La noticia del acuerdo con Bankia ha cambiado el semblante del Valencia. El club perderá las parcelas del viejo Mestalla, la actual ciudad deportiva y el solar para oficinas de la avenida de las Cortes, pero a cambio se verá liberado de los casi 250 millones de euros que conforman su deuda bancaria y obtendrá la línea de financiación necesaria para reiniciar las obras del nuevo estadio. Aun así, todavía deberán transcurrir cinco meses hasta que las máquinas retomen su actividad a pleno rendimiento. Una vez que esto ocurra, presumiblemente en mayo de 2012, se iniciará el periodo de 18 meses que desembocará en la construcción de la nueva casa blanquinegra.
Desde que Manuel Llorente llegó a la presidencia del club, el Valencia sometió el proyecto inicial a una exhaustiva revisión con el fin de abaratar costes. En unos casos se cambió los materiales contemplados por alternativas más económicas; en otros, simplemente se renegoció los precios con proveedores. Y también se optó por suprimir dependencias exageradamente suntuosas, como la sala de prensa VIP para 200 periodistas.
Esto permitió aligerar la carga económica en unos 50 millones de euros. Incluso se especuló con la posibilidad de que el estadio perdiese su cubierta característica. Sin embargo, desde un punto de vista estético el resultado será idéntico a la maqueta que presentó Juan Soler hace ya cinco años. Y la cubierta no sólo se respeta, sino que además cuando el equipo se traslade al nuevo Mestalla, a principios de 2014, ya estará concluida.
La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, confirmó ayer que las diferencias con el boceto inicial serán mínimas. «Se va a terminar en las mismas condiciones. Creo que hay un cambio, eso no lo debo decir yo, sencillamente en el material de la cubierta», indicó Barberá. En el proyecto original se había previsto de aluminio con un revestimiento interior de madera.
La importancia del acuerdo con Bankia marcó el desplazamiento del Valencia a Cádiz, hasta el punto de que podría hablarse de que hay un Llorente antes y después del anuncio de la reanudación de las obras. Durante el viaje, el presidente tuvo tiempo para bromear, sonreír e incluso estallar en carcajadas. Pasó mucho tiempo conteniendo la respiración y ahora se le ve feliz. Retomar la construcción del nuevo estadio era su objetivo principal cuando asumió la presidencia y lo ha conseguido. El primero al que mostró efusivamente su alegría fue a Társilo Piles, presidente de la Fundación.
Llorente apareció en el aeropuerto de Manises radiante y, después del embarque, achuchó a Piles riendo a carcajadas en presencia de Fernando Giner y Jordi Bruixola. El presidente se mostró más afable que nunca durante el vuelo y ya en Jerez, incluso con las cámaras de televisión como testigos, se atrevió a juguetear con Jordi Bruixola. Como un chiquillo. El malestar por los últimas resultados del equipo, en Londres y Sevilla, quedó aparcado por unas horas.
En el Valencia reina un profundo agradecimiento hacia Bankia, a la espera de que se haga pública la letra pequeña del crédito que la entidad financiera concederá al Valencia para reanudar las obras del nuevo estadio. De momento quedan por pagar 150 millones.
Ahora el club vivirá en un régimen de alquiler en la ciudad deportiva de Paterna, por lo que tendrá que activar con celeridad la construcción de la de Porchinos, en Ribarroja, cuyo coste inicial se cifró en 50 millones. No obstante, Llorente prefiere centrarse ahora en el nuevo estadio y las condiciones del crédito con Bankia. Porchinos vive en un plano secundario.
También llega el momento de recuperar infraestructuras que debían construirse alrededor del nuevo estadio. El concejal de Tráfico de Valencia, Alfonso Novo, comentó ayer que se retomará el concurso para un aparcamiento subterráneo en la avenida General Avilés, previsto para residentes y con el propósito de amortiguar la saturación de vehículos los días de partido. Acerca del túnel en la avenida Cortes Valencianas que debía prolongar el de Pío XII, consideró esta inversión mucho más complicada, por no decir imposible. El presupuesto inicial que manejaba el Ayuntamiento fue de 50 millones de euros, aunque luego se planteó abaratarlo con un paso inferior más corto. La ronda de Mislata, entre la V-30 y Campanar, está pendiente de ejecutar también debido a los problemas surgidos por la afección a una red de acequias centenarias protegidas por su valor patrimonial. Fuentes de la Conselleria de Infraestructuras recordaron la oposición de Cultura a este trazado, al menos hasta que se apruebe el Plan de Acción Territorial, que dará cobertura legal a las obras. El momento dulce del club no coincide con el de la Administración, por lo que estas iniciativas carecen de plazos.