El planteamiento, de salida, apuntaba tardes de buen recuerdo. Jugar en el centro del campo con Marchena y con Albelda funcionó en otras plazas, tan difíciles como la de Pamplona o San Mamés. Pero ayer no. Ni cuajó esa pareja ni el resto del equipo acompañó. El mensaje que quiso imprimir Emery de sujetar con más contundencia el centro del campo se interpretó de manera errónea porque el equipo ni consiguió ese objetivo ni supo enlazar ni una sola vez con acierto con los de arriba. Así, es normal que pasara lo que pasó porque cuando ni vas para adelante ni amarras bien atrás, se queda uno a mitad de camino y sólo recibe tortas.
Al igual que en Tenerife, el Sevilla comenzó atacando el flanco más débil del Valencia, el diestro, aprovechando la posición a pierna cambiada de Bruno Saltor.
La batalla por el centro del campo era de órdago y Pérez Lasa obligaba a bajar de revoluciones a Zokora que, tras barrer a Silva, era amonestado. Más de lo mismo para Albelda. A los 20 minutos, el conjunto ché recibió el primero. Servicio desde la esquina que Escudé prolonga en el primer palo para la llegada de Álvaro Negredo, que se anticipa a toda la defensa para rematar solo en boca de gol.
Los arreones sevillistas no hacían presagiar nada bueno. Lo peor es que la capacidad de respuesta valencianista había quedado reducida a un tímido disparo de Villa que Palop controló sin apuros y poco más. La presencia pues de los de Emery, sin ser testimonial, no invitaba a la preocupación del Pizjuán. Ni los, esta vez sí, inmediatos cambios de Emery apenas iniciarse el segundo tiempo. Como la fórmula inicial no había funcionado, aparecía en escena Banega y se trataba de buscar el descontrol local con la presencia de Zigic junto a Villa. Pero lo único que se consiguió, en cambio, fue fijar con más comodidad a los centrales andaluces y dejar la banda derecha valencianista huérfana. Unai había retirado a Pablo y nadie se acordó de pisar esa parte del césped. El Valencia, jugando con un tipo de dos metros dentro del área, se olvidó por completo de abrir el campo. Curioso.
Quedaba algo más de veinte minutos para que se cumpliera el tiempo reglamentario y el conjunto valencianista ya se fue con todo hacia la portería de Andrés Palop.
Tuvo muy cerca acortar las distancias en varias ocasiones, pero entre un poste, a remate de Villa, y las intervenciones de meta sevillista, no fructificaron hasta los últimos minutos, cuando David Navarro puso el 2-1 como mal menor, ya que el VCF mantiene a su favor el 'goal average' particular con el Sevilla.
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