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martes, 14 de diciembre de 2010
Valencia Osasuna video
- Ficha técnica:
3 - Valencia: César, Miguel, Stankevicius, Ricardo Costa, Jordi Alba, Joaquín (Pablo, m.67), Maduro, Banega (Dealbert, m.81), Mata, Soldado y Aduriz (Isco, m.67).
3 - Osasuna: Ricardo, Nelson, Miguel Flaño, Sergio, Monreal, Juanfran, Vadocz, Nekouman (Aranda, m.46), Masoud, Soriano (Lolo, m.77) y Pandiani (Leka, m.77).
Goles: 1-0, m.24: Soldado. 2-0, m.31: Stankevicius. 2-1, m.39: Juanfran. 3-1, m.41: Aduriz. 3-2, m.59: Miguel Flaño. 3-3, m.86: Aranda.
Árbitro: Muñiz Fernández (colegio asturiano). Amonestó por Osasuna a Nekouman y Juanfran y por el Valencia, a Jordi Alba y Stankevicius.
Incidencias: partido disputado en el campo de Mestalla ante 40.000 espectadores. Terreno de juego en regulares condiciones. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Marcel Domingo, que entrenó al Valencia entre 1977 y 1979.
César vive su ´peor día´ en el Valencia
A mediados de la semana pasada Roberto Soldado avisó del peligro de Osasuna. «Es un equipo con buenos jugadores por banda, sobre todo Juanfran, que es un futbolista muy peligroso en el uno contra uno». Pero ni así. A pesar de estar avisado, los navarros lograron levantar un resultado adverso merced a los balones colgados desde los costados por hombres como Masoud o el mismo Juanfran. Ni la defensa ni el portero César, que regresó al equipo después de haber superado una lesión muscular en el sóleo estuvieron acertados para abortar el juego de Osasuna.
Antes de que el colegiado Muñiz Fernández decretara el comienzo del duelo la atención se centraba en saber quién sería el elegido para cubrir la portería del Valencia. César o Guaita. Al final Unai Emery se decantó por el portero extremeño, fiel a su idea de respetar la titularidad con aquellos jugadores que la pierden por problemas físicos. Al final del partido la atención volvió a recaer sobre el meta de 39 años. Él mismo entonó el mea culpa y reconoció que ayer vivió su «peor día» en la portería blanquinegra.
El error de César llegó en el minuto 59 con 3-1 en el marcador a favor de los locales. Juanfran centró desde la banda derecha. César salió con los puños decidido a despejar el esférico bombeado, pero su salida fue en falso. Entre Stankevicius y Soriano rozaron un balón que cayó a los pies de Flaño, que en posición dudosa anotó el 3-2 y dio alas a los rojillos mientras los blanquinegros iban a agudizar su caída libre.
La primera pifia defensiva ya se había producido en la recta final de la primera mitad. Masoud centró desde la izquierda del ataque sin oposición alguna por parte de Miguel y el cabezazo de Juanfran, tras golpear en Ricardo Costa, se envenenó haciendo estéril la estirada hacia atrás del portero del VCF. Durante la segunda mitad la colección de errores se multiplicaron. Tras el 3-2, donde Stankevicius reclama un empujón de Soriano, a los de Mestalla les faltó personalidad y contundencia para no dejarse invadir terreno por un conjunto que únicamente había marcado un gol en ocho desplazamientos y que se marchó haciendo el triple en Valencia.
En el minuto 66 Juanfran volvió a liarla esta vez por la izquierda y su asistencia no la remató por poco Monreal. Ricardo Costa se le adelantó enviando a córner —a la conclusión Osasuna se marchó realizando más saques de esquina que el Valencia, 5/8—. En el 78´ Juanfran sirvió al área y Lekic se adelantó de nuevo a César y Costa y su cabezazo rebotó en los dos postes. El portero evitó el tercero saliendo a los pies de Aranda, pero los fallos colectivos condenaron al equipo en el 3-3 final. La zaga despejó en corto los balones colgados de Osasuna hasta que Aranda remató flojo y centrado sin que César viera la pelota entre el barullo.
César tuvo un regreso amargo y él mismo quiso salir «a dar la cara» y así lo pidió al departamento de prensa. «No voy a poner paños calientes ni tengo nada que objetar a mi error. Después del segundo gol el equipo ha estado condicionado e inseguro», dijo el de Coria que añadió que asume «toda la responsabilidad del empate». «Ha sido muy mal día para mí, el peor que he tenido aquí. Era un día importante porque me apetecía mucho volver a aportar y, desgraciadamente no ha sido así», comentó y finalizó señalando que el debate en la portería «no ayuda».
