Terminó la temporada. Ya se que quedan tres jornadas de liga, pero recordarlo no hace más que agrandar la herida de los Celta, Rayo, Almería, Valladolid, Getafe… y los no se cuantos puntos más contra equipos que pelean por el descenso que se fueron por el retrete.
El año se acabó de la forma más cruel. Era a una sola carta, si. Pero conuna muy buena mano. Con todo hecho, con la ilusión desbordada y en el último minuto. Nada más trágico. Bueno si, hay algo peor. Que encima sea el entrenador con el que nunca ganaste un partido decisivo, con el que nunca pasaste una eliminatoria definitiva, el que te elimine a puertas de la final. Lo que faltaba.
Del exceso de Emery en la celebración no hace falta hablar. Las imágenes hablan por sí mismas. La alegría y el respeto son compatibles, Unai. Toma nota para tu próximo libro.
Son paradojas del destino pero, en la misma semana, el primer proyecto deportivo de Salvo ha terminado de hundirse, Valverdealcanza la champions con el Athletic y Emery alcanza su primera final a costa del Valencia. Algo de karma debe haber ahí.
Pero aun así, que nadie dude de este club. Que tras perder dos finales e champions, ganó dos ligas. Y una UEFA. Y volverá a pasar, porque el Valencia es grande más allá de sus dueños, de su presente y incluso de su futuro inmediato. El Valencia cumplirá pronto 100 años peleando por los títulos. Y ahí seguirá estando siempre.
Pero eso no quita que sea necesario el análisis de esta temporada que agoniza; en términos generales, lamentable. Como lo malo ya lo conocemos todos -adiós de Valverde, fichaje de Djukic, salida deAlbelda, Soldado se vende y llegan Pabon & Postiga- y de todos aquellos barros con Salvo ya al mando vienen estos lodos, me voy a centrar en la segunda mitad del año.
Desde que Rufete llega al cargo y se destituye a Djukic para fichar a Pizzi, el Valencia ha dado un vuelco significativo. No tanto por los puntos en la clasificación, pero sí en las sensaciones que transmite el grupo de futbolistas encabezados por el Lagarto.
Probablemente porque, entre otras cosas, Rufete sacó del vestuario aBanegas, Pabones y Postigas, a cambio de Keitas, Senderos o Vargas. Y con rendimiento dispar, lo cierto es que entró aire fresco al vestuario. Necesario y reclamado por el nuevo entrenador.
Y desde entonces, Pizzi ha conseguido un equipo que la mayor parte de los días compite, lucha, tácticamente está ordenado y juega a algoparecido a lo que queremos todos. Por eso quiero dejar a un lado -aunque sea muy relevante en realidad- lo que el binomio Rufete-Pizziha conseguido en liga, para pensar en lo que podría conseguir en una temporada completa.
A mi la idea de Valencia de Rufete me gusta. Esté o no Rufete, que quede claro. Un equipo con Keitas y Parejos. Con Alves y Bernat. Con Mathieu y Alcacer… Vamos, un Valencia que mezcle en el mismo vestuario jugadores con peso, experiencia y calidad suficiente para liderar a los jóvenes con hambre y talento que puedan estar. Y sobre todo el talento con hambre que pueda llegar porque, en el Valencia actual, de calidad andamos bien justitos.
Y luego está Pizzi. Su piedra angular. Ya se que alguno me dirá que en liga no le gana a los de abajo, que al final se ha quedado a medio camino de todo… pero es que llegó a medio camino de la nada.
Y si realmente en liga no se ha llegado a ninguna parte, es porque hacer segundas vueltas milagrosas no pasa dos años seguidos. Y menos con una plantilla empobrecida respecto al curso anterior. Sin referentes en el campo, sin referentes fuera de él, y con más cambios en el mercado de invierno que en un partido de basket.
Así que -quizá- Pizzi ha hecho lo que buenamente ha podido con la plantilla que tenía. Porque a este grupo le cuesta competir y, al menos, el Valencia ha pasado de no competir nunca con Djukic a competir la mayor parte del tiempo con Pizzi.
Es por eso que, para mí, la tragedia del jueves en el minuto 94 tiene una cosa positiva; vimos al Valencia que todos queremos. Y si ese Valencia existe aunque no siempre lo veamos, sobre ese camino hay que asfaltar. Con la idea de fútbol de Pizzi desarrollada en una temporada completa, con su capacidad de hacer competir al equipo, ycon Richino dándoles candela. Y por supuesto, con la segunda parte del cambio en la fisonomía de plantilla que tiene en mente Rufete.
Pero como eso ya es hablar de la venta y sus consecuencias en lo deportivo, permítanme dedicarme hoy solo de fútbol. Porque me parece que será la última vez que lo haga en mucho tiempo.
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