Hagamos memoria: ¿a cuántos futbolistas de aquellos onces de Pizzi echamos de menos? ¿Keita, Bernat, Mathieu quizás? Pocas voces reclaman a hombres como Ricardo Costa, Vargas, Senderos o Fede Cartabia, principalmente porque la dirección deportiva ha acertado supliendo sus salidas con futbolistas mejores o que han dado más rendimiento.
Once titular de Nuno
Once titular de Pizzi
Surca el navío valencianista los mares ligueros como los buenos barcos pirata, con la isla del tesoro y el botín de la Champions entre ceja y ceja y sin importar el cómo, el cuánto, el cuándo ni el por qué. Lo mismo da una travesía plácida que vivir de escaramuza en escaramuza, dejando muertos y heridos a su camino hacia el premio gordo. La mayoría verán con gozo los números amasados en estas veintitrés jornadas; los menos, entre los que me incluyo, lamentarán las horas de sufrimiento innecesario debido al mejorable fútbol que se contempla más a menudo que nos gustaría. Y todos, absolutamente todos, afilaremos la espada con ansia ante la proximidad de la tercera plaza, a tiro de piedra en cuanto el Atlético de Madrid baje el ancla y se centre en la Liga de Campeones.
El debate de la exigencia respecto al juego del equipo debe contextualizarse convenientemente. No hay duda de que aquellos que piden más al Valencia de Nuno lo hacen movidos por el afán ambicioso de alentar a un equipo poderoso, imponente, autoritario y que infunda temor a los rivales a todos los niveles. A fecha del hoy el equipo lo logra cuando juega en Mestalla (ya hablamos de que el estadio “gana partidos” hace unas semanas) y los números son intachables: 31 puntos de 36 en lo que llevamos de año. La vertiente opuesta es la de justificar las lagunas futbolísticas del equipo con el argumento de que se trata de un equipo nuevo, de que las piezas deben encajarse y que, en un año de transición como el actual, la Champions debe alcanzarse por lo civil o por lo criminal, privilegiando los números sobre las sensaciones.
Un momento… ¿”Equipo nuevo”? ¿”Año de transición”? La réplica suele situar los millones invertidos en el centro del debate: sí, se ha fichado mucho, pero lo que se ha traído al equipo es caro y, por lo tanto, “mejor”: tiene la obligación de acoplarse con más facilidad, de rendir más rápido, de ofrecer resultados más inmediatos y de otorgar un salto de calidad de manera automática. Esos son los paradigmas de llevar a cabo fichajes estelares. La realidad, luego, suele dictar cosas diferentes.
Pongamos, por ejemplo, el caso de Enzo Pérez: dada la expectación generada por su llegada y los 25 ‘kilazos’ desembolsados, se esperaba (no… se exigía) que el argentino marcase diferencias desde el primer momento, que fuese el cacique de la medular, que atacase con acierto y defendiese con garra… En definitiva, que marcase diferencias. Y lo que vemos es un jugador que todavía no ha encontrado su sitio ideal dentro del esquema de Nuno, ligeramente atropellado en sus acciones, algo excesivo en el ‘tackle’ (cinco amarillas en siete partidos es demasiado) y en busca todavía de su mejor versión. Que acabará llegando, que nadie lo dude.
UN VALENCIA NO TAN ‘NUEVO’
El fútbol va a una velocidad tremenda. No espera a nadie. Unámosle la catarsis y la locura enajenada de un proceso de venta surrealista para recordar que, hasta hace no mucho, las perspectivas deportivas del Valencia no podía ni imaginar estar a estas alturas de temporada a tres puntos de la tercera plaza. Por redondear, echemos la vista atrás un año. Doce meses. No parece mucho tiempo, ¿verdad? En febrero de 2014, el club penaba en la zona media de la tabla en Liga y Pizzi todavía le estaba cogiendo el aire a su plantilla.
Hace un año se disputaron seis partidos en el mes de febrero, cuatro de ellos en Liga y otros dos en Europa League. El Valencia obtuvo cuatro victorias y dos empates. La tanda se abrió quizá con uno de los momentos más gloriosos de la era Juan Antonio Pizzi en el banquillo: el épico, por inesperado, triunfo por 2-3 en el Camp Nou. Aquel once que tumbó al Barça del Tata Martino estaba compuesto por Alves bajo palos; línea defensiva de cuatro con Barragán, Ricardo Costa, Mathieu y Bernat; un centro del campo con tres hombres como Javi Fuego, Dani Parejo y Oriol Romeu; y con Feghouli y Piatti en las alas para servir balones a Paco Alcácer. Es decir, entre cinco y seis futbolistas que, a fecha de febrero de 2015, también son titulares en el actual Valencia.
Echando un vistazo a las alineaciones y futbolistas empleados hace doce meses, la titularidad de hombres como Alves, Barragán, Fuego, Alcácer o Piatti era ya indiscutible, con un papel muy relevante de tipos como Feghouli, desplazado de la titularidad por hombres como Vargas o Fede Cartabia pero que, sin embargo, siempre tenía minutos de calidad en los partidos para brillar. Su situación se ha prolongado a la etapa de Nuno al frente de la nave: el portugués sigue confiando en aquella columna vertebral que tumbó al Barça, que goleó al Betis (5-0) o que cosechó un trabajado 0-0 en el Sánchez Pizjuán en febrero de 2014. Hombres inamovibles. Por lo tanto, el continuismo es un tanto que apuntarle al actual técnico y una excusa menos para el sector que sostiene que el equipo no tiene nada que ver con el del año pasado: tiene que ver, y mucho.
PLANTILLA Y BANQUILLO MEJORADOS
Sí que es cierto, no obstante, que hay tres argumentos imposibles de contradecir: la plantilla en global ha cambiado muchísimo y se ha remozado de arriba abajo; que dichos cambios han conferido un salto de calidad notable a la escuadra; y que conjugar todas las nuevas piezas del puzle es una dificultad añadida para el entrenador.
Hagamos memoria: ¿a cuántos futbolistas de aquellos onces de Pizzi echamos de menos? ¿Keita, Bernat, Mathieu quizás? Pocas voces reclaman a hombres como Ricardo Costa, Vargas, Senderos o Fede Cartabia, principalmente porque la dirección deportiva ha acertado supliendo sus salidas con futbolistas mejores o que han dado más rendimiento. Además, sólo hay que echar un vistazo a sus trayectorias posteriores: Keita manda mucho, sí, pero en una Roma que persigue sin suerte a una monopolística Juventus de Turín; Vargas languidece en el Queens Park Rangers; Fede es de lo más destacable en un Córdoba que ocupa puestos de descenso; Ricardo Costa acaba de iniciar su periplo en el PAOK Salónica tras unos meses en Qatar; y Senderos, con sólo 29 años, ha regresado a un Aston Villa con muy mala pinta y en el que Carles Gil, en tres ratos que ha jugado, ha maravillado a todos. Ninguno de ellos le ‘robaría’ el puesto a los actuales jugadores. Sólo Mathieu (Barcelona) y Bernat (Bayern) optarían al once titular.
Nos queda el fútbol-ficción de imaginar qué potencial hubiese mostrado una pareja de centrales integrada por Otamendi y Mathieu, o la excitación que produciría en Mestalla una banda izquierda cabalgada al unísono por Bernat y Gayà intercambiando las posiciones de carrilero y extremo zurdo. Más allá de eso, poca gente quiere mirar atrás… con razón. En un año, la plantilla ha cambiado para bien. Los Orban, Mustafi, Enzo, André Gomes, Rodrigo o Negredo son tipos disciplinados, atesoran una calidad técnica notable y le encajan al técnico en los sistemas que emplea cada partido. Hace doce meses, la presencia de Alcácer en la punta del ataque obedeció a la salida sin objeciones de hombres-no-gol como Postiga y Pabón en el mercado invernal. Paquito jugó porque no había otro… y toda la vida habrá que dar gracias por semejante giro del destino, que le sirvió al de Torrent para demostrarle al mundo que lleva el gol en la sangre.
