Murciélagos valencianistas

Romario, Rep o Diarte alternaron sus gestas diurnas con las nocturnas. Del Horno o Miguel siguen hoy sus pasos en Mestalla


De Romario a Miguel, de Johnny Rep a Banega, del 'Lobo' Diarte a Del Horno... Pasan los años y nada cambia. La fama y el entorno que rodea a los futbolistas de élite continúa causando estragos en la vida profesional de muchos de ellos, incapaces de controlar sus instintos lúdicos, tal vez por aquello de que la cabra tira al monte. Son incorregibles, no tienen medida ni capacidad para meditar, aunque sea un par de minutos, sobre el perjuicio que se causan a sí mismos.

Miguel Brito sigue haciendo méritos para ser nombrado discípulo aventajado de Romario de Souza. Su digno sucesor. El brasileño batió todos los registros de juergas y bacanales en los cuatro días que estuvo en la plantilla del Valencia. Acabó siendo agotador para los periodistas, de día y de noche. Por la zona de Juan Llorens, por el Carmen y hasta por alguna que otra urbanización de la periferia.

Las fiestas de Romario acabaron convirtiéndose en auténticos escándalos. Como consecuencia de alguna de ellas, acabó teniendo problemas con Luis Aragonés. El crack brasileño, producto de sus interminables correrías, no encontraba tranquilidad ni en los entrenamientos. En alguna oportunidad, recién casado con Danielle Favatto, un empleado del Valencia tuvo que coger a la joven y guiarla en una visita turística por la Ciudad Deportiva de Paterna para evitar que se encontrara con Sonia Monroy y Yola Berrocal, explosiva pareja que apareció de repente en las instalaciones valencianistas, al reclamo de Romario.

La Monroy, adicta a los futbolistas, casi acaba convirtiéndose en ferviente seguidora del Valencia, pues después de Romario mantuvo algún que otro amorío con Patrick Kluivert, que no dio una a derechas con el club de Mestalla.

Las décadas de los 60 y 70 tuvieron también su morbo. El 'Lobo' Diarte llegó a Valencia precedido de su fama desde Zaragoza. Incluso, guitarra en ristre, había grabado un disco. Aquí era fácil verlo en la discoteca Sami, con otros compañeros. Pero era otro tiempo. «Salíamos, como casi todos, pero a las dos de la mañana estábamos en casa. El problema es que ahora se abre a esa hora», comenta el Lobo, puntualizando que muchas veces «te ves envuelto en un lío porque la gente se acerca a los famosos y los provoca».

Otros valencianistas aliados perennes de la fiesta fueron el holandés Jonnhy Rep, el mismo Mario Kempes cuando se desmarcó del manto paterno y, más recientemente, Lubo Penev; el búlgaro, sin embargo, compaginaba bien el ocio y el trabajo, machacándose en el gimnasio horas y horas porque siempre quería ofrecer el máximo rendimiento en el campo.

Es evidente que, como todo en la vida, los nuevos tiempos llevan consigo nuevos modos, otras formas de divertirse, que varían también en función de la educación de cada cual. Lo de hoy poco o nada tiene que ver con el pasado. Echando la vista atrás, Vicente Guillot da cuenta de cómo se manejaban en su época de futbolista. «Una noche, Waldo y yo nos fuimos con nuestras mujeres al teatro, a ver una comedia de Zori, Santos y Codeso. A las doce y media estábamos en casa, pero lo supo el club y nos cayó una multa de 5.000 pesetas».

Las andanzas de Miguel Brito, por otra parte, parecen seguir alimentando la fiebre festera de los futbolistas. Compañeros suyos en el Valencia como Fernandes, Del Horno o Banega han seguido su estela; el argentino, más centrado ahora tras hacer estragos en Madrid junto a Agüero. La lista, a nivel general, sería interminable: Ronaldo, Maradona, 'Mágico' González, Ronaldinho, Ocampos, Pelé...