TONI CALERO | VALENCIA..-
El multimillonario traspaso de Jordi Alba al Barcelona pone de manifiesto la realidad de un Valencia que vive atrapado en la paradoja. La de un club que no obtiene todo el rendimiento deportivo que quisiera de la cantera, pero que sin embargo ha logrado convertirla en pulmón económico. Paterna es un vivero clave en la supervivencia de la entidad. La jugada no siempre sale bien, como demuestra la marcha gratuita al Barça de dos alevines de 12 años, Enric Martínez y Abel Ruiz. Sin embargo, los 14 millones que deja Jordi Alba en las arcas completan un póquer dorado en el plano económico.
El traspaso del lateral izquierdo, sumado a los de Albiol, Silva e Isco (este último contra la voluntad del club), ha generado 65 millones de euros, más de un tercio del dinero ingresado por el Valencia durante el trienio de presidencia de Manuel Llorente.
Fijo en la selección española, mucho se ha hablado sobre si el Valencia debería haber sacado más tajada por una de las joyas del mercado veraniego, el último emigrante blanquinegro procedente de esa cantera que deja un buen fajo de billetes en la entidad de Mestalla. «Un gran fichaje para el Barça», aventuró ayer Guardiola, extécnico azulgrana. Alba es uno de los tres futbolistas de la selección curtidos en los terrenos de juego de Paterna que hoy juegan la final de la Eurocopa.
Llorente llegó en el verano de 2009 al Valencia con la misión de aplicar una economía de guerra en el club que frenara la sangría presupuestaria. Y una de las primeras decisiones que tomó fue la de vender a Raúl Albiol al Real Madrid. El central se fue a cambio de 15 millones. Era la primera medida impopular que el gestor se veía obligado a tomar, anteponiendo la supervivencia del club a las cuestiones deportivas.
Con la salida de Albiol y el interés de los grandes por Silva, Villa o Mata, arrancaba una nueva vida para el Valencia, convertido en club vendedor por la nefasta gestión de los predecesores de Llorente. Era cuestión de tiempo que los 'bajitos' que hacían soñar a Mestalla cada domingo acabaran dejando el club. Real Madrid, Barcelona o Chelsea aparecían como futuribles 'novias' de los valencianistas. Antes de hincar la rodilla y acabar traspasando a sus mejores futbolistas, Llorente sentaba las bases de la venta y luego los mantenía una temporada más jugando en Valencia. Así lo hizo con Villa o Silva y lo mismo intentó con Mata, aunque en este caso no lo consiguió.
En 2009 el Barça quería pagar 40 millones por Villa, pero el Valencia logró posponer un año el traspaso sin que la oferta azulgrana mermara. Lo vendió en 2010, junto con Silva, a quien también perseguía desde hacía meses el Real Madrid, aunque las reticencias de Mourinho abortaron la operación. El canario llegó a la cantera del Valencia a los 14 años y a los 17 se marchó cedido -primero al Eibar, luego al Celta- para regresar preparado al primer equipo. Convertido en uno de los jugadores más desequilibrantes de la Liga, el Madrid llegó a ofrecer 28 millones, menos de lo que pedía Llorente, lo que abrió las puertas del Manchester City a cambio de 30. Hoy en el Bernabéu se plantean pagar mucho más por él.
El club seguía vendiendo canteranos a precio de oro. Lo cierto es que son pocos los futbolistas que salen de Paterna y logran llegar al primer equipo, así que se puede decir que la factoría del Valencia es más rentable económica que deportivamente. De los 166 millones ingresados por la venta de futbolistas desde la llegada de Llorente, más de un tercio (65) se ha obtenido con canteranos. El penúltimo talento que se llevó el talonario fue Isco, aunque en su caso la voluntad del club era que siguiera... si bien no a cualquier precio.
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