Heroicidad o fracaso. Así de crudo y con estas dos únicas opciones, por el orden que se prefiera, se dibuja la realidad del Valencia, que tiene que conseguir esta tarde en el Weserstadion lo que no fue capaz de hacer en Mestalla: ganar o, en su defecto, empatar como mínimo a dos goles (a uno equivaldría jugar la prórroga). El Valencia y Emery, que lanzó públicamente en la previa de Brujas su deseo de conquistar la Europa League, se juegan hoy parte de su futuro, tanto en lo colectivo como en lo individual, en una empresa que, a priori, se antoja casi imposible. Si para el club las consecuencias de seguir vivos en esta competición se limitan, por el momento, a una cuestión numérica (más ingresos), para el entrenador comprende un área mucho más condensada donde se agrupan, pese a que él se esfuerza en esquivar la cuestión, no sólo la cuestión deportiva sino también contractual. Tras el borrón de la Copa del Rey y con la Liga todavía en marcha, una eliminación europea inyectaría una carga adicional de negativismo a su renovación contractual.
La cita es en Bremen, en aquel estadio que a los valencianistas no les puede dejar indiferentes. En el hotel de concentración del equipo, en esta industrial ciudad alemana de medio millón de habitantes, y a finales de septiembre de 2004 se gestó el autogolpe de estado de Juan Soler para rebajar a la categoría de soldado raso a Jaime Ortí. La sentencia al ex presidente no fue la única. En lo deportivo también hubo otra: la del tobillo de Vicente Rodríguez.
Hoy, ni uno ni otro y por diferentes motivos se sentirán partícipes de este partido de vuelta de los octavos de final. Sí lo serán, en cambio, los 19 futbolistas que se ha traído Emery, los únicos disponibles contando entre ellos gente del filial como Míchel, Joel, Carles e Isco. Desde luego, el único precedente entre Werder y Valencia en terreno alemán no es nada optimista pero también es verdad que de aquel equipo, y que hoy vayan a jugar, sólo sobreviven Marchena y Baraja, llamados por exigencias del guión a desempeñar un papel importante dentro de un grupo que con ocho bajas y un puñado de incógnitas sobre su potencial físico parece condenado al sufrimiento.
Sólo la presencia de Villa inyectó en la expedición un aire de cierta esperanza en su viaje a Alemania. Después de lo de Barcelona, el asturiano es el bastión al que agarrarse. De él dependerá el desarrollo de este enfrentamiento porque aunque es verdad que si los alemanes destacan por algo -además de por su gigantesco aspecto- es por su dedicación ofensiva (Pizarro, su delantero, es el máximo anotador de la competición con ocho dianas), no es menos cierto que el mejor delantero de Europa ya sabe lo que es anotar en un campo germano. Hace tres temporadas, cuando el Valencia tuvo que medirse al Schalke 04 en la primera fase de la Liga de Campeones, el acierto de Villa fue suficiente para regresar a España con el triunfo como valioso botín.
Sobre él estaban ayer todas las sospechas alemanas. El hecho de no haberse sentado, ni siquiera, en el banquillo del Camp Nou hace cuatro días ha alimentado su recuperación aunque hoy juegue protegiendo su clavícula izquierda. En el entrenamiento que realizó por la tarde la plantilla en el estadio del Werder Bremen, Villa se desenvolvió como uno más del grupo, ante la complacida mirada que desde el banquillo le lanzaba el presidente de la entidad, Manuel Llorente. A Villa, por cierto, le pilla ya lejos aquel 7-0 frente al Karlsruher en la segunda ronda de la antigua Copa de la UEFA 1993-94. De eso se habló poco por no decir nada en la expedición. Sí, en cambio, de la cuestión arbitral. Después de lo de Chabron en Brujas, de lo de Atkinson en Mestalla y el 'famoso' penalti de Banega, ahora le toca a un joven holandés, Kevin Blom quien en la única ocasión en la que se ha cruzado en el camino de los valencianistas, fue en Rosenborg y, dicho sea de paso, no les fue nada mal: 0-4. Lo más curioso de todo es que en Bremen, al menos en lo que se refiere a la prensa local, al Valencia se le tilda poco menos que de equipo casi violento. ¿Por qué? La distancia entre la ciudad y la realidad de la liga doméstica hace que sólo tengan los alemanes la referencia de las expulsiones (llevan diez en lo que va de temporada) para enjuiciar las características del equipo de Emery. A ellos les sirve comprobar los vaivenes que sufre el equipo de una semana para otra. Por ejemplo, mientras el Werder Bremen, con todos los tocados que tenía en condiciones, espera repetir incluso el mismo once que jugó en Mestalla, de los valencianistas que actuaron en aquel partido sólo repetirán siete. A ellos les corresponde decidir el calificativo de este partido.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-03-18/heroicidad-descalabro-20100318.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario