El Lagarto hace terapia para «creer» y dedica media hora a los disparos a puerta
A.GARCÍA y M.C.GALLART
@ANDRESGODELLA y @MCGALLART
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Gol, gol, y gol. Solo se escuchaba esa palabra en Paterna. Salió de la boca de Juan Antonio Pizzi casi cien veces. Ayer todo giraba en torno al gol. En la charla que el técnico dio a sus jugadores en el vestuario y durante el entrenamiento. Por eso el equipo estuvo casi media hora rematando a puerta. Porque el gol es la única llave para remontar la eliminatoria al Basilea y clasificarse para las semifinales de la Europa League. Se necesitan tres para empatar, cuatro para remontar, pero Pizzi ha empezado a marcar el primero antes de empezar. Como decía ayer el técnico argentino a grito pelado: «¡Solo hay gol!».
El Lagarto sabe que es difícil. Es lo primero que les dijo a sus futbolistas antes del entrenamiento. Les reunió en el vestuario para mandarles un mensaje. Quien sabe si el último de la temporada. Su discurso fue realista, pero también optimista. En la ida apeló, sin efecto, a la posibilidad de hacer historia en Europa en sus carreras deportivas con la Liga ya perdida. Ayer tocó el orgullo propio de sus jugadores. «Tenemos que creer en nosotros mismos». «Es difícil, pero podemos hacerlo». «Si el Basilea marcó tres goles en Suiza, ¿por qué no podemos marcarlos nosotros en nuestro campo?». El Lagarto quiso reforzar la moral del grupo. Sobre todo, después de ver la respuesta del equipo en Valladolid. No hubo premio, pero sí un camino para defender mejor, generar ocasiones y llegar al gol.
Pizzi también tuvo tiempo para hablar de lo estrictamente futbolístico. Su experiencia como futbolista le ha enseñado que los primeros minutos en este tipo de remontadas épicas acaban siendo la clave. Por eso ayer le pidió al equipo que Salga «muy fuerte» desde el minuto uno. «Tenemos que salir fuertes desde el inicio». «Hay que salir fuertes para buscar el 1-0 que puede ser clave». «Hay que intentar marcar un gol pronto para ver si tienen miedo». Pizzi sabe que un gol tempranero facilitaría mucho las cosas. Reforzaría la confianza del equipo, crearía un clima inmejorable en Mestalla y podría sembra las dudas del Basilea a pesar de la renta favorable de la ida. El técnico también insistió en la importancia de no encajar gol. Y es que, un tanto en contra de los suizos significaría verse obligado a meter cinco y, por consiguiente, decir adiós a cualquier esperanza de remontada.
Sin embargo, ni Pizzi ni los jugadores piensan en el 0-1. Lo único que tienen entre ceja y ceja el jueves es adelantarse en el marcador. Es el primer objetivo. Pero para eso es necesario afinar la puntería. Los precedentes no son nada buenos. El equipo ha generado ocasiones en la segunda parte frente al Basilea y durante los noventa minutos de Valladolid. Eso sí, nada de eso se ha traducido en goles. Hay ocasiones, pero no definición y Pizzi quiere cambiar esa dinámica. Por eso dedicó media hora del entrenamiento a ello. Los jugadores estuvieron buena parte de la sesión de trabajo disparando a puerta. No solo los delanteros. Le tocó a todos los futbolistas de la plantilla. Incluídos los defensas. Todos bombadearon a Guaita y a los canteranos Jaume y Antonio bajo la atenta mirada del cuerpo técnico. Pizzi no solo se limitó a contemplar los disparos. También participó. Lo hizo a viva voz con gritos de ánimo. «¡Dani, eso tiene que ser gol!», gritaba a Parejo. «El gol Seydou, el gol», decía refiriéndose a Keita. «Gol, gol, gol», «Marco gol, marco gol», «Es gol, es gol», «Gol, Edu», animaba a Vargas. «Hay gol, solo hay gol». Pizzi tenía para todos y cada uno de los que disparaban a puerta. Para los que marcaban, pero también para los que fallaban. «¡Va, va, va!», alentaba cuando un balón salía desviado.
Rufete les motiva
El Lagarto hizo terapia para «creer» y dedicó media hora a los disparos a puerta, pero no fue el único que trabajó en busca de la remontada. El Mánager General, Rufete, aprovechó todos los cruces fortuitos con jugadores que tuvo en la ciudad deportiva para charlar con ellos, motivarles e invitarles a dejarse la vida en el partido del jueves. Rufete desearía tener diez años menos para jugar ese partido a muerte. Esa es la pasión que quiere que tengan sus jugadores. La que merece el Valencia CF.
El Lagarto hizo terapia para «creer» y dedicó media hora a los disparos a puerta, pero no fue el único que trabajó en busca de la remontada. El Mánager General, Rufete, aprovechó todos los cruces fortuitos con jugadores que tuvo en la ciudad deportiva para charlar con ellos, motivarles e invitarles a dejarse la vida en el partido del jueves. Rufete desearía tener diez años menos para jugar ese partido a muerte. Esa es la pasión que quiere que tengan sus jugadores. La que merece el Valencia CF.
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