@JuancaCastanos
Puede parecer lejano pero, en dos o tres años, cuando estemos a punto de disputar la final de una competición europea, nos acordaremos de lo vivido en la tarde noche de ayer.
La recordaremos no sólo por cómo se volcó toda la afición con el equipo y los jugadores, desde su llegada al estadio hasta que se retiraron por el túnel de vestuarios, sino también porque esa noche marcó el final de un ciclo, como bien dijo Pizzi, y el inicio de una nueva etapa.
Lo sucedido anoche mantiene un cierto paralelismo con la historia del Valencia CF en la entrada del segundo milenio. Para ganar aquella Liga en 2002 -primer título liguero en más de treinta años- y el posterior ‘doblete’ de 2004, primero hubo que perder dos finales de Champions. Derrotas duras, igual o incluso más que la de anoche.
En esos dos partidos, muchos de nosotros sentimos por primera vez el dolor de una de las pérdidas más crueles que existen en el fútbol. Al igual que en la eliminatoria frente al Sevilla, en la final de Milán sufrimos errores arbitrales que nos costaron el título. ¿Alguno de ustedes pensaba que, apenas un par de años después, el Valencia levantaría cuatro trofeos? De los errores se aprenden y de lo duro, uno se fortalece. Paris y Milán… Esas dos finales, sin duda nos hicieron más fuerte.
Por eso, pese a la tristeza y el dolor que todos sentimos, tenemos que levantarnos. Levantarnos para que en dos o tres años nos podamos acordar con nostalgia del pasado para valorar un glorioso presente, ahora futuro. Porque el partido de ayer sólo nos ha hecho más fuertes.
Lo mejor está por llegar. No tengo ninguna duda.
Siempre AMUNT.
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