HÉCTOR GÓMEZ. HOY Aquí todo lo defendemos o lo atacamos según si al que defendemos o atacamos es de los míos. Ha llegado un punto en el que da igual si se defiende algo justo o injusto...
VALENCIA.
Hace unas semanas escuchaba atentamente a un exjugador del Valencia CF hablar sobre la prensa de la ciudad. Hablaba de cómo es la relación con el club y principalmente con los futbolistas. Ese jugador, que era integrante del mejor Valencia de la historia, aseguraba que la prensa consiguió que en la temporada de los máximos éxitos del club en su historia, 2004, dentro del vestuario existiera la sensación de que los títulos los conseguían cuatro o cinco y no todo el grupo.
Me llamó poderosamente la atención como le dolía el trato que le daban los medios a muchos jugadores, simplemente porque no eran simpáticos con ellos, porque no les bajaban la ventanilla o porque directamente no les gustaban como futbolistas. Ese ex jugador afirmaba que todo el vestuario sabía que Albelda controlaba a la prensa. No es algo nuevo ni descubro nada. Pero es llamativo escucharlo de boca de jugadores que estaban dentro del vestuario.
No pretendo escribir en estas líneas sobre Albelda. Mi opinión sobre él es tan buena dentro del campo, como mala fuera de él. Además, creo que el tiempo ha servido para que cada uno opine con libertad sobre el ex capitán.
Estas líneas prefiero aprovecharlas para explicar lo que pienso sobre lo que decía ese ex futbolista. Y es que no puede tener más razón.Valencia es la ciudad de los amigos. La prensa se mueve por amiguismos. Todo funciona así. Yo te hago un favor por aquí y tu me lo devuelves por allí. Ese es el pacto que mejor funciona.
Aquí todo lo defendemos o lo atacamos según si al que defendemos o atacamos es de los míos. Ha llegado un punto en el que da igual si se defiende algo justo o injusto. Lo importante es defender al que te cuenta algún chisme. Y eso es lo que sigue ocurriendo en el día a día con la plantilla valencianista. El que contesta a los whatsapp o baja la ventanilla es cojonudo y merece renovar, aunque eso le meta una presión tremenda al club y muchas veces tenga que pagar más dinero del que toca, y los que no hacen caso al primer paso malo reciben palos por miles. Así funciona el negocio.
Si repasan el historial de los últimos años no falla. Los medios más influyentes defendieron a entrenadores, directores deportivos y futbolistas pese a sus continuados errores. Ahora, sin embargo, esos mismos cuestionan todo lo que anteriormente alabaron. Sencillamente porque ahora los que mandan no contestan whatsapp ni descuelgan el teléfono.
Por suerte, ahora la gente tiene mucha más información y muchos más canales para informarse. Sin duda, es una suerte. Porque ahora todos estamos mucho más expuestos y quedamos más retratados. Eso sí, si usted quiere triunfar en esta ciudad no olvide jamás ser simpático con la prensa. Eso siempre funciona.
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