H. GÓMEZ / J. CLEMENTE. HOY El banco solo aceptará renegociar si logra garantías sobre los ingresos en metálico que recibe el club, incluidos los derechos de los jugadores
VALENCIA. Enséñame el dinero. Ese es el mensaje que ha enviado Bankia al Valencia CF si quiere renegociar a largo plazo la deuda de 219 millones de euros que, tras un aplazamiento, vence definitivamente el próximo 27 de diciembre. El presidente del club, Manuel Llorente, se reunió este martes en Madrid con representantes de la entidad financiera para abrir las negociaciones para encontrar una salida tras la ruptura del acuerdo inmobiliario.
Tal y como adelantó el propio Llorente en la rueda de prensa de la intención del Valencia es renegociar la deuda y lanzarla a un plazo lo suficientemente largo de tiempo para pagar menos intereses al año y poder destinar parte del dinero que recauda la entidad a finalizar el estadio, la gran prioridad para el consejo de administración.
VALENCIA. Enséñame el dinero. Ese es el mensaje que ha enviado Bankia al Valencia CF si quiere renegociar a largo plazo la deuda de 219 millones de euros que, tras un aplazamiento, vence definitivamente el próximo 27 de diciembre. El presidente del club, Manuel Llorente, se reunió este martes en Madrid con representantes de la entidad financiera para abrir las negociaciones para encontrar una salida tras la ruptura del acuerdo inmobiliario.
Tal y como adelantó el propio Llorente en la rueda de prensa de la intención del Valencia es renegociar la deuda y lanzarla a un plazo lo suficientemente largo de tiempo para pagar menos intereses al año y poder destinar parte del dinero que recauda la entidad a finalizar el estadio, la gran prioridad para el consejo de administración.
Sin embargo, esta operación no va a resultar ni sencilla ni gratis para el Valencia CF. El banco no le va a regalar nada al Valencia ni le va a perdonar su deuda. Al contrario, para plantear una refinanciación que evite la ejecución por el impago del aval (el actual Mestalla) o la entrada en concurso de acreedores, Bankia va a exigir al Valencia que demuestre su capacidad de lograr efectivo.
Aunque la negociación está en una fase inicial y según las distintas fuentes consultadas por ValenciaPlaza.com en el banco aún no se han puesto cuestiones concretas sobre la mesa, la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri quiere que el Valencia reduzca de forma sensible la deuda antes de firmar la refinanciación.
Cómo conseguir esa liquidez de aquí a final de año es cosa de Manuel llorente, aunque podría suponer la salida de alguno de los jugadores por los que hay ofertas. El presidente del club aseguró el pasado viernes que durante el verano recibió ofertas por jugadores que no ha vendido y que hubieran supuesto unos ingresos extra de unos 50 millones de euros.
Aunque la negociación está en una fase inicial y según las distintas fuentes consultadas por ValenciaPlaza.com en el banco aún no se han puesto cuestiones concretas sobre la mesa, la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri quiere que el Valencia reduzca de forma sensible la deuda antes de firmar la refinanciación.
Cómo conseguir esa liquidez de aquí a final de año es cosa de Manuel llorente, aunque podría suponer la salida de alguno de los jugadores por los que hay ofertas. El presidente del club aseguró el pasado viernes que durante el verano recibió ofertas por jugadores que no ha vendido y que hubieran supuesto unos ingresos extra de unos 50 millones de euros.
A partir de ahí, se negociaría para convertir el pasivo resultante en un crédito con un horizonte de unos 15 años. Ese es el mínimo que quiere el Valencia y el máximo que está dispuesto a dar Bankia. En este caso no habría una carencia, o sería menor, con lo que además de los intereses, el Valencia debería amortizar capital cada año.
Para asegurarse ese dinero, Bankia exigiría que se constituyesen nuevas garantías que fundamentalmente afectarían a los derechos sobre ingresos líquidos que pueda tener el club. No valen expectativas sobre suelo recalificable ni activos inmobiliarios. Estaríamos hablando de derechos sobre jugadores, ingresos de televisión, ingresos de competiciones europeas, de la liga, de las quinielas, de patrocinios y publicidad. En resumen, las garantías tienen que ser dinero contante y sonante. A imagen de algunos convenios de acreedores firmados por otros clubes (pero sin llegar al concurso en este caso), se incluirían condiciones como:
· Obligación de vender jugadores sobre los que haya ofertas durante el plazo de duración del convenio. . Establecer porcentajes sobre los derechos de los jugadores que serán pignorados a favor de la entidad financiera.
· Igualmente, marcar porcentajes sobre derechos del resto de ingresos (desde los que se perciben por participar en competiciones como por patrocinios o televisión) que serán pignorados a favor de la entidad financiera.
