JOAQUÍN BALLESTA | VALENCIA..-
Mauricio Pellegrino ya ejerce como entrenador del Valencia. Ayer inició el asalto al que es el primer gran reto de su carrera en los banquillos. Después del mediodía salió del club acompañado de Braulio Vázquez. Destino, Mestalla. Caminar pausado, mirada fija, para cruzar la avenida de Suecia y adentrarse en el templo donde defendió durante cinco temporadas la camiseta del equipo al que ahora entrenará.
Saboreó cada uno de los diez peldaños que separan el túnel de vestuarios y el césped. Momento inolvidable para un Pellegrino al que se le erizó el vello. Sintió emociones de antaño. Se plantó en los medios y levantó la mirada al tendido, al más puro estilo torero. Por su cabeza pasaron tantos y tantos recuerdos inolvidables a velocidad de vértigo. Goles, ovaciones, triunfos y celebraciones de títulos que ganó como futbolista, de la mano de un Rafa Benítez del que ha aprendido todo como técnico para, ahora, ponerlo al servicio del Valencia.
«Las primeras sensaciones han sido maravillosas», declaró Mauricio en la televisión del club, mostrando un regusto especial, único, por volver a pisar Mestalla. «He sentido un cosquilleo nada más subir las escaleras para salir al terreno de juego», reconoció antes de mostrar su agradecimiento y compromiso. «Estoy honrado de que el club me haya elegido para este cargo, estoy con mucha ilusión y energía para poder aportar lo mejor», añadió.
El Flaco llegó a Valencia la noche del domingo. Descansó y, una vez recuperado del viaje, se le vio fresco, casi radiante en sus primeras horas como nuevo responsable de un Valencia al que pretende llevar a lo más alto. Sin poner límites a la ambición. «Entre todos tenemos que dar lo mejor para subir un peldaño más, me gustan los desafíos y, si seguimos en esta senda, este equipo se va a ir acercando a lo máximo, que es a lo que aspiro».
Si por él fuera, comenzaría a entrenar hoy mismo. Está ansioso por iniciar esta nueva etapa y ni siquiera la condición de primerizo lo frena. «Es un desafío hacer un equipo competitivo y superar las adversidades, ojalá pueda ayudar al Valencia a hacerse más grande de lo que es», dijo.
Al contrario de lo que piensa la gran mayoría, viendo los resultados de Real Madrid y Barcelona en las últimas temporadas, Pellegrino no pone techo a su Valencia y dejó constancia de ello en el transcurso del almuerzo celebrado ayer para ser presentado al consejo de administración. Literalmente, se metió a los jefes en el bolsillo. Mirando a los ojos de quien le preguntaba, con una naturalidad que todos valoraron, sin hacer distinciones jerárquicas a la hora del trato, el técnico admitió desconocer «los problemas de casa», pero defendió que fuera de España «el Valencia es un grande». Palabra de quien ha trabajado en plazas como Liverpool o Milán.
El almuerzo tuvo lugar en el restaurante Les Graelles. Arriba, en la terraza. Mesa para 14 comensales, número que aumentó respecto a la reserva inicial de nueve. Al final comieron 13. En un lado de la mesa, Vicente Andreu, Vicente Gil, Manuel Llorente, Mauricio Pellegrino, Fernando Giner y Braulio Vázquez. Enfrente, Társilo Piles, Antonio Sesé, José Antonio García Moreno, José García Roig y el abogado del consejo, Tomás Trénor. Con ellos, los responsables de comunicación y relaciones externas, Damià Vidagany y Jordi Bruixola.
Todos quedaron encantados con Mauricio Pellegrino, quien, entre plato y plato, les transmitió el pleno conocimiento que tiene de la plantilla. La conclusión del entrenador argentino fue que este Valencia posee «un gran potencial».
Del mismo modo, Pellegrino destacó la importancia que para él tiene que los futbolistas sean conscientes de que están en un gran club. «Los jugadores han de sentir que pertenecen a un club grande», vino a manifestar a los miembros del consejo de administración, quienes fueron acudiendo de forma progresiva a la cita.
El primero en llegar fue el presidente, acompañado de Vidagany y Bruixola. En lugar de acceder por la puerta principal, ante la que se encontraban cámaras de televisión y fotógrafos, lo hicieron por la lateral para evitar a los periodistas. Esto les obligó a cruzar por el restaurante que hay en el bajo y, a través de la cocina, subir al comedor que tenían asignado.
Todos los demás miembros del consejo entraron por la puerta principal. Los siguientes en llegar fueron Fernando Giner y Antonio Sesé; después, García Moreno, al que siguió Vicente Gil. Por fin apareció Pellegrino con Braulio. Los más rezagados, García Roig y Andreu, que llegaron juntos y, el último, Társilo Piles. Ya con el almuerzo iniciado Llorente se ausentó, regresando minutos después. Tras una agradable sobremesa, Pellegrino, Braulio y Vidagany se fueron a trabajar. Los dirigentes abordaron otros asuntos más espinosos.