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martes, 8 de febrero de 2011
El Málaga pregunta por los porteros Guaita y Moyà
En la jornada de ayer la dirección deportiva del Málaga se dirigió al Valencia interesándose por la situación de Vicent Guaita y de Miguel Moyà. La entidad andaluza anda a la caza de un portero que supla la lesión de larga duración de Sergio Asenjo, a quien Manuel Pellegrini le había confiado la titularidad una vez que llegó cedido en invierno del Atlético de Madrid.
El mercado es muy limitado para el Málaga, ya que el recambio de Asenjo tendrá que ser español o un jugador que se encuentre en el paro. La LFP concederá un permiso de aproximadamente un mes al club de Martiricos porque el meta atlético permanecerá de baja más de cinco meses. En concreto, estará KO entre seis y ocho meses, al romperse de forma fortuita ante el Sevilla el ligamento cruzado de la rodilla derecha.
Entre las opciones de mercado que más gustan al Málaga están los dos valencianistas. La salida de Guaita, al que el VCF pretende ampliar su contrato, es prácticamente inviable. El de Torrent se ha afianzado como titular y cuenta de pleno para presente y futuro. Sin embargo, el hecho de que Moyà abandone el equipo en la actualidad es mucho más factible. El mallorquín prefiere salir para jugar.
El mercado es muy limitado para el Málaga, ya que el recambio de Asenjo tendrá que ser español o un jugador que se encuentre en el paro. La LFP concederá un permiso de aproximadamente un mes al club de Martiricos porque el meta atlético permanecerá de baja más de cinco meses. En concreto, estará KO entre seis y ocho meses, al romperse de forma fortuita ante el Sevilla el ligamento cruzado de la rodilla derecha.
Entre las opciones de mercado que más gustan al Málaga están los dos valencianistas. La salida de Guaita, al que el VCF pretende ampliar su contrato, es prácticamente inviable. El de Torrent se ha afianzado como titular y cuenta de pleno para presente y futuro. Sin embargo, el hecho de que Moyà abandone el equipo en la actualidad es mucho más factible. El mallorquín prefiere salir para jugar.
Un Valencia de dos rombos
Quienes ya peinan canas recuerdan los dos rombos que aparecían otrora en el ángulo superior derecho de las pantallas de aquella televisión de la década de los sesenta, la única que había y en blanco y negro. La doble figura geométrica advertía de que la programación en la que aparecía no era apta para menores de 18 años, además de que podía herir sensibilidades. Cuando lo que se iba a emitir era menos fuerte o impactante, sólo se colocaba un rombo. Cosas de la época. De la España del franquismo.
Los rombos no eran entonces práctica habitual en el mundo del fútbol, cuyos esquemas y planteamientos se inclinaban hacia otro tipo de dibujos. Generalmente, el espectáculo se imponía a las tácticas, menos rígidas y sin el corsé que frena en la actualidad a muchos equipos por ese afán de impedir una derrota. Si no se gana, al menos que no se pierda. El paso del tiempo, acompañado por la evolución física y estratégica que se produjo, trajo los rombos. Paco Real, que llegó a ser entrenador del Valencia, ironizó de manera constante al respecto.
Unai Emery, el entrenador del Valencia, ha ayudado a recuperar el recuerdo de la mencionada única televisión que tenía este país hace cincuenta años. Y sus rombos. El técnico vasco distribuyó a sus piezas del centro del campo en Santander con la forma de una pastilla Juanola. Salió bien, entendiendo por ello que sirvió para evitar una derrota, y el pasado domingo repitió dibujo, ahora en Mestalla, para recibir a un débil y maltrecho Hércules.
El Valencia ganó. Es cierto. Sin embargo dejó muchas dudas, porque mostró otras tantas carencias. Juan Sánchez, ex secretario técnico blanquinegro y columnista de LAS PROVINCIAS, afirma que distribuir al equipo de la manera en cuestión entraña un riesgo importante ante rivales de entidad. No es el caso del Hércules, a pesar de lo cual hizo sufrir más de la cuenta a Emery y sus chicos, situación lógica cuando, de la noche a la mañana, se intenta hacer algo a lo que no se está acostumbrado.
El Valencia del rombo no funcionó durante gran parte del encuentro por diferentes situaciones que sus jugadores no supieron llevar a cabo o resolver. El manejo del balón sólo tuvo fluidez atrás y no siempre. Cuando llegaba al centro del campo, atasco general. Banega y Tino se molestaron en repetidas ocasiones por estar demasiado juntos. «Es importante que los interiores sean hombres específicos que sepan jugar por dentro y por fuera», declara Javier Subirats, quien recuerda la forma en que lo hacían Arroyo y él mismo cuando estuvieron en activo.
