El alcalde de Ribarroja, Francisco Tarazona, negociará con todos los propietarios un aplazamiento ante la falta de recursos
C. V. | VALENCIA..-
Porchinos aparece en esta historia como el gran olvidado. Como el aspirante a convertirse un día en la estrella de la película. Hace seis años, en el Ayuntamiento, políticos de uno y otro bando protagonizaron un pleno agitado, con cruce de acusaciones entre unos y otros. El Valencia entraba en la escena de esta localidad, enclavada a pocos kilómetros de distancia de la vecina Paterna.
Pasa el tiempo y en Porchinos no se ha movido ni una piedra. Vive su particular calvario. Naranjos, secano, caminos de tierra, lugar ideal para ciclistas y senderistas que buscan momentos de tranquilidad. Lo que se proyectó en su día como una ciudad deportiva de primer orden es actualmente el típico paisaje valenciano.
Eso sí, todo sigue su curso. El Valencia paga y el Ayuntamiento espera. A ambos no les queda otro remedio. El club tiene que soltar todos los meses el dinero estipulado. Ahí no falla. Por mucho que el Valencia ha estado ahogado económicamente hablando, nunca ha faltado a su cita con Ribarroja. Lo que parece una montaña, el club blanquinegro lo afronta, mal que le pese. El alcalde, Francisco Tarazona, da fe de ello. «En ese aspecto nunca hemos tenido queja. Ellos pagan y cumplen con todos los plazos marcados. Antes era de unos 235.000 euros, cantidad que ahora es menor, ya que abonan 125.000 euros mensuales». Hasta 2014 debe continuar la situación para saldar esos dos millones de euros y pico que todavía faltan por liquidar.
Si lo de Paterna es algo que llega en algún momento a provocar cierta inquietud en el club, lo de Porchinos le produce picores. Pensar en estos momentos en meter las máquinas en Ribarroja es poco menos que inimaginable. Y no sólo por la situación que atraviesa hoy en día el Valencia, sino también por el resto de propietarios de ese casi millón de metros cuadrados que hay.
Después del patinazo de Nozar, no queda otro remedio que poner de acuerdo al Valencia, a los bancos y al resto de propietarios. Ahí es donde empiezan a complicarse las cosas. Igual de apretado que está el club, están los bancos. El BBVA es uno de los que más porcentaje de terreno tienen. El Valencia posee 190.000 metros cuadrados. Hay 16 millones de euros que abonar para satisfacer los gastos de cota cero y lógicamente todos son reticentes a dar el paso.
Es por eso por lo que a Tarazona, como máxima autoridad municipal, le toca entrar en la mediación. «Hace poco más de una semana estuve hablando con Manuel Llorente y me reiteró una vez más que el Valencia vendrá a Porchinos. Es su deseo. El problema es que no saben cuándo. Es lógico porque todo el mundo tiene dificultades económicas. Por eso ahora lo que tenemos que hacer es reunirnos con el resto de propietarios, algunos de los cuales están en pleitos, y negociar una paralización general», señala el alcalde.
Desde Ribarroja consideran que si el Valencia se decidiera a utilizar sus terrenos, eso podría servir de gancho para tirar del resto. En los planes establecidos, hay previstas 2.100 viviendas (en un principio eran mucho más, pero se han ido quedando por el camino) y las escasas posibilidades de sacarlas a la venta hacen inviable que se ponga en marcha esta iniciativa.
Tarazona habla apasionadamente del asunto. «La gente de Ribarroja por supuesto que quiere que el Valencia venga a nuestro municipio. Ojalá vendieran la parcela de Mestalla, eso les daría oxígeno».
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