«No sé cómo el club ha estado cuatro años sin refinanciar la deuda a largo plazo y sin amortizar capital», critica el presidente
JUAN CARLOS VALLDECABRES | VALENCIA..-
El tiempo empieza a convertirse en uno de los peores enemigos de Amadeo Salvo, presidente que se ha propuesto cambiar el Valencia de arriba a abajo y solucionar, a la vez, el problemón que desde 2009 arrastra la Fundación. Pasado ese periodo de gracia de los cien días, y con el equipo de Djukic dando dudosas vibraciones, Salvo metió ayer pie y medio en un terreno pantanoso que salpica directamente a Manuel Llorente, rompiendo así un pacto de no agresión establecido por el propio club y su Fundación tras la 'due dilligence', cuando Aurelio Martínez llegó a definir como «positiva con matices» la gestión del expresidente.
En su intento de pedir paciencia y sostener el nuevo convenio firmado para inyectar dinero a la Fundación sorteando la dichosa asistencia financiera, el presidente se dejó llevar por el momento y hasta en tres ocasiones tuvo palabras ácidas hacia el anterior equipo de gestión, del club (Llorente) y del patronato (Piles), identificados ahora como lo mismo.
Es verdad que Salvo no citó en ningún momento a su antecesor -tampoco al de Aurelio Martínez- y también es cierto que horas después, desde el propio Valencia, se intentaba amortiguar las palabras de un presidente que no había acudido a su comparencia pública con la idea de articular un discurso incendiario. Pero en un contexto tan extraño como el que envuelve al club y su Fundación, los reproches de Salvo no habrán hecho gracia a Llorente, a quien el presidente mira con recelo, convencido de que no ha desaparecido de la órbita valencianista e incluso de que podría tener entre sus planes retornar de la mano de algún fondo inversor.
«No entiendo el porqué ahora de las urgencias cuando se ha ido refinanciando año a año. No sé cómo el Valencia ha estado cuatro años sin refinanciar la deuda a largo plazo y sin amortizar capital. Habría que preguntar a las personas que estuvieron sentadas aquí cuatro años... pero es algo que no entiendo», se preguntaba Salvo en voz alta ante la silenciosa mirada de Fernando Giner, consejero en la etapa 'llorentina' y además miembro del anterior y actual patronato por su condición de presidente de los exfutbolistas.
Precisamente de Llorente siempre se ha destacado su condición de teórico buen gestor, aunque también en las asambleas de accionistas se le 'acusó' de trabajar bajo la tutela de Bankia, a la que el club paga anualmente unos 16 millones de euros por intereses. Luis Cervera cerraba esta semana un margen de seis meses más, prorrogables a otros seis, para el préstamo de 219 millones que hay pendiente.
«No entiendo y es una pregunta que dejo ahí. Parece que estábamos esperando algún milagro. No entiendo por qué hemos estado pagando intereses y dilapidando capital. Alguien estaba esperando que pagara el erario público. Había que refinanciar para sobrevivir como única forma de que el club se recuperara a nivel deportivo, económico y social», indicó.
Quiere Salvo dotar al Valencia y a su Fundación de un plan que le garantice una viabilidad que no dependa cada año de la venta de jugadores o de si el equipo entra en Champions. «El agotamiento es absoluto», llegó a decir antes de su larga exposición, en la que dio cuantiosos detalles sobre cómo ha llegado el Valencia a meterse en los problemas que hoy en día tiene.
En su opinión, la puesta en marcha del estadio no ha sido la causa principal de que se vaciaran las cuentas. Sitúa Salvo el punto de mira en la gestión deportiva, la falta de una planificación de base para dotar al club de vida a largo plazo, los fichajes y el nulo aprovechamiento de la cantera. «Por primera vez se va a poner un proyecto sostenible en el tiempo, venga quien venga. La deuda no es por el estadio, una inversión porque vale dinero y no se lo ha llevado nadie. El modelo de gestión deportiva es la que nos ha llevado a la situación en lo que estamos. Si queremos un club saneado vamos a tener que ir cambiando».