· En caso de que haya ingresos extraordinarios, destinarlos en su totalidad a la amortización de deuda.
· Establecer un plan de pagos vinculado a esos ingresos en efectivo, estableciendo la cantidad mínima que cada año hay que destinar a pagar intereses y amortizar capital, limitando el dinero disponible para hacer la plantilla.
Las duras condiciones que tiene en mente Bankia, aunque no necesariamente deberían incluirse todas, dificultarían el plan paralelo que quiere desarrollar Manuel Llorente para acabar el nuevo estadio. Según las fuentes internas consultadas por este periódico, el Valencia quiere que la antigua Bancaja le deje un margen para poder buscar financiación para reemprender las obras del estadio de Corts Valencianes en otra entidad.
La idea es reducir, de nuevo, el coste final del proyecto y fijarlo en alrededor de 100 millones de euros. La intención es buscar un banco que financie la obra a través de una línea de crédito que se iría utilizando a medida que se fueran entregando las certificaciones de obra, es decir, cada vez que la constructora pasara factura por el avance en la construcción.
De esta forma, el Valencia no pagaría intereses por el 100% del capital desde el primer día, sino que lo iría haciendo de forma progresiva a medida que se avanzase en la obra. Para controlar el coste de los intereses, la construcción se debería alargar más en el tiempo de lo previsto, hasta unos tres años, y preferentemente se acometerían las obras de la zona terciaria, la destinada al hotel y a un centro comercial.
La intención es poder comercializar cuanto antes estas instalaciones para obtener ingresos con los que poder devolver el préstamo.
El difícil encaje de bolillos que plantea el club para dar salida tanto a su deuda actual como a la futura hace extremadamente compleja la operación, más cuando el margen de maniobra de Bankia es más limitado que nunca, pendiente de un rescate financiero de miles de millones de euros con dinero de la Unión Europea que vigilará al detalle el destino de los fondos.
Para asegurarse ese dinero, Bankia exigiría que se constituyesen nuevas garantías que fundamentalmente afectarían a los derechos sobre ingresos líquidos que pueda tener el club. No valen expectativas sobre suelo recalificable ni activos inmobiliarios. Estaríamos hablando de derechos sobre jugadores, ingresos de televisión, ingresos de competiciones europeas, de la liga, de las quinielas, de patrocinios y publicidad. En resumen, las garantías tienen que ser dinero contante y sonante. A imagen de algunos convenios de acreedores firmados por otros clubes (pero sin llegar al concurso en este caso), se incluirían condiciones como:
· Obligación de vender jugadores sobre los que haya ofertas durante el plazo de duración del convenio. . Establecer porcentajes sobre los derechos de los jugadores que serán pignorados a favor de la entidad financiera.
· Igualmente, marcar porcentajes sobre derechos del resto de ingresos (desde los que se perciben por participar en competiciones como por patrocinios o televisión) que serán pignorados a favor de la entidad financiera.
· En caso de que haya ingresos extraordinarios, destinarlos en su totalidad a la amortización de deuda.
· Establecer un plan de pagos vinculado a esos ingresos en efectivo, estableciendo la cantidad mínima que cada año hay que destinar a pagar intereses y amortizar capital, limitando el dinero disponible para hacer la plantilla.
Las duras condiciones que tiene en mente Bankia, aunque no necesariamente deberían incluirse todas, dificultarían el plan paralelo que quiere desarrollar Manuel Llorente para acabar el nuevo estadio. Según las fuentes internas consultadas por este periódico, el Valencia quiere que la antigua Bancaja le deje un margen para poder buscar financiación para reemprender las obras del estadio de Corts Valencianes en otra entidad.
La idea es reducir, de nuevo, el coste final del proyecto y fijarlo en alrededor de 100 millones de euros. La intención es buscar un banco que financie la obra a través de una línea de crédito que se iría utilizando a medida que se fueran entregando las certificaciones de obra, es decir, cada vez que la constructora pasara factura por el avance en la construcción.
De esta forma, el Valencia no pagaría intereses por el 100% del capital desde el primer día, sino que lo iría haciendo de forma progresiva a medida que se avanzase en la obra. Para controlar el coste de los intereses, la construcción se debería alargar más en el tiempo de lo previsto, hasta unos tres años, y preferentemente se acometerían las obras de la zona terciaria, la destinada al hotel y a un centro comercial.
La intención es poder comercializar cuanto antes estas instalaciones para obtener ingresos con los que poder devolver el préstamo.
El difícil encaje de bolillos que plantea el club para dar salida tanto a su deuda actual como a la futura hace extremadamente compleja la operación, más cuando el margen de maniobra de Bankia es más limitado que nunca, pendiente de un rescate financiero de miles de millones de euros con dinero de la Unión Europea que vigilará al detalle el destino de los fondos.