El partido de ayer debe ser el inicio de una era bien diferente a la de Soler en la presidencia y a la de un Vicente eternamente lesionado El Valencia silencia el estadio donde murió el equipo del triplete
La venganza sabe mejor si se sirve fría. El Valencia aplicó la versión superlativa del proverbio chino y pidió un granizado de revancha. Los de Emery se tomaron de forma cruel y despiadada unas represalias que tenían pendientes desde septiembre de 2004. En aquella tarde de otoño, los alemanes dejaron al equipo de Mestalla fuera de la Champions. En el Weserstadion arrancó el calvario de Vicente con las lesiones. Por todo ello, el de ayer no era un partido más.
El Valencia necesitaba marcar para seguir vivo en la Europa League. Pero sobre todo, precisaba vengar a su mejor versión de la historia. El equipo del triplete murió en Bremen para convertirse en un mero sucedáneo marcado por las decepciones deportivas y la continua marejada social.
Por eso, el Valencia no escatimó a la hora de servir esa copa de venganza. No fue un chupito. Silva, Mata y Villa, uno de los mejores tridentes del mundo, confeccionaron con esmero el cocktail que tumbó a los alemanes. Los atacantes blanquinegros convirtieron su ataque en una obra de arte.
Como el de los asturianos, pueblo del que se siente parte Mata, a la hora de escanciar la sidra. El futbolista formado en la cantera del Real Madrid simuló este gesto tradicional y representativo para celebrar el segundo gol del Valencia.
Lo que entonces parecía un final de la eliminatoria no era sino el prólogo de un desenlace de infarto. Quedaban por florecer las limitaciones defensivas de este Valencia, en claro contraste con un contragolpe feroz con una punta de lanza letal. Villa, con un hat-trick memorable, se confirmó de nuevo como uno de los mejores arietes de Europa. El asturiano vengaba así a otro futbolista blanquinegro que llegó a Bremen en estado de gracia y que inició allí su particular calvario con las lesiones.
Claudio Ranieri, entrenador del Valencia en septiembre de 2004, dijo días antes de aquel partido de Champions que no había otro jugador con la calidad de Vicente y que por ello sólo le daría descanso en los entrenamientos. En el minuto 69 de aquel encuentro en Bremen, el de Benicalap tuvo que ser sustituido por Moretti.
Lo que parecía un esguince de grado dos que iba a estar recuperado en un par de semanas, se ha convertido en un sinfín de dolencias. Por eso, el tema 'Entre dos tierras' de Héroes del Silencio sonó a guasa cuando ayer lo reprodujo la megafonía del Weserstadion. «Si yo no tengo la culpa de verte caer», repite el estribillo.
¿Enrabietaría esto más al Valencia? Eso jamás se sabrá, pero lo cierto es que los chicos de Emery salieron en tromba. A los 20 minutos ya ganaban 0-2. Chaaf, el mismo técnico que presenció el cambio de Vicente, realizó otra sustitución que pasará a la historia... o por lo menos será recordada por Borowski.
El mismo jugador que aseguró esta semana que el lamentable arbitraje de la ida Mestalla fue bueno, se marchó al vestuario con cara de pocos amigos. La jugada le salió bien al Werder Bremen, ya que Almeida dio una asistencia de gol nada más entrar.
Luego llegó ese eterno contrasta de nervios, euforia y decepción. Los alemanes apretaban de lo lindo, pero el Valencia marcaba cuando se mascaba la remontada. Ocurrió en dos ocasiones. El tercer tanto de Villa parecía dejar cerrada la eliminatoria. Los de Emery pudieron homenajear a Vicente en ese fatídico minuto 69. Apenas unos segundos después, Mata lanzó un córner. Maduro se preparaba para empujarla, pero Wiese tocó lo justo para evitar el gol.
Con mucho, muchísimo sufrimiento, el Valencia aguantó. Saldó la deuda, eso sí, pagándolo con la lesión de Marchena, el único del once de Emery que vivió en sus carnes aquel partido de 2004. Esa tarde de otoño supuso el final de una época gloriosa.
El Valencia de Benítez había ganado la Liga y la UEFA, y el de Ranieri acababa de alzar la Supercopa de Europa. Bremen fue un punto de inflexión deportivo y social. Días después, Juan Soler, ya máximo accionista del club, asumiría las riendas de la entidad. Jaime Ortí no pudo presidir su último partido continental por motivos laborales.
«No habría sacado el palmito... me habrían llevado a mí torrado». El ex presidente, como en 2004, tampoco vio el partido de anoche en Bremen y reconoció con un suspiro que lo hubiese pasado fatal en el palco. «El primer gol me ha pillado en el coche y lo he escuchado en la radio. Venía de ver a mi madre. Luego he visto el partido en casa».
Para Jaime Ortí, el encuentro de anoche supuso un carrusel de recuerdos «no muy buenos». El ex presidente suspira por que la noche de Bremen, esta vez feliz para su Valencia, haya sido testigo del inicio de una nueva historia. De momento, el empresario tiene claro por qué rival se decanta para los cuartos. «El Benfica, porque supondría el regreso a Mestalla de Pablito (Aimar). Sería especial para mí».
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-03-19/venganza-servida-fria-sabe-20100319.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario