Allá por mitad del mes de julio dio comienzo la temporada 2010-11. Parece que ha pasado mucho tiempo y sin embargo tan sólo se han disputado dos partidos de Liga. Con muchas caras nuevas, ausencias absolutamente remarcables e impregnados completamente de incertidumbre, todos estamos expectantes, a la espera de que se confirmen nuestros mejores deseos.
Los futbolistas lo saben. Y empujados por la necesidad de un aumento de protagonismo y cargados de responsabilidad, quieren alcanzar ese reconocimiento. A ellos se ha unido un grupo de jugadores que llegan con hambre de ser grandes en el Valencia, ya sea por experiencia o por capacidad de progresión. Su contratación ha supuesto un paso adelante en su carrera.
La primera jornada era una de esas en las que confeccionar un once no resultaba complicado. Buscando el mejor resultado posible, el entrenador y sus pupilos tenían claros los argumentos en los que basarse para obtener la victoria. Todo salió a pedir de boca y la confianza en el proyecto aumenta o al menos se mantiene hasta que nuevas alegrías nos vayan convenciendo.
En una temporada siempre hay mejores y peores momentos pero, insisto, yo creo en este equipo, y no seré nunca pesimista mientras tengamos posibilidades de alcanzar cualquiera de los objetivos que la entidad tiene marcados. Ahora, con la llegada de la Champions League, lo de ir eligiendo cada partido los componentes del once inicial significa una gran responsabilidad.
Ayer el entrenador decidió un once inicial que no me sorprendió y con el que estuve completamente de acuerdo. Era importante seguir ganando, independientemente de que el martes haya Liga de Campeones. Y aunque se jugara mejor o peor, repetir con la mayoría de futbolistas era lo lógico.
Los futbolistas comenzaron el encuentro con sensaciones claras en su mente. Por un lado, la necesidad de los tres puntos; por otro, el respeto a un rival incómodo que solía sacaba tajada en Mestalla. Todo ello en un escenario en el que la hora del partido no beneficia a nuestro juego.
Primera parte con demasiadas interrupciones, muchas pérdidas, poco control y escasísimas oportunidades. Fuera Banega por lesión, con Tino Costa debiendo participar más y Vicente y Mata con poco protagonismo, se hacía evidente la frase que un aficionado a mis espaldas comentaba: «la pilota no té amo». Estábamos concediendo la posibilidad de que el equipo visitante creyera en algo que ya no parecía una hazaña.
Bien el Racing, sin problemas atrás y llegando con cierto peligro al área de César. Ellos dispusieron de las oportunidades más claras. Y cuando terminaba esta primera mitad, con el equipo valencianista necesitando el descanso, llegó el gol de Maduro tras una inteligente jugada a balón parado.
Todo comenzó igual en la segunda parte, pero por poco tiempo. Fue precisamente la inexplicable y malograda ocasión concedida a Rosenberg la que despertó al equipo. Bien durante todos estos minutos, debíamos marcar algún gol más que cerrase el partido. Creció Tino Costa, mejoraron Vicente y Mata, estuvieron muy bien Aduriz y Joaquín y, además, se ejercía una mejor presión general que ayudaba a recuperar antes la pelota.
También vimos unos esperanzadores últimos momentos del Chori. Por favor, aprovechémosle. Es un futbolista con desequilibrio, buen pasador y con gol. Pero cuando no se consigue el gol, la tensión va creciendo a medida que el reloj se acerca a los minutos finales. No sucedió nada negativo. Respiramos tranquilos. Se consiguieron los tres puntos y ya van seis en dos jornadas. El martes, a Turquía. Unai tendrá que volver a elegir. Es su trabajo. Ojalá los jugadores rindan como esperamos y empecemos una nueva andadura en esta gran competición con buen pie.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-09-12/proyecto-fiable-20100912.html