Globo pinchado
Sin realizar un gran trabajo, más bien poco, el Valencia había solventado la primera parte cómodamente. Entonces, no tuvo más que sacar provecho a su mejor y más amplio catálogo de recursos, nada que ver con las limitaciones con las que Osasuna se plantó en el campo. Normal que el conjunto navarro sea el peor visitante de la Liga, pensaron casi todos. Nadie entonces pensaba en el giro radical que daría el partido en la segunda parte. Empeñado en buscar a Pandiani, en el ocaso de su carrera, el Osasuna practicó un fútbol demasiado predecible antes del descanso.
El Valencia exhibió otra etiqueta. La de un equipo más fino y armonioso, y con más gol. Comparado con su rival de anoche, jugó el primer tiempo en otra dimensión. Todo le resultó entonces más fácil, gracias a su mayor poder ofensivo. Una internada de Mata, que se movió como una avispa entre las lineas rojillas, le sirvió a Soldado para inaugurar el marcador. Fue en la tercera tentativa del delantero, hiperactivo en el arranque del partido, igual que Mata, que arrastró a más de media defensa antes de asistir a su compañero. El gol sólo hizo que certificar la superioridad global del equipo de Emery, nada que ver con el pobre poder intimidatorio navarro. Salvo algún latigazo de Juanfran, un excelente interior que puso en algunos apuros a Jordi Alba, y la verticalidad de Masoud, la defensa blanquinegra se mantuvo tranquila. El escenario perfecto para Stankevicius, que, en plena progresión, se dispuso a disfrutar de la noche.
El Valencia hizo lo justo para llevarse el partido a su terreno: Salir con velocidad con la pelota y marear a la defensa con los rápidos movimientos de sus cornetas. En el segundo gol se valió, sin embargo, de un valor que cotiza al alza en la pizarra de Emery: Una jugada de estrategia, al saque de un córner, que culminó Stankevicius con un misil desde el centro del área. El árbitro, con un criterio muy razonable, dio la ley de ventaja tras haber sido derribado Mata. El partido se dirigía al descanso sin sobresaltos para el Valencia. Todo estaba bajo control, hasta que el Osasuna sacó provecho a una de sus escasas virtudes: Su poderío en el juego aéreo. El centro de Masoud desde la izquierda fue rematado, a medias, entre Ricardo Costa y Soriano, de forma que el balón voló como un globo hasta la portería pese a la estirada de César, muy poco afortunado en la acción. El susto sólo duró un instante, insuficiente para provocar taquicardias en la grada. El tercer gol, al filo del descanso, llegó en otra jugada a balón parado. Esta vez fue Aduriz, tan listo en este tipo de acciones, el que recogió en el primer palo el lanzamiento de Joaquín desde la esquina.
Con 3-1 y el partido claramente decantado hacia el lado del Valencia, muy pocos hubiesen apostado por una segunda parte tan apretada. No es de extrañar, conociendo la fuerte personalidad de Camacho, que ordenó a su equipo mayor agresividad. Mucho más vigoroso, el Osasuna dio un paso adelante sobre el césped y en antes del cuarto de hora recortó distancias, en una jugada en la que César, que salió a destiempo, acentuó el debate originado en la portería.
El Osasuna se reenganchó al partido ante un Valencia que entró en un inexplicable proceso de involución. Apenas pudo armar algún contragolpe peligroso ante un rival que cada vez tuvo más fe en el empate. Quién lo hubiera dicho en la primera parte. Camacho se animó desde el banquillo y ordenó zafarrancho de combate con la entrada de Aranda y Leka, dos gigantones con los que aprovechar su fútbol por alto. Bingo. La jugada le salió perfecta. Primero, Leka hizo carambola con los dos postes cuando el Valencia se desmembraba claramente por el camino y Banega se retiraba, entre pitos, por su falta de compromiso.
Sin la esperada reacción de la grada, ni siquiera con la entrada de aire fresco como Xisco y Pablo en el campo, Aranda alcanzó el empate al aprovechar un rechace de César, con un regreso accidentado Peor estuvo la defensa, con una segunda parte desastrosa, cuando hasta seis futbolistas tenían la misión de proteger la portería. El equipo se había metido atrás y pasó lo que tenía que pasar.