Villa, Mata y Pablo brindan para la afición de SUPER por unas buenas navidades y un feliz 2010.
Cuando se juntan no hay forma de que estén quietos, son como niños. ¡A ver quién hace la travesura más grande! Villa, Mata y Pablo Hernández tienen química, bastó un cruce de miradas para empezar una relación que ya traspasa las fronteras del césped. Y eso se nota. SUPER ha compartido unos minutos con tres futbolistas que son «la leche», pero no fue nada fácil y realizar la fotografía de los tres brindando acabó siendo un milagro. ¿Tan poco tiempo tienen los futbolistas? No es ese el caso, pero era imposible que estuvieran unos segundos quietos sin que el Guaje le tapara la cara a Mata, o que Pablo le estirara del pelo, cuando no eran Juan y David los que se reían con la cara que ponía Pablo… Son instantes en los que sobran las palabras. Y amenazan con acabar la temporada peleando los tres títulos, no es un cumplido de cara a la afición, están convencidos de conseguirlo si continúan la línea de trabajo iniciada en agosto. ¿Será la liga? ¿La Copa? ¿Volverán a ser reyes de Europa? ¿Vendrán a Valencia con el Mundial bajo el brazo? Como dicen Mata y Pablo: «Con el Guaje en el equipo no hay nada imposible».
Para los dos, Villa ha tenido un papel muy importante en su carrera valencianista. A Mata le bastaron unos días para darse cuenta de que más allá de ser un crack sobre el campo, también lo era como persona: «Nada más fichar por el Valencia, el Guaje nos acompañó a mí a Sunny a encontrar casa por la ciudad. No tenía ninguna obligación, pero se ofreció. Ese detalle me quedó marcado». Para Juan no era nuevo estar lejos de su familia, ya que con 14 años se fue a vivir a Madrid y aunque le costó mucho separarse de su hermana Paula, la verdad es que esa experiencia le sirvió parar madurar a pasos agigantados. A Valencia llegó tras jugar el Mundial Sub´20 con la sonrisa de un niño que nunca ha roto un plato, a pesar que su madre diga que sea un manazas y todo lo que hace bien con los pies lo hace mal con las manos, tener al lado a una de las figuras del equipo, como Villa, le ayudó muchísimo. En los vestuarios de los equipos de élite se multiplican los egos, los recién llegados a veces sufren, sobre todo si están dando sus primeros su carrera, pero el Guaje «es grande dentro y fuera del campo». Lo dice Pablo: «David ha sido uno de los jugadores del vestuario que más me ha ayudado a crecer aquí. Lo considero uno de mis mejores amigos, como a Juan». No es un mensaje gratuito. Nada más aterrizar de Getafe, el medio de Castellón tuvo problemas de adaptación tanto en el vestuario como en el rectángulo de juego, y Villa fue uno de los compañeros que más bola le dio. «Son unos exagerados. ¡Cómo no les iba a ayudar! Cuando un es joven es importante sentirte respaldado en el vestuario por los más veteranos, aunque a mí aún me queda cuerda, eh», puntualiza el goleador asturiano. El ´7´ del Valencia y de la selección también incitó a Mata a que llevara el ´10´ que dejó vacante Angulo a finales de agosto, junto a otros compañeros. «A mí me parece un número que a todo el mundo le gustaría llevar, era el dorsal que llevaba Maradona y hacía cosas increíbles, como quedaba libre…», avisa Juan, hasta que le interrumpe Villa entre risas: «Es un chico diez». No para de bromear. Los dos viajaron juntos en coche desde A Coruña hasta Asturias el pasado domingo para iniciar sus vacaciones, «a Villa lo tengo hasta en la sopa. ¿Sabes a quién tuve al lado el día de mi debut con la selección? Al Guaje, es muy pesado», bromea Juan con Pablo como testigo, que también dispara: «Cuando van a su tierra a pasar unos días les llamas para ver cómo están y hasta les hacen entrevistas juntos. Son unos mediáticos». Rápidamente, Villa coge el turno de palabra para defenderse: «Adivina adivinanza, ¿sabrían decirme con quién comparte habitación Pablo? Respuesta correcta: con Juan Mata». De nuevo las risas se presentan en la sala. La réplica no se hace esperar: «Con quien nos ha puesto Voro, aunque es verdad que nos llevamos muy bien».
Pablo y Mata estaban destinados a ser la sociedad del futuro del Valencia, pero ya son un presente muy sólido. Fijos en el equipo de Unai e internacionales con Del Bosque. ¡Casi nada! ¿Cómo se conocieron? «En un Castilla-Cádiz. Pablo estaba cedido en el equipo gaditano y perdimos 0-1», recuerda Mata remontándose al 20 de enero de 2007, «ese día Pablo estuvo flojito». «¿Flojito? Si marqué el gol de la victoria…», contesta el castellonense. Los dos comparten muchas horas juntos, cada semana suelen reunirse a almorzar, encuentros a los que también se incorporan cuando pueden los padres de ambos: Juan y Alfonso. Los dos siempre han estado cerca de sus hijos, pero nunca les han presionado para que fueran futbolistas de élite, como recuerda Mata; «A mí me llevaban mi padre y mi abuelo a los entrenamientos, nunca me presionaron después de los partidos ni me decían cómo lo había hecho. Era muy pequeño y siempre me apoyaban, durante el partido nunca me decían nada…». «A veces te acercas a algún partido de niños y ves cómo hay padres que están muy encima de ellos, no paran de decirles cosas y al final puede ser contraproducente», añade Pablo. Su padre Alfonso no se pierde un partido de su hijo, y si puede también va a los entrenamientos donde se improvisan muchas tertulias con el padre de Silva y el de Villa: «el mío no para, le encanta hablar de fútbol y no se calla ni bajo del agua», avisa el ´7´. Son tal para cual. David aún no se atreve con una de las aficiones de Pablo y Mata: el golf. De pequeño, a Juan no había forma de quitarle un balón o una raqueta de las manos. Dicen sus padres que era bueno jugando al ping-pong, al tenis o al pádel, pero cuando ganó un curso de toques de pequeñín se veía que iba a ser jugador de fútbol. «Nos sirve para desconectar», dicen al unísono, aunque la verdadera pasión de Pablo son los deportes de velocidad: «puedo decir que gracias a SUPER cumplí uno de mis sueños, como era subirme a un Ferrari». A su amigo Juan no le apasiona la velocidad, sólo para dejar atrás a sus rivales sobre el césped «y después darle el balón a Villa para que la empuje, como siempre nos dice en el vestuario. (Risas) Tras el partido de Génova no paró de repetirnos que debíamos hacer como el portero del Genoa, que le dio el balón», amenaza Mata, pero el ´7´ siempre piensa en el colectivo: «Si marco tantos goles es gracias a mis compañeros, aquí todos perseguimos un objetivo común y este año queremos pelear los títulos hasta el final. Queremos darle una alegría al valencianismo». Con ellos, todo es posible
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