El portero quiere recuperar la titularidad con trabajo; sus agentes amagan con ofertas
El inicio de la Liga BBVA para Vicente Guaita no ha sido todo lo satisfactorio que él esperaba. Durante toda la pretemporada se ha estado especulando sobre quién sería el portero titular del Valencia una vez arrancase la competición, y la primera decisión de Miroslav Djukic apostando por Diego Alves ha dejado disgustado al valenciano. Su receta, trabajar al máximo para ganarse el favor del que manda.
Hace una semana, durante la visita de toda la plantilla del VCF a la Basílica de la Mare de Déu para la tradicional Ofrenda Floral, el guardameta de Torrent ya advertía que su intención en caso de no ser titular contra el Málaga era la de seguir luchando como otros años para ganarse el favor del míster.
Y tras su suplencia en Mestalla el pasado sábado las cosas no han cambiado en la cabeza de Guaita, que como es lógico está decepcionado por no jugar. Sabedor de que esto no ha hecho más que comenzar, su ilusión pasa por acudir cada día con la mejor actitud a los entrenamientos para dar el mejor nivel y ponerle las cosas difíciles a Djukic.
Su idea, ahora mismo, no es la de crear polémica ni acudir al club para solicitar un traspaso antes del cierre del mercado de fichajes el próximo 31 de agosto. Por el momento le toca motivarse al máximo en cada sesión y esperar novedades sobre su situación de cara al partido de la segunda jornada de Liga contra el Espanyol, mientras a su alrededor seguirá habiendo una tensa calma que sólo la titularidad puede curar.
Sin embargo, en el club existe inquietud respecto a los movimientos que sus agentes podrían realizar en los próximos días. Queda poco para el cierre del mercado de fichajes y cualquier operación con el portero de Torrent como protagonista dejaría un gran vacío en la plantilla, ya que el portero que Braulio tenía en cartera para reemplazar cualquier venta, Dani Aranzubía, se comprometió hace unos días con el Atlético de Madrid.
En el club, pase lo que pase hasta el 31 de agosto, públicamente se remiten a la cláusula de rescisión: 30 millones de euros. Sin embargo, en privado reconocen que una propuesta por la mitad de esa cantidad sería difícil de rechazar.