J.V. Aleixandre
Tan necesitado de puntos como el Valencia, o más, el Sevilla se presenta en Mestalla para protagonizar un enfrentamiento entre dos equipos venidos a menos. Sobre todo, el conjunto andaluz, que este año parece dejado de la mano de Dios, desasistido por sus vírgenes llorosas y abandonado por sus cristos lacerantes, que tanto contribuyeron a encumbrarle en la pasada década. Aquel equipo fue víctima de sus propios éxitos, incapaz de mantener el exigente ritmo que se había impuesto, por encima de sus capacidades y más allá de su propio umbral de sostenibilidad. Si aquel Sevilla era un club sobredimensionado, el de ahora está devaluado. Es decir, ni tanto, ni tan calvo.
Un diagnóstico bastante parecido podría hacerse del actual Valencia, aunque su teórico potencial es muy superior: cuenta con más masa social y con un entorno ciudadano más volcado con él que con el rival vecino. Es decir, el Levante, de momento, todavía no es el Betis. Sobre lo que puede ocurrir en el futuro, me abstengo, no vaya a ser que... Evitemos daños colaterales.
Así las cosas, el partido de esta noche va a dilucidar cual de los dos equipos recupera antes el pulso. A priori, es favorito el Valencia que, pese a su contumaz irregularidad, es más fiable que su rival. Pero ojo: un triunfo convicente del Sevilla le colocaría de nuevo en órbita y volvería a descarrilar a su rival. En este choque, ambos tratarán de marcar territorio y de proclamar su hegemonía sobre el otro.
El duelo, además, depara otros enfrentamientos interesantes dentro y fuera del terreno de juego. Soldado y Negredo, por ejemplo, mantienen un particular cuerpo a cuerpo por ver quien de los dos se consolida definitivamente en La Roja. Palop, si juega, tratará de saldar sus eternas y misteriosas „también absurdas„ cuentas pendientes con Mestalla (?). Si sale Maduro, lo hará con ansias de venganza de Braulio, porque le dejó caer. En los banquillos, dos entrenadores jóvenes, en proceso de consagrarse en la élite o de desdibujarse definitivamente en la mediocridad, sobre todo en el caso de Michel. Para Valverde, este puede ser el partido que le convalide como el técnico que le ha cambiado la cara al VCF.
Y no digamos nada del palco. Allí también hay un pleito latente entre Llorente y Del Nido, a cuenta del reparto del dinero de la televisión. El mandatario sevillista no le perdona a su colega, que el Valencia saque más tajada de los derechos que reparte la LFP, y poco menos que le acusa de alta traición. Simple derecho al pataleo. En esta disputa, Llorente lleva razón. O, al menos, ha sabido jugar mejor sus bazas. Así pues, al partido le sobran ingredientes muy apetecibles.
Un diagnóstico bastante parecido podría hacerse del actual Valencia, aunque su teórico potencial es muy superior: cuenta con más masa social y con un entorno ciudadano más volcado con él que con el rival vecino. Es decir, el Levante, de momento, todavía no es el Betis. Sobre lo que puede ocurrir en el futuro, me abstengo, no vaya a ser que... Evitemos daños colaterales.
Así las cosas, el partido de esta noche va a dilucidar cual de los dos equipos recupera antes el pulso. A priori, es favorito el Valencia que, pese a su contumaz irregularidad, es más fiable que su rival. Pero ojo: un triunfo convicente del Sevilla le colocaría de nuevo en órbita y volvería a descarrilar a su rival. En este choque, ambos tratarán de marcar territorio y de proclamar su hegemonía sobre el otro.
El duelo, además, depara otros enfrentamientos interesantes dentro y fuera del terreno de juego. Soldado y Negredo, por ejemplo, mantienen un particular cuerpo a cuerpo por ver quien de los dos se consolida definitivamente en La Roja. Palop, si juega, tratará de saldar sus eternas y misteriosas „también absurdas„ cuentas pendientes con Mestalla (?). Si sale Maduro, lo hará con ansias de venganza de Braulio, porque le dejó caer. En los banquillos, dos entrenadores jóvenes, en proceso de consagrarse en la élite o de desdibujarse definitivamente en la mediocridad, sobre todo en el caso de Michel. Para Valverde, este puede ser el partido que le convalide como el técnico que le ha cambiado la cara al VCF.
Y no digamos nada del palco. Allí también hay un pleito latente entre Llorente y Del Nido, a cuenta del reparto del dinero de la televisión. El mandatario sevillista no le perdona a su colega, que el Valencia saque más tajada de los derechos que reparte la LFP, y poco menos que le acusa de alta traición. Simple derecho al pataleo. En esta disputa, Llorente lleva razón. O, al menos, ha sabido jugar mejor sus bazas. Así pues, al partido le sobran ingredientes muy apetecibles.
http://www.levante-emv.com/deportes/2013/01/12/marcar-territorio/966193.html
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