Un buen número de espectadores abandonaron Mestalla el pasado sábado pensando que acababan de presenciar la repetición del Valencia-Sporting de seis días antes. El rival esta vez era el Atlético de Madrid, también vistiendo de rojiblanco. Agüero copió a Barral para poner el 0-1 en un minuto siete que empieza a ser fatídico para los blanquinegros. Con un minuto de diferencia (24'), Villa empató a sus paisanos y Pablo Hernández (25') a los madrileños. En ambos encuentros, el Guaje fue el autor del segundo tanto, el de la remontada, y Unai Emery, con sus decisiones, responsable de que en los minutos de la 'basura' Sporting y Atlético empataran, privando al Valencia de cuatro puntos que no volverán a su casillero. Ya saben, aquello de que el hombre es capaz de tropezar dos veces en la misma piedra.
Retirada de Banega.
Frente al Sporting es conocido lo que pasó. Ante el Atlético, más de lo mismo, por incomprensible que resulte. Con el partido ganado, bastaba con mantener la posesión del balón. El jugador más indicado para ello es Éver Banega. Pero se fue a la ducha. Mejor dicho, lo mandaron, como el día del Sporting, sin que en ninguno de ambos casos el futbolista argentino hubiera pedido el relevo, a pesar del 'numerito' que le tocó protagonizar ante los asturianos para intentar dejar en buen lugar a su entrenador.
Maduro, mediocentro.
La retirada del terreno de juego de Banega deparó la presencia de Maduro en el centro del campo, demarcación habitual del holandés cuando jugaba en su país, pero no en el Valencia, donde siempre ha sido alineado como defensa central, a pesar de no ser su puesto, de las carencias que ello le genera y de lo blandito que resulta. De ahí su rendimiento.
El tercer cambio.
Es intolerable que un entrenador de Primera División, en el minuto 90, con cuatro de prolongación, ganando por la mínima diferencia, jugando en campo propio y con el respaldo de su público se olvide de que dispone todavía de la tercera y última sustitución que le permite el reglamento, con la que puede parar el partido y romper el ritmo de un rival desbocado en esos momentos en su afán por evitar la derrota. Al error de Emery hay que añadir la actitud de sus ayudantes en el banquillo, quienes se convirtieron en sus enemigos.
Bloque confuso.
El Valencia actual, sus jugadores, basculan mal, no presionan de manera colectiva, fallan en las coberturas y adolecen de una falta de concentración en jugadas a balón parado que se antoja ya algo crónico. Grave. El 'baile' continuo que se viene produciendo en la zaga, con especial insistencia en los laterales, no ha beneficiado en nada al equipo. Todo lo contrario.
Alexis Ruano.
Desde el primer encuentro de pretemporada en Holanda se ha venido observando que Alexis no está bien. Transmite una imagen de seguridad en su titularidad, de ser intocable, que le perjudica, en claro contraste con Dealbert quien, consciente de que está ante la oportunidad de su vida, afronta cada compromiso con máxima concentración. En Lille jugó David Navarro; en Getafe, Maduro... Y Marchena sigue como medio centro.
Rigor.
Emery habla tanto que se equivoca mucho. No tiene medida, se emborracha dialécticamente y queda demasiadas veces en evidencia. Manifestar que ante el Atlético su equipo hizo un gran partido y mereció ganar es menospreciar al rival y no ver la realidad. No sabe lo que es autocrítica.
El vestuario.
El agravio comparativo establecido con las faltas de disciplina de Miguel y de Villa, el 'numerito' con Banega y otros asuntos han llevado indiferencia a una parte de la plantilla. Y eso es muy peligroso.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2009-09-28/unai-encuentra-camino-20090928.html
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