Un gol de Soldado y un partidazo de ever bastaron para doblegar a un buen sporting
Si marca Soldado, el Valencia gana. La afirmación puede ser simple, pero es real. En los tres partidos de liga disputados, ha marcado el delantero y el Valencia ha ganado. El martes contra el Genk, el pichichi no anotó y el Valencia no ganó. Así de simple. Con los goles del nueve, el Valencia se acostó anoche siendo líder y con la confianza de saber que, en Liga, el equipo funciona. La racha de Soldado, es la racha del Valencia. Además, se encadenan dos partidos sin recibir un gol, todo un halo de esperanza porque el equipo sigue caracterizándose por ser ofensivo pero, ahora sí, no descuida otras facetas. Ante el colista, el equipo marchó.
Hay partidos que requieren oficio. Partidos en los que es necesario despojarse del frac, ponerse el mono y enfangarse. Pero el trámite hay que hacerlo con cierta rapidez para evitar descuidos. El Valencia sabia que, en El Molinón, debía cambiar de ropa. Y lo hizo en el sentido real —usó el traje negro, el segundo equipaje—. No en el figurado. Pero cuando se cuenta con jugadores como Soldado, todo es más fácil. Y sencillo. Cuando peor pintaba el partido porque el Sporting presionaba en la creación para asfixiar al equipo y anular el juego, en una jugada por la derecha, Pablo le colocó el balón a Jonas, éste lo estrelló sobre Juan Pablo y Soldado, atento, recogió el rechace y envió el balón al fondo de la portería. El pichichi alargaba su racha. Soldado, el único que le aguanta el ritmo al guapo, rico y buen futbolista Cristiano Ronaldo, marcó y, de paso espoleó a Messi. El valenciano suma cinco goles en Liga y encadena diecisiete goles en las últimas doce jornadas de Liga. La lógica se imponía y el Valencia, mucho más cómodo, se adueñaba del balón y era quién marcaba el ritmo. Por fin, los jugadores —que son quienes hacen y deshacen, aunque desde la banda se desgañite Emery—sabían leer el partido y manejarlo a su antojo. Cierto es que el Sporting, al verse abajo en el marcador, perdió todo el ímpetu y la ambición con la que afrontó el choque. Y el Valencia, momentáneamente líder, se agrandaba y gustaba en uno de los campos que mejor se le da y, como ha venido ocurriendo en las últimas diez temporadas, puntuaba en su primera visita de la temporada.
Encarrilado el partido, el Valencia ya se podía volver a vestir de frac para imponer su juego sin apremios. Las dudas y el desconcierto quedaba arrinconado. Emery, de momento, guardaba el hacha con la que había amenazado en la previa ante una posible relajación. El equipo apartaba sus miedos y olvidaba el traspiés de Genk para hacer la faena. Era lo que tocaba. Jonás, en una jugada que nació por una pérdida sportinguista y en la que participaron los mismos jugadores que actuaron para abrir el marcador, tuvo en sus pies el segundo, pero el larguero privó al brasileño de marcar el tanto que lleva buscando desde el primer día.
El Valencia, crecido, quería más. Y quería, en parte, porque Banega quiso jugar y cuando el argentino se pone... el equipo funciona. Con Albelda de vigia y con dos centrales que hacen sentir al portero seguro—se llame Guaita como ayer, o Alves como el martes pasado—, el talentoso Banega se sobra para marcar el ritmo y hacer jugar al equipo. Ahora además, ha encontrado en Jonas en su enlace perfecto para hacerle llegar balones al punta. O para abrir huecos que permitan al delantero marcar. El brasileño es como una lagartija: juega entre líneas, es incansable, no para de moverse y desquicia a su marcador.
Con la misma efervescencia con la que se llegó al descanso, se retomó el partido. Se quería, cuanto antes, matar el partido y el Valencia se volcó sobre la portería de Juan Pablo. Pero sin acierto. Con la salida de Lora y Sangoy, el Sporting puso la garra de la que había adolecido, abrió más el campo y fue más ofensivo, mientras que el Valencia con Piatti y Aduriz —reemplazaron a Jonas y un extenuado Soldado que, por perder tiempo en su marcha, fue abucheado por la grada— perdió el control pero fue más vertical. Precisamente ambos protagonizaron una jugada de lo más tonta a los pies de Juan Pablo. Y es que, sin confianza, es más fácil fallar. Aduriz sabe que Emery ha perdido su fe en él y, cuando juega, sobre él recae una presión que lo hace estar atolondrado. Minutos después de pisar el césped, Aduriz, entró en el área y remató con un potente disparo que sacó como pudo Juan Pablo pero, con el balón muerto, y en una jugada embarullada ni él ni Piatti marcaron. La ocasión, curiosamente, coincidió con los minutos en los que más sufría el equipo. Y, del casi 0-2 se pudo pasar perfectamente al 1-1. Pero ahí estaba Guaita. El valenciano se exhibió en un envenenado lanzamiento de Barral.
El Valencia, físicamente muy cansado, tenía que sobreponerse y lidiar con las necesidades de un equipo que, paradójicamente, encadenaba su tercera derrota —había perdido con Real Sociedad y Osasuna—. La lógica se imponía. Demasiada diferencia. El miércoles el guión será diferente. El líder virtual será examinado por el vigente campeón.
Diecisiete goles en doce partidos
Soldado acumula diecisiete goles en doce encuentros de Liga, los últimos nueve de la pasada campaña y los tres que se llevan disputados del actual campeonato. Desde el partido que el Valencia ganó por 2-4 en Getafe el 2 de abril y en el que los cuatro goles fueron logrados por Soldado, el valenciano ha marcado en diez de los doce partidos disputados, todos en los que el conjunto valencianista ha batido la meta rival. En estos encuentros el Valencia ha marcado 28 goles, de los que Soldado, con sus 17 tantos ha conseguido el sesenta por ciento.
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