Manuel Llorente y Unai Emery se visten de gala para asistir a una boda ficticia. La que les unirá en matrimonio futbolístico por cuarto año consecutivo y con fecha de caducidad: junio de 2012. Hoy está previsto que llegue a Valencia Iñaki Ibáñez, agente del entrenador, para entrevistarse con el presidente y con Javier Gómez. La idea es que el encuentro no sea en las oficinas del club para evitar así la presión mediática. Encima de la mesa tienen el tercer contrato del técnico con el club y deben acabar de pulir la primera piedra del proyecto 2011-12.
Nadie, absolutamente nadie, tiene dudas de que todo se va a resolver. Hasta el propio técnico hablaba en la sala de prensa de Riazor de que esta semana debe empezar a planificar con Braulio Vázquez la configuración de la futura plantilla, la misma que debe satisfacer el voraz apetito de Llorente que ya ha dejado claro que se queda con hambre con la tercera plaza. Quiere el presidente algo más en Copa (sueña al menos con la final) y los cuartos de la Champions.
Emery va a renovar. Lo sabe prácticamente desde que cenó en casa de Llorente hace una semana. En sus últimos discursos lo ha dejado claro y su semblante en el viaje a La Coruña era fiel reflejo de que, una vez liberada la tensión, está más feliz que unas pascuas. Los números refuerzan su trabajo. La victoria de Riazor, por ejemplo, le ha permitido igualar con 25 triunfos a domicilio los que consiguió Benítez, con la diferencia de que a éste le sirvieron para ganar las ligas en 2002 y 2004.
La agencia Efe añadía un dato más: Emery también ha igualado el registro como técnico de Jacinto Quincoces en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, aunque éste permaneció seis temporadas y en vez de 57 encuentros consiguió sus veinticinco victorias forasteras en 91 partidos. El crecimiento de Unai ha sido considerable y con 114 encuentros de Liga en el banquillo se ha situado a la misma altura que Espárrago (1988-1991) y Benítez (2001-2004).
Por delante en esta lista está todavía Di Stéfano (251) y Jacinto Quincoces (188), con cifras que tal y como está estructurado hoy en día el fútbol se presumen casi imposibles. Además, no hay que olvidar las dudas de Llorente antes de 'pedirle matrimonio'.
La segunda vuelta de esta Liga concluida ha sido espectacular, la mejor en los últimos siete años. Esta plantilla ha acabado por responder a las exigencias, aunque el Valencia actual se encuentra con el mismo problema de todos los veranos: tiene que vaciar el vestuario y los sueldos de los jugadores son un obstáculo muy complicado de salvar.
Cuando a partir del martes se sienten Braulio y Unai a hablar soñarán con el adiós de Manuel Fernandes. En la lista de salidas, el Valencia ha situado el nombre del portugués en cabeza, aunque ayer curiosamente sus representantes deslizaban que lo del Besiktas no está tan claro. Incluso desviaban la atención hacia el Atlético de Madrid.
Con Braulio, Unai debe hablar entre otras cosas de la renovación de Albelda pero sobre todo de la situación atípica provocada en la portería, con un Renan que no quiere volver al Valencia, un Moyà al que se quiere traspasar y un César que acaba contrato y no tiene hueco por las circunstancias anteriores. «No tengo prisa, soy muy joven todavía», dice seguro César (39 años). A Braulio le corresponde colocar urgentemente a Miguel y Chori, además de ajustar el precio por Stankevicius. Habrá que ver lo que sucede con otros como Banega, de quien en Italia se ha insiste en que está en la órbita del Inter de Zanetti, apuntando incluso a un posible traspaso de ocho millones de euros.
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