Los laterales deben incorporarse en tareas ofensivas, haciéndolo con sentido, cuando la ocasión lo permita y sin el riesgo de que les ganen la espalda, algo que sucede con excesiva frecuencia. Además, deben encontrar la colaboración del mediocentro para que no haya descompensación. Y cuando llegan arriba, centrar bien, en condiciones, algo que también se consigue con cuentagotas.
A 'Chori' Domínguez le costó muchísimo conectar con sus compañeros, apoyarse, combinar, tocar, ante lo cual lo intentó en solitario, sin beneficio alguno para el equipo. También se topó en exceso con Aduriz y Soldado, los tres en escasos metros. Como apunta Juan Sánchez, «hay que ocupar mejor los espacios». El de Aldaia matiza además sobre el rombo que «sin extremos y con dos puntas hay que tener más llegada por fuera».
Existe coincidencia entre los especialistas consultados respecto a la sorpresa de utilizar un esquema inédito. «Es extraño, sí», opinan, mientras Ciraolo, analista de LAS PROVINCIAS Punto Radio (92.0 FM), señala que Emery «siempre trató de inculcar el 4-3-3, pero el equipo no respondió y tuvo que cambiar. El rombo es similar, pero un tanto modificado».
Cambios forzados
Enésima alineación diferente de la temporada y otro sistema táctico empleado por el Valencia ante el Hércules: el 4-4-2 con rombo. Como las matemáticas son lo que son y, de momento, al fútbol se juega con 11, para que los números cuadraran hubo que prescindir de los extremos de oficio. No es ningún sacrilegio, porque ha habido equipos a lo largo de la historia, y todavía los hay, que actúan sin ellos. Eso sí: en esos casos, normalmente, los laterales se convierten en carrileros y ocupan toda la banda. El propio Valencia de Emery lo ha puesto en práctica alguna vez. El domingo, sin embargo, ni Bruno ni Mathieu se prodigaron en ataque y las pocas ocasiones en que lo hicieron fue más para acompañar que para irrumpir. De manera que los dos nueves, más el rombo del centro del campo se convirtieron en un embudo y el atasco de personal en la zona ancha fue, en muchos momentos, monumental.
Afortunadamente, enfrente estaba el Hércules, que no daba para mucho y permitió que los tres argentinos combinaran lo suficiente como para conectar con los dos puntas. Pero el riesgo que se corre con este planteamiento, es evidente.
La amplia variedad táctica con la que nos viene sorprendiendo Unai no se debe a un capricho del entrenador, como apuntan sus contrarios. La mayoría de las veces viene impuesta por las numerosas bajas que aquejan a la la plantilla, producto de las lesiones y las sanciones. De las primeras sorprende la reiteración con las que las sufren algunos futbolistas, casos de Vicente o de David Navarro y la frecuencia con la que, de repente, los procesos de recuperación, se alargan, como ha ocurrido con Juan Mata.
En cuanto a las sanciones, están teniendo un efecto devastador para el equipo, sobre todo porque muchas de ellas provienen de tarjetas absurdas provocadas por meteduras de pata infantiles, que reflejan un bajo nivel de profesionalidad e implicación en muchos futbolistas. La indolencia y la relajación de algunos jugadores tiene su reflejo en esta epidemia de castigos sin sentido. Así no hay manera de estabilizar un equipo.
Afortunadamente, enfrente estaba el Hércules, que no daba para mucho y permitió que los tres argentinos combinaran lo suficiente como para conectar con los dos puntas. Pero el riesgo que se corre con este planteamiento, es evidente.
La amplia variedad táctica con la que nos viene sorprendiendo Unai no se debe a un capricho del entrenador, como apuntan sus contrarios. La mayoría de las veces viene impuesta por las numerosas bajas que aquejan a la la plantilla, producto de las lesiones y las sanciones. De las primeras sorprende la reiteración con las que las sufren algunos futbolistas, casos de Vicente o de David Navarro y la frecuencia con la que, de repente, los procesos de recuperación, se alargan, como ha ocurrido con Juan Mata.
En cuanto a las sanciones, están teniendo un efecto devastador para el equipo, sobre todo porque muchas de ellas provienen de tarjetas absurdas provocadas por meteduras de pata infantiles, que reflejan un bajo nivel de profesionalidad e implicación en muchos futbolistas. La indolencia y la relajación de algunos jugadores tiene su reflejo en esta epidemia de castigos sin sentido. Así no hay manera de estabilizar un equipo.
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