LETRAS HERZIANAS
Muchas veces pienso porque las mayores idioteces de la liga se producen sistemáticamente en Valencia. Yo no veo que nadie se atropelle a sí mismo en el Real Madrid. Tampoco me consta que ningún jugador del Barça acabe una noche de juerga metido en un calabozo con otro compañero de vestuario de carabina. Y por su puesto está por llegar que uno del Atleti aparezca con unos colegas que van pegando tiros en la puerta de una discoteca.
Y que decir de la sociedad anónima -que no el club de fútbol- siempre acompañada de chorizos varios, los bingueros Soler y Soriano, y diversos humoristas como Dalport con Víctor Vicente Bravo o el tal Alvarado y sus billetes del Monopoly. ¿Se puede saber porque todas estas cosas juntas solo pueden pasar en esta puñetera ciudad llamada Valencia?
Debe ser un virus que se contagia y hace brotar payasos sin estar el circo. Y debe ser por eso que existen en 2013 personajes como Adil Rami. Porque, sin necesidad de remitirnos a la historia reciente del Valencia, aparece en nuestras pantallas blanquinegras el último caso que roza lo paranormal. Un tipo que dice ser futbolista profesional, pero que ni es profesional ni recordamos cuando fue futbolista. ¿Realidad o misterio?
Un tipo que raja de sus compañeros y su entrenador, y cuando le castigan por su acto de idiotismo, comunica por escrito que podría demandar al FC Valencia. El pobre diablo no sabe ni como se llama la empresa en la que trabaja. Y no me extraña. Tiene la inteligencia más centrada en pasar el día.
Y para completar el esperpento, aparece ayer en aeropuerto de Manises- lógicamente no iba a estar en su casa purgando la pena- para reunirse en el club con sus abogados. Sobre la mesa su sanción, su expediente, sus declaraciones y su futuro. Esto último no había que discutirlo porque ya todo el mundo sabe que está fuera del Valencia. Gracias a Dios.
Y digo esperpento porque, a la salida de la reunión, al abogado de Little Einstein no se le ocurre otra cosa que decir que el Valencia acababa de recuperar su prestigio. Vamos, que todavía el club che tendría que estar agradecido a Rami por los servicios prestados. Hay que tener la cara muy dura o la vergüenza muy lejos.
Se olvida el letrado, que estaba en Valencia porque su representado se cargó de un plumazo la semana pasada todas las normas de disciplina, ética, educación y respeto que rigen cualquier vestuario del mundo. Y encima lo hizo de forma pública, voluntaria y -en mi opinión- tendenciosa. Vamos, con ánimo de hacer todo el daño que pudiera a su entrenador.
Imagino, claro está, que el abogado de diablo -del pobre diablo- no podía decir de lo que pensaba en realidad. Solo hay que ver como acabó la reunión. De amenazar con una demanda, a pedir perdón. De rajar de todo el mundo a tragar primero con la semana que lleva suspendido de empleo y aceptar, encima, una más de sanción de empleo y sueldo. En mi pueblo eso se llama achantarse como que mañana saldrá el sol.
Afortunadamente el show parece tocar a su fin. De aquí a diciembre veremos como se las apaña la entidad -y sobre todo Djukic- para que moleste lo menos posible. Y a partir de entonces, a cachondearse de otro club, a reírse de otro entrenador, y a llamar pelotas a otros compañeros. Pelotas entre los que seguro no estaba Feghouli, por cierto. Sosó, estás nominado…
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