Apareció Braulio sonriente y satisfecho para analizar lo que el mercado de fichajes veraniego había dado de sí para el Valencia. Está orgulloso por haber rejuvenecido el vestuario, por españolizarlo, por haber puesto en manos de Unai Emery «una plantilla mejorada» respecto a la del año anterior. Es cierto que de las siete incorporaciones de la primera plantilla, cuatro hablan español. Lo es también que el Valencia se ha quitado muchos años de encima, por la juventud de los recién llegados y la veteranía de los que dijeron adiós. Ahora bien, sobre si el nuevo proyecto es mejor que el anterior, serán los resultados -implacables jueces- los que den o quiten la razón al coordinador de la secretaría técnica.
El tiempo resolverá estas y otras cuestiones. De momento, el Valencia ha vuelto a primera línea de combate en el mercado de fichajes. Este verano se ha gastado 33 millones de euros, la cantidad más alta desde que Manuel Llorente se hiciera cargo de los blanquinegros tras la marcha de Vicente Soriano. Los esfuerzos económicos de las últimas temporadas han permitido al Valencia acudir con cierta tranquilidad al mercado, otra vez.
Desde la época de Juan Soler como presidente, el club de Mestalla no se había permitido tantas alegrías como en la presente temporada. Antes de cerrar la venta de Juan Mata al Chelsea, ya habían firmado Piatti (7,5 millones), Rami (6), Canales (1), Parejo (6) y Diego Alves (3). Luego, con un pequeño porcentaje del dinero obtenido por el asturiano, se llevó a cabo el necesario lavado de cara a la defensa y aterrizaron Víctor Ruiz (8) y Barragán (1,8). Siete jugadores y 33 millones después, se entiende el cambio de fisonomía del Valencia.
El recobrado protagonismo de los blanquinegros en la guerra de los fichajes vino motivado por una elaborada, costosa y fundamental operación salida. El Málaga de los petrodólares pagó 10 millones por Joaquín e Isco, el Besiktas dejó dos por Manuel Fernandes y Roman Abramovich apostó por Mata y el Valencia recaudó 28 millones por él. En total, cerca de 40 'kilos' que permiten un balance positivo de entradas-salidas del Valencia.
El otro gran caballo de batalla de Braulio fue rescindir a aquellos jugadores con fichas muy altas -herencia casi todas de la época de Soler-, cuyo rendimiento deportivo era cuestionable. Vicente y Del Horno se despidieron para siempre y además, se consiguieron las cesiones de Moyà o 'Chori' Domínguez. Así, el nuevo Valencia ganaba espacio salarial. «Este equipo es más barato que el anterior y el del año que viene esperemos que cueste aún menos», explicaba Braulio. En total, se ha reducido el coste de la plantilla en cuatro millones de euros (la actual cuesta 83) respecto a la pasada campaña.
Lejos, muy lejos queda ya la temporada 2009-2010: la primera de Llorente al frente después del paso por Mestalla de Soriano. El mercado de fichajes se resintió de las penurias económicas que poco antes habían empezado a aflorar en el Valencia. Sólo ocho millones de gasto repartidos en siete futbolistas. Se pagó por los traspasos de Moyà y Bruno, el resto (Mathieu, Jordi Alba, Dealbert, Miku y Chori) llegaron a coste cero. Al año siguiente, la inversión valencianista se disparó hasta los 26 millones, pero las ventas de Villa (40) y Silva (33) compensaron con creces los fichajes de Soldado, Aduriz, Tino Costa o Topal, entre otros.
Con todo, la inversión del Valencia este verano es la más alta de los últimos cinco años. Desde la 2007-2008 -todavía con Soler como presidente- el club blanquinegro no había vuelto a realizar un gasto tan elevado. Fue el último año del constructor como mandatario y sus fichajes, ruinosos, todavía colean.
El Valencia pagó seis millones por Alexis y Arizmendi, doce por Zigic, dieciocho por Fernandes y diecisiete por Banega. Por contra, llegó Mata, el último símbolo de Mestalla, sin soltar un sólo euro. Fueron los coletazos finales de una época en la que el Valencia había asumido riesgos inexplicables -Tavano, Caneira, Hugo Viana, Estoyanoff- con algunos futbolistas.
La ligereza de la época de Soler contrasta con la austeridad de los años en que Rafa Benítez y su equipo asombraron a Europa. El Valencia arrancó la década asumiendo los fichajes de los indispensables Aimar y Rufete. También los de otros como Salva Ballesta o De los Santos que no lograron triunfar en Mestalla. A Benítez le cerraron el grifo y, hasta la llegada de Ranieri tres años después, sólo gastó el Valencia 11 millones en reforzar la plantilla. Con el técnico italiano, ya en 2004, llegarían sus compatriotas Corradi, Di Vaio, Fiore o Moretti.
El Valencia, en lo estrictamente deportivo, empezaba a perder la fortaleza defensiva que había caracterizado al conjunto que consiguió dos Ligas, la UEFA y la Supercopa de Europa bajo el mando de Benítez. Una fortaleza defensiva que no ha vuelto a recuperar, en gran medida por el continuo cambio de cromos que el Valencia efectúa cada verano.
Continuo cambio de defensa
Con la llegada de Víctor Ruiz y Antonio Barragán, el equipo blanquinegro ha renovado por completo una retaguardia que nada tiene que ver con la de hace tres años. El único que sigue, a pesar de Unai Emery, es Miguel Brito. Después de estar con pie y medio fuera del Valencia, parece evidente que la presencia del portugués en la plantilla resta más que suma. De muy pocas opciones va a gozar el diestro para tener oportunidades este año.
Los otros ocho componentes de la zaga blanquinegra, sólo pueden presumir de llevar dos años seguidos Bruno, Mathieu, Dealbert y Jordi Alba, que llegó siendo un extremo y al que Unai ha reconvertido en lateral. Ricardo Costa fue el único que desembarcó la pasada temporada y ya en la actual han llegado los nombrados Ruiz y Barragán, más Adil Rami.
Los continuos cambios en la zaga contrastan con la etapa de esplendor defensivo de los primeros años del siglo, iniciada con la Copa del Rey que el Valencia logró en 1999. En aquella final ante el Atlético ya se encontraban en el equipo Angloma, Djukic, Roche o Carboni. Posteriormente, se asentaron como bastiones defensivos los argentinos Fabián Ayala y Mauricio Pellegrino, Curro Torres, el brasileño Fabio Aurelio y Carlos Marchena.
En los últimos años han desfilado por Mestalla defensas que no han tenido tanta continuidad como aquellos. Asier del Horno llegó con el cartel que le acreditaba como uno de los mejores laterales zurdos de Europa, procedente del Chelsea. El vasco sufrió varias lesiones y desde su ingreso en el Valencia hasta su reciente rescisión, no ha conseguido triunfar. Un año después llegó Alexis, que había completado una buena temporada en Getafe. Su aportación al Valencia se reduce al gol que consiguió en la final de la Copa del Rey. Se fue -por la puerta de atrás- dirección Sevilla.
También estuvieron en el equipo David Navarro, que fue recuperado del Mallorca y llegó a ser capitán del equipo, e Iván Helguera, quien llegó procedente del Real Madrid y apenas estuvo una campaña en el club. Y Stankevicius, cedido en el Valencia la pasada campaña, pero que no continuó en el club al acabar el periodo de cesión.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2011-09-04/valencia-gasta-20110904.html