaba en la primera línea de la trinchera.
Ahora la situación apunta en una dirección diferente. Todo lo que transmite Salvo, tanto a sus consejeros como a la Fundación, es que hay buenas perspectivas y avanzadas negociaciones con inversores interesados en poner dinero para acabar la obra y hacerse como contraprestación con la explotación de la zona comercial. De momento todo son promesas, pero hace meses, desde que se desmoronó el plan Newcoval, no había ni eso.
142 millones enterrados ya
Hoy tiene la oportunidad de explicarse con más detalle el arquitecto porque la ocasión lo merece. El Valencia presentará esta mañana, de la mano de Fenwick, la idea definitiva para acabar un campo en cuya mole de cemento ya hay enterrados 142 millones de euros.
En ese amplio abanico de iniciativas que decidió tomar Amadeo Salvo se heredó la hoja de ruta de Manuel Llorente, pero yendo más allá de la idea que quería llevar a cabo el expresidente. Tijeretazo a las cifras, lo que supone un replanteamiento contundente de los planes que había. Nada que ver con lo que mostró Juan Soler en su momento.
Poco a poco se ha ido bajando la inversión y la idea del consejo era dejar el presupuesto en torno a los 90 millones de euros, casi 60 menos de los que faltaban por invertir en un principio.
Salvo ha dicho una y otra vez que no había un plan establecido de aprovechamiento de la zona comercial para saber cuáles eran las verdaderas necesidades. Por eso se habló de crear algo así como una comisión que agrupara los intereses del club, las ideas del arquitecto y las necesidades de quien pudiera hacerse con el contrato de explotación.
Con diferencia, la cubierta ha sido uno de los aspectos del proyecto inicial que ha sufrido más vaivenes. Llorente anunció a Rita Barberá en 2011 el paquete de medidas que se había adoptado para reducir costes y entre ellas figuraba el cambio de material para construir el techo. Fenwick había previsto en su momento una estructura de aluminio, cristal y madera, y eso se cambió después por vidrio azul.
Así se decidió cuando surgió el negocio de Newcoval, el proyecto adoptado por las promotoras Bancaja Hábitat y Aedifica. Lo curioso es que con la llegada del nuevo consejo de administración se descubrió que la vía del vidrio iba a resultar más cara y pesada, además del efecto perjudicial que podría llegar a generar en el mantenimiento del césped. Todo ello por no hablar del efecto invernadero o cuestiones relacionadas con la seguridad.
Por eso Salvo creyó oportuno volver a la idea inicial, como avanzó este periódico, decidiéndose asimismo que la cubierta tampoco cubra el cien por cien de la superficie, sino un 75%, lo que desemboca en otro abaratamiento de los costes. Cualquier idea es buena siempre que no produzca un trastorno inapropiado y tampoco merme la comodidad de los espectadores.
Nunca se ha querido abandonar la idea de que el nuevo Mestalla tenía que ser, sí o sí, un campo 'cinco estrellas'. Pero eso dentro de un contexto correcto. Sin lujos innecesarios, como salas inmensas o cuatro vestuarios completos.
A la hora de hablar del aforo, la cifra que se barajó desde el primer momento fueron los 75.000 espectadores, algo que hoy en día se presenta lejano teniendo en cuenta los 35.000 socios que mantiene la entidad. A menos aforo, más comodidad entre butacas y menos gasto.
Se ha hecho especial hincapié en el parking. Las 3.100 plazas de aparcamiento se han considerado excesivas, argumentando también que logísticamente podría suponer un problema importante de tráfico al abandonar el estadio.