Castigo ejemplar para Miguel

Llorente y Unai se encierran con Miguel,
le transmiten que no tiene futuro en el Valencia y meditan suspenderlo de empleo y sueldo.


Llegó en hora a la Ciudad Deportiva. Conducía su coche. Lo aparcó y accedió al edificio principal, camino del vestuario. Ya en el interior de las instalaciones, de inmediato, Miguel fue llamado a capítulo. En un despacho le estaban aguardando el presidente del club, Manuel Llorente, y el entrenador de la plantilla, Unai Emery. La reunión se extendió por espacio de cerca de media hora, tiempo en que el futbolista tuvo que escuchar palabras muy duras por parte de sus superiores.

Al terminar, Miguel abandonó el despacho sabiendo que su permanencia en el Valencia pasa por lo que resta de la actual temporada. Es decir, no tiene futuro. Tan sólo un presente que no se prolonga más allá del mes de mayo, cuando termine la competición oficial. A partir de ese momento será puesto en el mercado. De hecho ya está en él, pero no hay ofertas. Se trabajará con prioridad en su traspaso, porque nadie está dispuesto a aguantarle otras salidas de tono.

No va más. El Valencia se ha cansado de las correrías de Miguel, pero sobre todo de ver que es incapaz de reconducir su vida, su carrera profesional y su comportamiento, por más advertencias y sanciones que ha recibido. Ayer se le comunicó que el consejo de administración pondrá sobre la mesa en la primera reunión que celebre el incidente en el que se vio envuelto en Lisboa, estudiará lo sucedido y decidirá la sanción que se le imponga. Es muy probable que el futbolista sea suspendido de empleo y sueldo durante un tiempo, que podría llegar incluso a un mes.

Sin embargo, el desenlace final no se producirá en breve. Habrá que esperar. El Valencia quiere recibir información desde Portugal, conocer las diligencias iniciadas por la policía con motivo del incidente, en el que hubo incluso disparos, y comprobar la situación en que queda Miguel después de lo sucedido. Por eso hasta el nuevo año no habrá probablemente veredicto ni pena.

El Valencia, del mismo modo, aprovechará este margen de tiempo para estudiar con detenimiento el contenido del reglamento de régimen interno del club, y prevé realizar algunas consultas a nivel de los organismos oficiales futbolísticos para asegurarse los baremos en los que se puede mover a la hora de imponer la sanción al futbolista portugués.

En este sentido, el convenio que existe entre la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) y la Liga de Fútbol Profesional (LFP) contempla en uno de sus anexos todo lo referente a las sanciones a imponer en función de las faltas cometidas. Establece las máximas y las mínimas. Desde una falta leve a una grave, sin descartar el despido, si diera lugar.

Esta última opción, despedir a Miguel, no se la plantea por el momento el Valencia, principalmente porque se trata de un activo importante de la sociedad, al que se pretende traspasar y obtener así unos ingresos de los que el club está muy necesitado.

En el transcurso de la reunión mantenida ayer por la tarde entre Llorente, Emery y Miguel, el futbolista fue duramente censurado por el presidente valencianista, pero más duro, si cabe, fue el propio entrenador, que no utilizó paños calientes de ningún tipo. Fue muy claro y recriminó al lateral portugués su incapacidad para corregir su modo de vida.

Unai Emery insistió de manera reiterada a Miguel sobre la necesidad imperiosa de que reflexione de una vez por todas, puesto que el primer perjudicado es él mismo. Pero tanto el entrenador como el presidente están ya cansados de advertencias que no sirven de nada, que no asimila el futbolista y dudan de que lo haga ahora, cuando está a punto de cumplir los treinta años.

Por lo que se refiere a las explicaciones de Miguel, aseguró que en ningún caso inició él ni sus acompañantes el incidente, en el que se vieron envueltos, dijo, por una provocación, argumentando en su descarga que estaba de vacaciones. Esto no lo acepta el club, cuyos responsables entienden que el futbolista representa a la institución durante las veinticuatro horas de cada día y debe tener un comportamiento acorde con la imagen que transmite de la entidad.

Ninguna de las partes hizo manifestaciones ayer. Miguel mandó a un empleado que le sacara el coche fuera de la Ciudad Deportiva, ganando el vehículo por la puerta de atrás. Casi a escondidas.