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ORGULLO

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viernes, 7 de agosto de 2015

Nayra, de corazón


Nayra

Hay muchas maneras de definir a una institución deportiva, pero hay frases típicas que nos inundan y que utilizamos en exceso, la mayoría de veces sin sentido, solo porque estamos hartos de oirlas y necesitamos utilizarlas de alguna manera sin casi excusa. Sin ir más lejos está la archiconocida "más que un club". ¿Quien no la ha oído y, a su vez, expresado? Sobre todo para calificar al cub de sus amores. Pero ¿qué es un club? y ¿por qué somos capaces de asegurar que el "nuestro" es más que eso? Tópicos y amores. Los humanos somos muy sencillos, a veces. Y muchas veces.

La definición de "club" es muy básica: grupo de personas con fines comunes que toman parte de actividades recreativas, deportivas o lúdicas. Si te atañes al de uno de fútbol, lo simplificas más: un equipo de fútbol con alguna estructura jerárquica organizativa detrás. Al final son once tíos que tienen que marcar más goles que otros once tíos, en 90 minutos. Fin de la cita. Pero en realidad hay más cosas, y ya no solo te gusta sentirte identificado por unos colores sino que sumas el valor añadido de otras representaciones que te aporta "tu" club, las apariciones de sus embajadores en según qué sitios y en según qué momentos. Y sobre todo el porqué estar ahí y para qué. 

Por desgracia algunos clubes aprovechan su nombre, y la masa social que les sigue deportivamente, para hacer fuerza en ámbitos políticos, lejanos de cualquier objetivo vinculado al deporte en sí. Otros demuestran afinidades e intereses por sus entidades colaboradoras y amigas. La manera obligada de gestionar acciones y asambleas manipuladoras que no permitan al socio cercano el más mínimo movimiento que altere o haga peligrar el mandato del "gran accionista". El problema principal es que el fútbol genera unas cantidades de dinero estratosféricas, tales capaces de montar auténticas campañas devoradoras y matar de un plumazo el placer del "hincha" de sentirse identificado con los famosos valores de su club. Al final es eso: valores. Quieres que tu equipo gane partidos, pero también que la dirección del club lo haga con una filosofía decente y de la que todos nos podamos sentir orgullosos.

Hasta ahora no entraba a concretar en el Valencia CF, porque quería hacer una introducción del concepto de club en el desconcertante fútbol moderno. Pero creo que todos podemos estar bastante contentos de cómo en los últimos tiempos nuestro club nos ha reconquistado con actos de los que sí podemos estar orgullosos y decir bien alto "soy del Valencia". Porque sí es verdad que no solo es cosa de marcar goles dentro del campo, también hay que meterlos fuera, y mostrar a todo el mundo que un club de fútbol puede aportar valores lejos del verde cesped.

Con la llegada de Meriton, y el concepto empresarial entre manos, el objetivo social quedaba entre las primeras necesidades para el crecimiento de la marca VCF. Sorprendía un vídeo colgado por Kim Lim donde la familia colaboraba en labores de recogida de alimentos y ropa, con un Peter mostrando al mundo las bermudas del Valencia. Su humilde, sencilla y silenciosa manera de clamar al mundo "El Valencia también está aquí y os ayuda". Pero sin duda, la aparición de la historia de Nayra en el entorno valencianista, fue el que (para mí) marcó definitivamente un punto de inflexión. Con Nayra yo sí tengo claro que el Valencia es más que un club.

Y lo es porque mira por la gente. La carta de sus padres, a finales de 2014, nos hacía estremecer a todos. La situación desesperada de Jose y Arantxa, agarrados a un único y obligado clavo ardiendo. Lejano. Y caro, muy caro. La vida de una niña estaba en juego, el latido de su corazón cada vez sería con menos fuerza por culpa de una caprichosa y letal enfermedad que les obligaba a mirar, paradójicamente, al país de las oportunidades. Es curioso que en España, a la vanguardia de la medicina, se dieran por vencidos y quedara el caso como algo perdido. Para unos padres oir eso debe ser terrible.

En enero el Valencia dijo "aquí estoy yo" y todos teníamos claro que la operación se iba a poder hacer. Las opciones económicas, de nulas, pasarían a ser  a más que factibles, con un club detrás del tamaño y la capacidad del VCF, y más con el apoyo de Meriton. 700 mil euros es una cifra más que inalcanzable para una familia trabajadora. Hablamos de unas cifras que en circunstancias normales no aspiras a lograr en los plazos necesarios que impone una enfermedad de pronta caducidad. Es necesaria la colaboración de entidades e instituciones que miren más allá de sus intereses empresariales.

Después todo quedaba a espensas de la cirugía, epicentro de todas nuestras esperanzas. Recaudar todo el dinero necesario no era más que un paso para poder viajar a EEUU e intentar lo que aquí parecía no posible. La pequeña Nayra tenía que poner también de su parte. Sus fuerzas y ganas de vivir serían fundamentales. La motivación que podía darle el club y el entorno valencianista (gracias en gran parte por las redes sociales) sería otro punto de apoyo más. 
La portavocía de Manu en Twitter nos iba contando en detalle toda la evolución. Sería un período largo y tenso. Agónico, para unos padres cansados de tanta lucha, pero obligados a mantener la entereza de esa lucha por su hija. 

Nuestro club, que es algo más que eso, se implicó en el caso y dejó claro que no solo de goles va a vivir nuestra entidad. Los valores son, ahora más que nunca, cimientos fundamentales en nuestro día a día. Por él muchos vivimos el caso como si de ua final de la Champions se tratara. Todos estábamos volcados y deseosos de un pitido final con resultado a favor. Sabíamos del partido nada fácil y del rival complicado, pero, como cada temporada, a ilusión no nos gana nadie. Desde España animábamos con fuerza y Manu finalmente nos contó que todo había ido bien, que todo había merecido la pena. Ya solo quedaba descansar y poder volver a casa. La Copa la traían de vuelta. Nayra era el gran trofeo, con vida, con fuerza, feliz..y junto a ella Jose y Arantxa, sus luchadores. Y ahora también Nala! Nala será una inmejorable compañera de vivencias y secretos inconfesables.


Nayra

No sé hasta qué punto la pequeña ha sido, y es consciente, de lo que ha ocurrido y cómo ha ocurrido. Solo su familia y ella misma lo sabrán. Para nosotros, además del positivo desenlace de esta historia es que todos podremos ovacionar a Nayra en persona mientras le da una patada a un balón en el campo que, a buen seguro, ya comienza a sentir como "su estadio" el de "su equipo", el de "su club". Ese club que ejerció de algo más que un club.
Nayra, de corazón: Bienvenida a Mestalla.


Más información: hinchavcf.blogspot.com.es

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