JULIÁN GARCÍA CANDAU
En el proceso de venta del Valencia Club de Fútbol tengo la impresión de que se ha olvidado la cuestión fundamental del asunto: el interés supremo de Bankia, entidad que, en realidad, es la dueña de la sociedad anónima. Se fueron los árabes y existe la sospecha de que no fue solamente porque se les insultara. Se ha ido el fondo estadounidense GEM que patrocina Arturo Torró, alcalde de Gandía. Existe la amenaza por parte del presidente de la Diputación de Valencia y presidente del Olimpic, Alfonso Rus de llevar a los tribunales la operación si se siguen dando condiciones que considera inadecuadas. Está asegurado que habrá disgusto cuando se dé a conocer el ganador de la puja. Habrá, probablemente, discrepancias formales y hasta profundas por parte de los derrotados. Entre la Fundación y el club ya hay diferencias y todo hace prever que en cuestión tan delicada, porque de ella depende el futuro de la entidad futbolística, no habrá final feliz.
Las gentes con mejor voluntad han estudiado las ofertas desde el punto de vista económico y deportivo y en este aspecto, dadas las reiteradas demoras para llegar a la meta, se teme que se acuda tarde al mercado veraniego a reforzar el equipo para la próxima campaña en la que, lógicamente, se deseará, si hay solución satisfactoria en la venta, un conjunto capacitado para luchar por puestos europeos a los que hay que volver de acuerdo con la historia.
La tardanza en la solución, los aplazamientos, que según algunos están destinados a ayudar a una de las partes, aumenta las dudas. Se cree que todo está encaminado a conceder el club al grupo estadounidense Cerberus, que para ganar imagen, ya ha puesto sobre la mesa dos cuestiones que a la parroquia le han debido caer bien. De una parte, los nombres de los patrocinadores, al margen del hijo del ex presidente Aznar, ofrecen credibilidad valencianista. Los señores Manuel Broseta, Joaquín Maldonado e Iñigo Parra están en el ámbito del valencianismo. Fichar a David Albelda ha sido un mensaje que ha de calar.
Se puede pensar en que el chino Wang Jianjing ofrece un porvenir seguro y hasta hay que conceder la misma garantía al ruso, Yusli Kusnirovich, pero visto el panorama desde el puente todo hace pensar que el ganador ha de ser Cerberus y por razón suficientemente formal política y económicamente. Este grupo inversor no es ajeno a los propios negocios de Bankia. Entre ambos existe ligazón comercial que facilita el otorgamiento. El grupo estadounidense no es ajeno al entramado económico de Bankia, forma parte de la familia. Lógicamente, la real dueña del club, la que tiene en las manos los pelos de la burra, y al parece también la mayoría de votos, se ha de inclinar por quien maneja sus negocios inmobiliarios y el Valencia, con Mestalla, la Ciudad Deportiva y el nuevo campo es opción de futuro. Sobre todo, porque ahora se puede comprar a la baja y en el futuro más o medio cercano los precios pueden cambiar.
La operación Cerberus, en parte, podría considerarse solución colateral a aquella que se planteó conRodrigo Rato y Manolo Llorente en las presidencias del banco y el club. Ahora, es como si se concediera aplazamiento de pagos y refinanciación. Aquí, en este momento, no hay más peligro para el futuro inmediato que la cuestión se enrede, se llegue a los tribunales y el Valencia no esté al borde del abismo sino que caiga en el.
http://www.levante-emv.com/deportes/2014/05/02/cerberus-familia-bankia/1106827.html
En el proceso de venta del Valencia Club de Fútbol tengo la impresión de que se ha olvidado la cuestión fundamental del asunto: el interés supremo de Bankia, entidad que, en realidad, es la dueña de la sociedad anónima. Se fueron los árabes y existe la sospecha de que no fue solamente porque se les insultara. Se ha ido el fondo estadounidense GEM que patrocina Arturo Torró, alcalde de Gandía. Existe la amenaza por parte del presidente de la Diputación de Valencia y presidente del Olimpic, Alfonso Rus de llevar a los tribunales la operación si se siguen dando condiciones que considera inadecuadas. Está asegurado que habrá disgusto cuando se dé a conocer el ganador de la puja. Habrá, probablemente, discrepancias formales y hasta profundas por parte de los derrotados. Entre la Fundación y el club ya hay diferencias y todo hace prever que en cuestión tan delicada, porque de ella depende el futuro de la entidad futbolística, no habrá final feliz.
Las gentes con mejor voluntad han estudiado las ofertas desde el punto de vista económico y deportivo y en este aspecto, dadas las reiteradas demoras para llegar a la meta, se teme que se acuda tarde al mercado veraniego a reforzar el equipo para la próxima campaña en la que, lógicamente, se deseará, si hay solución satisfactoria en la venta, un conjunto capacitado para luchar por puestos europeos a los que hay que volver de acuerdo con la historia.
La tardanza en la solución, los aplazamientos, que según algunos están destinados a ayudar a una de las partes, aumenta las dudas. Se cree que todo está encaminado a conceder el club al grupo estadounidense Cerberus, que para ganar imagen, ya ha puesto sobre la mesa dos cuestiones que a la parroquia le han debido caer bien. De una parte, los nombres de los patrocinadores, al margen del hijo del ex presidente Aznar, ofrecen credibilidad valencianista. Los señores Manuel Broseta, Joaquín Maldonado e Iñigo Parra están en el ámbito del valencianismo. Fichar a David Albelda ha sido un mensaje que ha de calar.
Se puede pensar en que el chino Wang Jianjing ofrece un porvenir seguro y hasta hay que conceder la misma garantía al ruso, Yusli Kusnirovich, pero visto el panorama desde el puente todo hace pensar que el ganador ha de ser Cerberus y por razón suficientemente formal política y económicamente. Este grupo inversor no es ajeno a los propios negocios de Bankia. Entre ambos existe ligazón comercial que facilita el otorgamiento. El grupo estadounidense no es ajeno al entramado económico de Bankia, forma parte de la familia. Lógicamente, la real dueña del club, la que tiene en las manos los pelos de la burra, y al parece también la mayoría de votos, se ha de inclinar por quien maneja sus negocios inmobiliarios y el Valencia, con Mestalla, la Ciudad Deportiva y el nuevo campo es opción de futuro. Sobre todo, porque ahora se puede comprar a la baja y en el futuro más o medio cercano los precios pueden cambiar.
La operación Cerberus, en parte, podría considerarse solución colateral a aquella que se planteó conRodrigo Rato y Manolo Llorente en las presidencias del banco y el club. Ahora, es como si se concediera aplazamiento de pagos y refinanciación. Aquí, en este momento, no hay más peligro para el futuro inmediato que la cuestión se enrede, se llegue a los tribunales y el Valencia no esté al borde del abismo sino que caiga en el.
http://www.levante-emv.com/deportes/2014/05/02/cerberus-familia-bankia/1106827.html
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