No fue la tarde de los valencianistas. Al menos de los que iniciaron el partido. Se fueron al intermedio con una derrota parcial de dos goles y dejando una pobre impresión en lo que al juego se refiere. No es necesario repetir que los de Emery están empezando a trabajar. Pero el rival era muy flojito. Un equipo peleón, con ganas, con cierto sentido a la hora de ver y tratar de ejecutar el fútbol, pero que en España tendría su techo, y sufriría, en la Segunda división.
Y el Valencia empezó bien. Controlando y mandando. Con Tino Costa batuta en mano y transmitiendo muy buenas sensaciones. El argentino tiene un guante en el pie izquierdo. Desplaza el balón cuando, como y donde quiere. Entre las virtudes que exhibió, destaca por su disparo de media y larga distancia. Pero la concentración no le duró mucho y el equipo lo acusó.
Detrás se daban muchas facilidades y delante no se llegaba nunca con peligro, salvo en el tramo final de este primer acto cuando Aarón se plantó delante del meta local y no acertó. El Valencia se fue hundiendo poco a poco, fue desapareciendo y se pudo ir al descanso con cuatro goles en la saca. Alexis no está. Maduro, no tiene ideas, y Jordi Alba falló en la acción previa al primer gol del Celje.
A los 18 minutos Zajc pudo inaugurar el marcador, solo ante César; lanzó fuera. En el 26, Bezjak se marchó en solitario tras perder el cuero Tino Costa y también con todo a favor imitó a su compañero. Después llegaron los dos goles. Lo dicho, pudieron ser cuatro.
En el Valencia, sólo pinceladas. Lo relatado de Tino Costa, las ganas de Pablo y Feghouli, quienes combinaron en ocasiones con intención, sin acabar la jugada, y Paco Alcácer. Este chaval tiene la portería rival metida entre ceja y ceja. En cuanto tiene opción, de cerca o de lejos, arma la pierna y suelta el zapatazo. Vive para el gol y lo busca con ambición. Y sabe moverse dentro del campo. Resumiendo, no parece un futbolista de 16 años.
Otro equipo
Veinte minutos necesitó el Valencia en el segundo periodo para meterse en el partido. Justo hasta que llegó el gol de Vicente. El nuevo equipo que alineó Emery tardó demasiado tiempo en dar señales de vida. Hasta ese momento, intento tras intento, todos infructuosos. Imprecisiones y errores en la entrega impidieron enlazar jugadas. Era imposible.
Probablemente, el típico cansancio acumulado, pesó en las piernas de los valencianistas. No estaban frescos. Todo lo contrario. Topal no fue el que vimos el pasado domingo. Tuvo el empate a dos (minuto 82) y lo desperdició, y las arrancadas de Joaquín y Vicente terminaban quedándose en amagos. Las iniciaban, pero no las terminaban.
A todo esto, Del Horno volvió a jugar como central. Repitió posición. Y, aunque remotas, a saber si el adiós de Marchena -a pesar de que quedarán todavía cinco centrales- le puede abrir un poquito la puerta del Valencia para quedarse, algo que, hoy por hoy, es una utopía. Pero si no hay ningún equipo interesado...
Banega, por su parte, evidenció falta de ritmo. Está sin fuelle. Y Aduriz, igual que le sucedió el otro día a Soldado, no tuvo acompañamiento. Su garra, sus ganas, le llevan a buscarse la vida por su cuenta, sin éxito. El vasco era el único, al margen de Ricardo Costa, que quedaba por debutar.
El Valencia pone hoy punto final a su trabajo en Eslovenia. Mañana temprano vuela a Hannover, primera parada, para proseguir después hasta Marsella. Tras jugar allí el domingo, vuelta va casa. Queda mucho por hacer.
http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/2010-07-29/valencia-pesan-piernas-20100729.html
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