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ORGULLO

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viernes, 18 de diciembre de 2009

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Emery: Queríamos estar en la siguiente fase y lo estamos´

El técnico vasco recordó que lograr la clasificación ante un rival como el Génova "tiene más mérito".

Unai Emery se ha mostrado satisfecho tras conseguir sellar el billete para los dieciseisavos de final de la Euroliga en Génova. Un partido que se había preparado a conciencia, en palabras de Emery. "Nosotros sabíamos que teníamos que jugar este encuentro como si se tratara de una final. Estamos muy satisfechos porque queríamos estar en la siguiente fase y lo estamos".

Sobre el esquema de juego que dispuso el técnico de Hondarribia, aseguró que el rival de esta noche condicionaba el juego por el peculiar dibujo táctico que presenta. "El Génova es un equipo que necesitaba de una atención muy especial para que no desarrollara su juego, tiene un esquema de juego particular, con dos carrileros muy profundos", asegura.

Preguntado por su rival, Emery les calificó de "gran equipo". "Y esto nos da más mérito por hacerlo ante un rival como este".

Respecto a los jugadores que han finalizado el partido con molestias o se han visto obligados a abandonar el terreno de juego, Unai ha adelantado que, en el caso de Marchena, "tiene un golpe muy fuerte que le ha impedido continuar". El técnico aseguró que lo más importante es que los jugadores con cansancio o con golpes se recuperen lo antes posible para el partido del domingo contra el Deportivo.

Demasiado Sufrimiento

Bruno marca de cabeza y Villa sentencia en el tiempo de prolongación tras fallar un penalti El Valencia se salva en Génova tras estar 39 minutos a un gol de la eliminación


Vivos y encima primeros de grupo. El Valencia eligió la forma más agónica posible de seguir en la Europa League. No era un deseo, sino una obligación, sobrevivir en esta competición menor. La bola con su nombre estará hoy en el sorteo de dieciseisavos. Era lo único que podía pasarle al equipo de Emery. Lo contrario habría sido considerado como un gran patinazo. Ahora sí se puede respirar tranquilo. Al menos de momento, porque lo cierto es que para los puristas el camino escogido por el equipo tiene algunos apuntes de cierta consideración que quedan solapados por el triunfo y la clasificación.

Porque hasta que Villa se zampó el bombón que le regaló el portero y cerró el marcador con el 1-2 definitivo, apenas unos segundos antes del final del encuentro, la verdad es que el sufrimiento que soportó el equipo fue tremendo. Nunca estuvo eliminado, eso es cierto, porque el Génova no llegó a adelantarse en el marcador. Pero por la forma en que se desarrolló el juego y la inyección de moral que se palpó desde la grada, durante muchísimos minutos se vivió en situación de riesgo extremo. Y eso es precisamente lo que tiene que evitar el Valencia para futuros compromisos. Por mucho corazón que pongan rivales como el Génova, Emery debe afinar su grupo, porque por calidad individual y colectiva el Valencia reúne mucho más peso futbolístico. Ahora bien, eso ha de demostrarlo.

Y ayer, en Génova, la demostración dejó muchísimas dudas. Nunca pudo encauzar el combate hacia donde quería. Entrar en un vis a vis con los italianos era jugar a la ruleta. Eso se evitó justamente en el arranque, cuando los italianos mayor ímpetu pusieron. Pero fue lesionarse a la media hora Marchena y el equipo empezar a zozobrar pese a que Moyá tampoco tuviera tiempo para hacerse notar. Es más, hasta Joaquín pudo haber marcado tras quedarse solo ante Scarpi, pero el andaluz superó la salida del meta con un toque demasiado desviado.

Lo mejor para los valencianistas sucedió siempre al límite del tiempo. Bruno marcó un rocambolesco gol en el 45 y Villa cerró después el partido en el minuto cuatro de la prolongación. Todo, y eso nunca hay que olvidarlo, con la inestimable colaboración del portero italiano. Se comió el cabezazo lejano y casi de espaldas de Bruno en el 0-1 y la pifió con un perfecto pase para el Guaje, que transformó en gol con tanta habilidad como facilidad.

Vaivenes innecesarios

Pero hasta llegar a ese final feliz, la película tuvo vaivenes de cierta entidad. El primero, el empate del Génova. El despiste de los centrales permitió a Hernán Crespo anotar nada más arrancar la segunda fase. Mientras el estadio se venía abajo, el Génova crecía en moral y el Valencia se metía de lleno en la trampa. Ahí es donde precisamente no quería caer. Si algo bueno ha demostrado el equipo es que fuera de casa sabe adaptarse a las circunstancias. No lo hizo, al menos en la medida exigida, y se perdió el mínimo de rigor en el centro del campo. Además, como por las bandas Joaquín lo tuvo difícil y Mata desapareció en combate -Emery tardó una eternidad en retirarlo-, el equipo se sostuvo en pie con muchísima dificultad porque hubo instantes de cierto pánico.

Hasta Villa puso un poco más de incertidumbre fallando un penalti. A seis minutos para el final, el inteligente pase de Pablo para Joaquín terminó con un empujón sobre el andaluz que el árbitro no pasó por alto. Villa cogió el balón, como siempre, y le pegó fuerte, raso, a la izquierda del meta, pero bastante desviado. Lo que faltaba para calentar aún más el último tirón del encuentro, teniendo en cuenta que en esos momentos los locales seguían a un único gol de obtener una clasificación que habría eliminado al Valencia.

El público rugió, el Génova se echó encima casi a la desesperada, pero estaba escrito que el Valencia pasaría de fase, incluso como campeón de grupo, por delante de un Lille al que su fácil triunfo sobre el Slavia de Praga no le permitió desbancar de la cabeza al equipo de Unai Emery.