El 4-3-3 empieza a tomar cuerpo

¿Debutará el Valencia en la Liga con el clásico 4-2-3-1 del media punta o lo hará con el 4-3-3 del ´trivote´? Unai Emery quizás todavía no haya encontrado la respuesta durante esta primera etapa de pretemporada, pero sí vuelve a la capital del Turia con mucha información. Negativa, pero también positiva como la de ayer. Y es que, el técnico vasco salió del Stade Velodrome de Marsella, por primera vez en verano, con buenas sensaciones de su 4-3-3. Ese dibujo táctico que ronda por su cabeza desde que se cerró el fichaje del Tino Costa, que ha trabajado durante la pretemporada de Eslovenia y que ayer comenzó a dar sus frutos con David Albelda, Éver Banega y Tino Costa formando un triángulo en la medular. Ayer se perdió 1-0, sí, pero el 4-3-3 ya toma cuerpo y esa fue la verdadera victoria del Valencia ayer en tierras francesas.

Emery salió satisfecho del rendimiento que ofrecieron sus jugadores el pasado sábado en Hannover con el 4-2-3-1 formado por la pareja Topal-Manuel Fernandes e Isco en la media punta. A pesar de eso, el de Hondarribia quiso pulir el nuevo 4-3-3 delante de un rival exigente como el Olympique de Marsella. El resultado fue bueno. El Valencia nunca dejó de ser un equipo competitivo, rocoso y solido con Albelda, Banega y Tino en el centro del campo. El equipo sólo perdió la compostura y el equilibrio con algunas pérdidas puntuales lógicas de pretemporada. Aún así, el equipo consiguió ser un bloque durante los primeros 75 minutos. El tiempo que Unai mantuvo ese 4-3-3 en el partido. Albelda actuó como vértice inferior del triángulo. Dio consistencia al centro del campo con trabajo y se sacrificó para que Éver y el Tino pudieran jugar con mayor libertad en ataque. El de la Pobla Llarga se hizo fuerte en el centro del campo, aunque cometió un par de pérdidas que le pudieron costar caro al equipo. De hecho, una acabó con gol anulado a Niang por manos claras. David vio una cartulina amarilla y pudo ser expulsado con un par de entradas fuertes. Igual de entregados a las labores de destrucción se vio a Banega y al Tino. Éver fue de más a menos. Comenzó llevando la manija del partido y se descolgó en ataque, aunque en la segunda parte cometió una pérdida imperdonable que dejó a Brandao solo. Quizás el mejor fue el Tino. Tocó, trabajó, tuvo menos errores que otros días, dio un buen pase interior a Aduriz y hasta el permitió el lujo de rematar de volea en un saque de esquina botado por Éver.

Los tres se hicieron fuertes juntos encontrando salida por fuera con Feghouli y, sobre todo, con Pablo Hernández, pero aún queda mucho por ajustar. En defensa y en ataque. Y es que, durante muchos momentos, el 4-3-3 se convertía en un 4-1-4-1 que dejaba prácticamente solo a Aduriz. El vasco era una isla y ése es un lujo que el equipo no se puede permitir. El nuevo dibujo se asienta, ya toma cuerpo, pero todavía necesita pulirse.

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