J. V. Aleixandre
En una situación como la que, de repente y sin venir a cuento, le sobrevino al Valencia en Los Cármenes „el Granada apenas había pisado las inmediaciones de Diego Alves cuando, sin venir a cuento, se puso por delante „ el manual del fútbol es muy claro. Aconseja que el equipo perjudicado en el marcador, ensanche el campo y juegue muy abierto por las bandas para poder quebrar a un rival que, como hizo el cuadro andaluz, trata de neutralizar su inferioridad numérica, amontonando sus huestes por detrás de la linea divisoria para contener al rival y defender su ventaja. Sin embargo, Ernesto Valverde, transgredió el catecismo y optó por otra solución aparentemente más heterodoxa. A saber: echó mano de Néstor Valdez para emparejarlo en el área con Roberto Soldado. Y las bandas siguieron ocupadas por un solo extremo nato, Piatti „en una tarde, por fin, muy inspirada„ y por otro falso exterior, Jonas, que no es del oficio y tiende a irse hacía dentro. En definitiva; entre unos y otros, en el área granadina se arrejuntaban una multitud. Esa densidad no es aconsejable para quien ataca, porque apenas deja resquicios y obtura los caminos que conducen al gol.
Pero el técnico valencianista debió percatarse de la flojera de remos del Granada, un equipo muy débil de cuartos traseros. Así que no sólo no aligeró a su equipo por las alas, sino que sacó toda la maquinaria pesada para atacar por el centro, consciente de que el potencial de los suyos, muy superiores en calidad técnica y en dominio aéreo, acabaría por resquebrajar a sus contrarios, que además actuaban con uno menos. Y así ocurrió.
Otra aparente herejía cometida por el Valencia fue la de sacar los córners en cortito para, de esta manera, arrastrar hasta el banderín a un defensa y dejar más sueltos a sus rematadores. Todo lo cual viene a demostrar que en fútbol no hay fórmulas infalibles y que más vale improvisar sobre la marcha una respuesta inteligente ante un contratiempo imprevisto, que insistir en anticuados cánones irresolubles.
Las ansias de vencer del Valencia hicieron el resto. Porque mientras el Granada ya perdía tiempo desde antes de aparecer por el túnel de vestuarios, el equipo de Valverde salió con una determinación y un carácter ganador que hace tiempo que no se le apreciaba. Con personalidad y decidido a imponer el criterio que en el centro del campo le proporcionaba Dani Parejo, y capitaneado en ataque por Banega, el Valencia puso cerco al área de Roberto, que tuvo que emplearse a fondo ante el constante bombardeo a media distancia al que fue sometido.
Así pues, el remanso de paz de Navidad, Año Nuevo y Reyes, va a contar con su consiguiente octava. Lo cual es de agradecer, después de los ajetreos que vivimos en los últimos tiempos. Pregúntenle, si no, a Manolo Llorente, qué tal le sienta este armisticio. De categoría.
Pero el técnico valencianista debió percatarse de la flojera de remos del Granada, un equipo muy débil de cuartos traseros. Así que no sólo no aligeró a su equipo por las alas, sino que sacó toda la maquinaria pesada para atacar por el centro, consciente de que el potencial de los suyos, muy superiores en calidad técnica y en dominio aéreo, acabaría por resquebrajar a sus contrarios, que además actuaban con uno menos. Y así ocurrió.
Otra aparente herejía cometida por el Valencia fue la de sacar los córners en cortito para, de esta manera, arrastrar hasta el banderín a un defensa y dejar más sueltos a sus rematadores. Todo lo cual viene a demostrar que en fútbol no hay fórmulas infalibles y que más vale improvisar sobre la marcha una respuesta inteligente ante un contratiempo imprevisto, que insistir en anticuados cánones irresolubles.
Las ansias de vencer del Valencia hicieron el resto. Porque mientras el Granada ya perdía tiempo desde antes de aparecer por el túnel de vestuarios, el equipo de Valverde salió con una determinación y un carácter ganador que hace tiempo que no se le apreciaba. Con personalidad y decidido a imponer el criterio que en el centro del campo le proporcionaba Dani Parejo, y capitaneado en ataque por Banega, el Valencia puso cerco al área de Roberto, que tuvo que emplearse a fondo ante el constante bombardeo a media distancia al que fue sometido.
Así pues, el remanso de paz de Navidad, Año Nuevo y Reyes, va a contar con su consiguiente octava. Lo cual es de agradecer, después de los ajetreos que vivimos en los últimos tiempos. Pregúntenle, si no, a Manolo Llorente, qué tal le sienta este armisticio. De categoría.
http://www.levante-emv.com/deportes/2013/01/07/valverde-gana-herejia/964857.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario