EL FUTURO DEL CLUB DE MESTALLA
JOAQUIM CLEMENTE . HOY Atrapada por dos créditos, la entidad financiera que preside José Ignacio Goirigolzarri estudia la fórmula de cumplir con las exigencias de Bruselas sin dañar a la Generalitat ni los sentimientos valencianistas
VALENCIA.
La decisión de Bankia de forzar una salida a la crisis del Valencia CF tiene muchas más aristas de las que una primera lectura podría arrojar. No se trata solo de hallar una salida al labertinto de créditos, avales y supuestos compradores. Los dos créditos que tiene la entidad financiera que preside José Ignacio Goirigolzarri con el club de Mestalla y la fundación que controla la mayoría de su accionariado se han convertido en un quebradero de cabeza para los directivos del banco nacionalizado.
La razón última por la que Bankia ha optado por poner punto final al culebrón en que se había convertido la renegociación de los créditos y su impago no hay que buscarla en una mayor o menor implicación de la entidad en el valencianismo futbolístico o en uno de los supuestos símbolos de la sociedad local.
Más al contrario. Bankia ha aguantado más allá de lo que muchos esperaban en el caso del Valencia, pese a que es la heredera de la antigua y desaparecida Bancaja. Pese a ello, las críticas a Goirigolzarri se han acentuado en estos dos últimos días, pese a que el presidente del banco no participa en la operación. Sí lo hacen su mano derecha, José Sevilla, y el responsable de Riesgos, Juan Carlos Estepa. Ellos son los que han tomado decisiones.
Los dos créditos, el de 220 millones del Valencia CF y los cerca de 90 millones de la Fundación VCF, están vencidos desde hace meses. Solo sucesivas prórrogas han evitado la ejecución. Valga como ejemplo cómo actuó Banco Sabadell cuando venció el crédito que había concecido la CAM al Elche. Ejecutó el aval que tenía constituido con el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), que garantizaba la operación. Se cobró, sin más reparos, los nueve millones de euros del crédito.
Salvando la muchísima diferencia que separa esos nueve millones con los casi 90 millones de la fundación, que sería el caso homologable, lo cierto es que Bankia no se ha atrevido a ejecutar la prenda cuando ha tenido la oportunidad -ahora mismo el aval está vivo- y todo apunto a que es un escenario que evitará.
Que un banco nacionalizado recupere un crédito echando mano de dinero público que la Generalitat acabará pidiendo al Gobierno central, el mismo que ha negociado la inyección de dinero público en el banco, es una pescadilla que se muerde la cola que en los ministerios afectados -el de Hacienda, como responsable de las finanzas públicas como el de Economía, de las entidades financieras- ven con entusiasmo.
EL CRÉDITO A LA FUNDACIÓN, EL MÁS POLÉMICO
La cuestión es que Bankia no puede -ni le dejan- tener en su balance dos créditos vencidos sin tomar las medidas oportunas, que serían intentar el cobro por todas las vías posibles y provisionar esos impagos. La estricta dieta a la que está sometido el banco, fruto de las multimillonarias ayudas públlicas que ha recibidio, le obliga a aplicar toda una serie de políticas a las que nadie puede escapar.
Así, por ejemplo, el banco tiene que deshacer toda su cartera de participaciones industriales para hacer caja. Da igual que fueran un buen negocio y que la lógica económica le recomendase mantenerlas. Está obligado a vender. Valga como ejemplo esta obligación para entender hasta qué punto no puede hacer excepciones en esa obligación de sanear su balance.
De los dos créditos que mantiene con lo que se podría denominar el grupo Valencia CF, curiosamente, el que más preocupa es el de menor cuantía y el que tiene garantía de cobro en metálico. La reticencia ya mencionada a ejecutar el aval deja al préstamo de la Fundación VCF a expensas de una renegociación a largo plazo que permitirese a la entidad que preside aún Aurelio Martínez, devolver el principal y pagar los intereses.
El problema es que Bankia no cree que pueda hacerlo. No le convencen los planes de negocio que se han presentado y lo que no puede hacer es mantener la ficción. De hecho, en el sistema financiero español ha sido costumbre, ahora perseguida y criticada, refinanciar deudas que se intuía imposible cobrar. Se ha hecho especialmente con el sector inmobiliario para evitar tener que provisionar la deuda. Era mejor fingir que se cobraría en el futuro que reconocer el impago.
Con esos condicionantes, a Bankia le ha quedado la opción de pedir que haya un inversor que capitalice la fundación. En otras palabras: que compre las acciones y que con el dinero que obtenga devuelva el préstamo.
EL PRÉSTAMO DEL VALENCIA, NEGOCIABLE
Si se salvase ese primer match ball, el siguiente paso sería renegociar los 220 millones de euros que le debe el Valencia CF y que están avalados por la parcela del actual estadio de Mestalla. Aunque aparentemente es un respaldo suficiente, lo cierto es que los más o menos 150 millones en que está valorado este suelo hoy no se pueden hacer efectivos mientras no se acabe el campo nuevo que vale... unos 100 millones. Otra vez la pescadilla mordiéndose la cola.
Se supone que si un inversor solvente y fiable compra las acciones por los 90 millones del préstamo de la fundación es que tiene capacidad y voluntad de hacer algo positivo con el club. El equipo de fúbtol sí tiene capacidad de generar negocio a medio plazo y podría devolver el préstamo siempre y cuando encuentre vías para acabar el nuevo estadio.
La operación, en todo caso, no es nada sencilla y no se podrá firmar en una tarde. Bankia se muestra dispuesta a participar en la búsqueda de una solución. Y recuerda: son ellos los que tienen puesto dinero. En Valencia todo el mundo habla pero nadie ha puesto dinero, excepto el banco que heredó el negocio de Bancaja.
Bankia asegura que toma esta decisión de forzar la venta del Valencia por responsabilidad. El dinero público también se vigila, afirman, con el control de lo que se hace con las ayudas que ha recibido y quiere devolver el banco. De hecho no se consideran presionados por Bruselas.
EL FÚTBOL, BAJO LA LUPA DE EUROPA
Pero el fútbol es un negocio que está bajo sospecha en Europa. Dos de las partes implicadas en el laberinto valencianista, la banca y las administraciones públicas, están siendo vigiladas por su riesgo y su implicación en el deporte rey. Los primeros, los banqueros, por financierar operaciones de dudosa rentabilidad.
La propia Bankia ha tenido que responder a las preguntas de europarlamentarios por su supuesta financiación del fichaje de Gareth Bale por el Real Madrid. No lo hizo, pero sí en otros casos prestó dinero para operaciones madridistas, como la de Cristiano Ronaldo. El Madrid paga puntualmente.
Por lo que respecta a las administraciones, hay una investigación abierta por ayudas públicas contrarias a la competencia en las que está incluída la Generalitat y el Valencia CF. Nada de eso ayuda, por tanto, a que el ovillo del futuro del Valencia CF tenga una solución fácil.
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