victoria clara bajo la batuta del maestro ever banega

Fácil triunfo ante un débil Valladolid que debió salir goleado.

El Valencia ganó sin despeinarse. El único sobresalto llegó con la prematura lesión de David Navarro, muscular, la cual le hará perderse los próximos partidos. Pero en la primera aproximación al área visitante, Banega ya abrió la lata. Justo en la frontal, tuvo tiempo de recibir, controlar y posicionarse para el remate, ante la pasividad de los jugadores de Pucela, a los que les faltó aplaudir el tanto del argentino.
Con libertad total de movimientos ante la débil oposición pucelana en defensa, dictó en todo momento el tempo que más le convenía al partido, animándose a pisar área, caer a banda y triangular con Silva.
El Valladolid se vio desbordado por el fútbol de ataque que desarrollaron los 'xiconiuos' durante los primeros compases. Banega ejerció de manera perfecta en su papel de guía del equipo y le dio al equipo un criterio que se echó en falta en el Pizjuán. A pesar del cambio forzado en los primeros minutos de Marchena por el lesionado Navarro, el guión no iba a cambiar y los acercamientos al área iban aumentando en peligro e intermitencia.
Pero fue el Valencia quien aprovecharía las acciones de pizarra. Saque de esquina abierto hacia Banega, que desde el vértice del área centró buscando a Villa. El Guaje descartó la volea en beneficio de un remate en plancha perfecto. Otro buen gol con el que el delantero asturiano cerraba dos partidos sin mojar. Algo habitual para cualquier delantero, pero una sequía demasiado larga para un ariete con la voracidad de Villa. El Valencia se gustó en los últimos minutos de la primera parte. Villar se erigió en el protagonista, rechazando todos los disparos que se le acumularon.
Entre el de la Pobla Llarga y Banega se hicieron dueños del centro del campo. Ni Lázaro ni Borja los vieron. Lástima que los que nunca fallan lo hicieran ayer. Y con reiteración. Mata, bien en lo físico, estuvo mentalmente obstruido. Si le pilla el día bueno, se va a casa con algo más que un hat-trick. Porque después del descanso, el recital de oportunidades se amplio. Y, como antes, se volvió a fallar en exceso.