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jueves, 7 de marzo de 2013

Una cascada de emociones



El Valencia y el valencianismo sabía que remontar el 1-2 de la ida era tan complicado como que nadie lo había logrado pero la ilusión superaba a la lógica El orgullo y el carácter del equipo de Valverde no sirvió para superar al inteligente PSG

07.03.2013 | 02:09


Es difícil controlar las emociones y el estado de ánimo durante un partido de fútbol. En los noventa minutos, las expectativas van modificándose minuto a minuto. Las sensaciones solapan a la lógica. La ilusión supera a la realidad. Y así lo experimentó anoche el Valencia y el valencianismo. Remontar la eliminatoria era complicado. E imposible, tal como se demostró. El Valencia lo intentó, pero la lógica lo superó. El orgullo y el carácter no sirvió para ganar al PSG. Tampoco el gol de Jonas. El sueño europeo tendrá que esperar. El equipo pisa el suelo y ya sólo le queda la Liga y alcanzar el objetivo de ser cuartos para sacar el billete que permita volver a Europa. Esa es la realidad. 
A priori, y para los optimistas, la machada era posible si el Valencia jugaba sin complejos. Y lo defendían con un dato: el Valencia no sabe lo que es perder en sus últimas ocho visitas a Francia. Para los pesimistas, remontar un 1-2 en Liga de Campeones era tan difícil como que, en la historia de la competición, nadie lo había conseguido. Pero, ¿por qué no?
En la cascada de emociones que precedió al partido, saber que había que jugar en el Parque de los Príncipes sin Rami ni Costa, provocó alguna que otra decepción; pero Valverde incitó al subidón cuando, en la previa, insistió en que "nuestra obligación es ganar" y que "la historia está por escribir". La lesión de Pereira, horas antes del partido, y la titularidad de Barragán, volvió a congelar las expectativas. Una noria. A las 20,45 horas llegó la hora de la verdad y, la cara de concentración de los jugadores, invitaba a creer. Como el juego que desplegaron de inicio. Pero el objetivo era marcar y colarse en los cuartos. Con paciencia, inteligencia y sabiendo qué hacer en cada momento, el Valencia tomó el control del juego, intimidó al PSG y probó una y otra vez a Sigiru. Pero el balón no quería entrar. Soldado y Jonas lo intentaban pero la suerte, como ocurrió en el partido contra el Levante, le esquivaba. Las agujas del reloj iban pasando, el marcador no se movía y la inquietud era cada vez mayor. Y los nervios de unos jugadores que, de inicio, con todo perdido y nada que perder, se habían mostrado desinhibidos y ambiciosos. El Valencia, que solo había caído eliminado a esas alturas de una competición europea, una vez en los últimos treinta años -contra el Schalke en la 2010-2011-, empezaba a sentir como la eliminatoria se le empezaba escapar. El desasosiego se contagiaba. El miedo al fracaso se palpaba. Hasta que Valverde, en el descanso, llamó al orden e invitó a los futbolistas a disfrutar de la experiencia. Con espontaneidad y sin miedo. Y los futbolistas se lo tomaron al pie de la letra para, en una de esas, llegar el gol de Jonas. Un golazo que se gestó en el robo de un balón en el campo del PSG por parte de Tino Costa y del que Jonas se sacó un latigazo sensacional que entró pegado al palo. Fue el gol -se trató de la primera vez que el brasileño marcó en tres partidos seguidos- de la esperanza. El que volvió a disparar la ilusión. Pero ya se sabe que, cuando todo parece de color de rosa algo lo nubla. De ello se encargó Lavezzi que, tras un rebote, marcó el empate. Otra vez Lavezzi, quién en Mestalla marcó el 0-1. El Valencia seguía necesitando un gol, ahora para empatar la eliminatoria y forzar la prórroga. Pero el objetivo empezaba, a contrarreloj, a diluirse. Y eso que el Valencia se instaló en el área gala para, hacer de esta parcela, su terreno. Pero sin acierto. El milagro no se había producido. La aventura europea de la temporada 2012-013 finalizaba en Paris.


http://www.levante-emv.com/deportes/2013/03/07/cascada-emociones/979869.html

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