M. R. | VALENCIA..-
El hundimiento económico del Valencia tras la gestión de Juan Soler ha convertido la vida reciente del club en un teatrillo por el que desfilaron los más singulares personajes. De ahí que la actual búsqueda de inversores no pueda evitar la sombra de los recientes intentos de estafa que hicieron al club transitar entre el escándalo y el sonrojo.
Inauguró el peculiar desfile Inversiones Dalport, responsable directo de la trampa mortal que ha atrapado al Valencia, su Fundación, la Generalitat y Bankia. Aquel misterioso grupo inversor americano, sin rastro en el registro mercantil, con sede en un chalé de Boadilla del Monte, cuyo símbolo era un aguila extraída de un cuaderno infantil para colorear y apoyado en unos bonos falsos, llegó a ser oficialmente dueño del club sin poner un céntimo. Obligó a efectuar la letal ampliación de capital mientras, en una fantasmagórica junta general, su presidente Víctor Vicente Bravo prometía entre abucheos traer 700 millones de euros al Valencia.
Más reciente es la aparición del costarricense Mario Alvarado, dueño de la mercantil Al Oro Valencia, quien llegó a presentarse en la sede de Bankia para comprar el club. Su maniobra quedó al descubierto.
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