Siempre se estará a tiempo para su venta, ahora me sobreexcita la idea de pensar en un Valencia con Juan Mata.
Si se vende ahora, dolerá más. Tan cerca del cierre y a punto de comenzar el espectáculo, comprada ya su camiseta de la nueva temporada por cientos de valencianistas y, por encima de todo, tras una presentación majestuosa en el templo de los murciélagos aquella noche de verano romano. Ésa en la que el eco de su nombre retumbaba los cimientos del viejo Mestalla aclamado por el griterío: «el 10 es nuestro». No era un estadio, fue un Coliseo y él su gladiador.
La última tentación
A falta de 11 días para que concluya el plazo de fichajes, nubla nuestras miradas desde las islas británicas la sombra alargada del dinero londinense para llevarse a Stamford Bridge a algo más que un muy buen futbolista. Porque si se lo llevan, te arrebatan tu talento y tu emblema. El Chelsea va en serio y en el club ya lo saben, por lo que se ha focalizado el discurso en la voluntad del jugador y la medida de presión que éste podría ejercer para que aceptaran su marcha. Verdad a medias, porque tan cierto es que al asturiano le seducen los blues —junto a Barça y United los equipos durante el período estival por los que escucharía ofertas— como que al Valencia le tienta cualquier cantidad superior a 25 millones de euros. Y la tentación pecaminosa se convierte en irresistible cuando en lugar de la fruta te ofrecen el manzano. La crisis, la herencia; esa lacra.
El bando romántico
Llegados a este punto, durante los próximos días asistiremos a los debates en la calle sobre la conveniencia o no de su traspaso. Divididos en dos frentes, los más románticos recordarán, con el fin de evitar la venta, el estreno de aquel niño imberbe vestido de blanquinegro, sus primeros goles, sus innumerables asistencias, sus goles ante el Barça y aquel tanto copero en el Calderón. También su zurda, su regate y su genio. Insistentes y rebeldes, alzarán los brazos al cielo con las palmas de las manos abiertas reivindicando el número de los elegidos y recordarán, para aquellos de frágil memoria, que desde hace un par de veranos luce orgulloso una estrella en el pecho. Antes de cambiar el turno de palabra, harán hincapié en sus insultantes 23 años y en que lo mejor todavía está por llegar. Ahora le llaman capitán.
La réplica
Cambiando de bando, la réplica llegará con el discurso de aquellos que dirán que no es el primero ni será el último icono de la grada en cambiar de aires. Y con la intención de convencer a esos románticos, acudirán a las hemerotecas para mostrar los traspasos del pasado. Una vez hayan escuchado que Kily, Mendieta, Piojo, Gerard, Farinós, Silva, Villa y compañía fueron traspasados y la entidad siguió existiendo, les hablarán de Juan Bernat. Y entonces creeremos que la cantera tiene hueco. Más tarde, pensarán en el dinero ingresado y la necesidad imperiosa de apuntalar la zaga con la contratación de un central zurdo para, finalmente y entre todos, llegar a la conclusión de que la venta de Mata es necesaria y nada dramática.
Ya habrá tiempo…
Como siempre, en los debates existen opiniones para todos los gustos y la mía es clara: Mata no se vende. O mejor dicho, no debería ser vendido. Llámenme romántico, pero sigo creyendo en los símbolos y éste llegó con 19 años y la carta de libertad bajo el brazo. Es decir, en términos presidencialistas, su amortización es máxima desde que debutó. Para ingresar dinero por su venta siempre se estará a tiempo. Y no sé a ustedes, pero a mí me sobreexcita la idea de pensar en un Valencia con Mata y el resto de futbolistas que actualmente confeccionan la plantilla —también me falta un central—. Se respira juventud y ambición en un grupo talentoso con ganas de comenzar semejante desafío y el ´10´ sería el mejor abanderado para este proyecto.
Razones
Es el instinto homicida de los goleadores, pero de guante blanco. Es el asesino con cara de niño. Porque Mata no miente cuando juega y su fútbol está señalado a destapar el tarro de las esencias. Porque hablar de Mata es hacerlo de la excepción del estereotipo actual de futbolista del siglo XXI. Se trata de un animal manso en tierra de depredadores. Un caballero de fina estampa a quien se antoja difícil ver en situación desairada, inarmónica o grotesca. Porque hay mil maneras de ser un gran jugador, pero sólo una para ser aclamado. Juan Mata camina entre los humanos como un chico educado. Por todo ello, y seguramente mucho más, la decisión del presidente tendrá que ser meditada robándole en los próximos días muchas horas de sueño.
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