Si aceptamos por tanto la ‘Teoría de la Transición’ en la 2014-2015 y le damos al equipo y a Nuno una temporada completa para encajar piezas, poco podemos achacarle a la actual plantilla. 47 puntazos tras 23 jornadas, con el único lunar de la eliminación copera. Nada más que objetar, y poco más que pedirle. Después de todo, con plantillas bastante mejores, nadie montó un escándalo cuando otros técnicos acabaron sextos en su primer año con Villa, Mata, Joaquín y Silva conformando el frente de ataque. Hay que ser consecuentes, ¿no?
¿QUÉ NÚMEROS HARÍA EL ACTUAL VALENCIA CON PIZZI AL FRENTE?
Será, para siempre, una de las preguntas sin respuesta más debatidas. Sospecho que los guarismos no variarían demasiado (ni para bien ni para mal) respecto a lo que estamos viendo este año, pero es sólo una opinión personal de alguien que valora como un señor que llegó a mitad de temporada (renunciando voluntariamente a disputar como técnico de San Lorenzo la Libertadores, la Champions sudamericana) cogió un barco que se hundía y estuvo a un minuto de alcanzar y seguramente ganar la final de la Europa League. Me hubiese gustado ver al 'Lagarto' con hombres como Negredo, Rodrigo u Otamendi.
Tras ser sacado del club por la puerta trasera, Pizzi pasó varios meses sin entrenar hasta aceptar la propuesta del Club León de Mexico. Allí transita por la zona media de la tabla, con dos victorias, dos empates y dos derrotas en las primeras seis jornadas del campeonato Clausura mejicano. La plantilla de los ‘Panzas Verdes’, al parecer, tiene quejas respecto a la exigencia del preparador físico Alejandro Richino durante el trabajo semana. El ‘Profe’, durante su periplo en el Valencia, no hizo más que acumular elogios debido al giro físico que le dio a una plantilla en descomposición a mitad de temporada.
El debate de la exigencia no es más que el eterno vaso medio lleno o medio vacío en función de aquel que lo mira con detenimiento. El factor diferencial, como siempre, son las formas y el tono de los comentarios: llevar a cabo un análisis crítico en clave positiva, buscando aspectos a mejorar de un equipo al que (es una evidencia) le falta definir de una vez el estilo futbolístico que quiere implantar, no supone despreciar los excelentes resultados que jugadores, Nuno y cuerpo técnico están cosechando en la actualidad. Del mismo modo, emplear los 47 puntos amasados hasta hoy como metafórica venda que tape las deficiencias y puntos débiles de la escuadra blanquinegra tampoco parece una buena idea: a los rivales no les importa la puntuación que lleves, pero sí el conocer que tienes puntos débiles y no haces nada por solventarlos.
La situación futbolística, económica y social es infinitamente mejor que la de hace un año. Sólo han sido 365 días, pero nos ha parecido una década. Dudo que haya alguien a quien le apetezca regresar a aquellos días de inestabilidad, agresividad en el entorno, irregularidad sobre el césped y ‘de-todo-menos-fútbol’. Por eso, saber de dónde venimos y recordarlo a menudo puede servir para poner en valor lo cosechado hasta hoy. Nunca como excusa, pero sí como atenuante. Perderse en todo aquello que nos gustaría que se mejorase puede llevar a pasar por alto el trabajo bien hecho, ese del que debemos disfrutar. Por tanto, las críticas al juego del Valencia, como el alcohol, deben gestionarse con moderación. Es nuestra responsabilidad.