El peaje de los grandes proyectos

ALBERTO SANTAMARÍA. HOY El equipo es joven, del once tipo, la mitad de los jugadores son caras nuevas y, por si faltaba algo, al luso le gusta cambiar de sistema como de calzoncillos...

VALENCIA.

Soy consciente de que las líneas que prosiguen pueden crear controversia en todos aquellos que ‘pierden' unos minutos de su apreciado tiempo en leer aquello que a servidor le pasa de vez en cuando por la cabeza. Me pongo la venda antes de la herida porque mi intención no es la de justificar el mal fútbol que practica el Valencia en muchos de sus partidos lejos de Mestalla. Al margen de los resultados, -los número no son tan malos: 16 puntos de 33 posibles- las sensaciones no son positivas. Nada buenas, me atrevería a decir. El equipo continúa sin encontrar ese patrón de juego que refleje la teórica superioridad de una plantilla con más de 120 millones de euros invertidos en fichajes. No hay excusa que valga para atenuar las derrotas en A Coruña, Málaga o en el derbi contra el Levante. Menos todavía si nos retrotraemos a la eliminación copera en aquellos lamentables octavos de final. Sobre todo, cuando en momentos determinados ha habido falta de actitud, diga lo que diga el entrenador con un micrófono delante. 

Si sacamos del contexto general todos esos compromisos de tan mal recuerdo, llegaremos a la conclusión de que el conjunto blanquinegro tiene un problema importante a la hora de medir sus fuerzas a domicilio frente a rivales de menor entidad. Y a quién piense así no le faltará razón. Sin embargo, me gustaría que hicieran conmigo el ejercicio -a veces complicado- de echar la vista atrás. No se vayan muy lejos, me sirve que entornen los ojos y piensen qué era de su Valencia hace justo una temporada. Dónde estaba, cuáles eran sus perspectivas y dónde tiene puestas sus miras en estos momentos. Quizá la última campaña no sirva como ejemplo de nada, pero eso no evita que sea ése el punto de partida. "El Valencia viene de ser octavo y no lo podemos olvidar", me repite una y otra vez muy buen amigo Conrado. Y qué quieren que les diga, su afirmación es irrebatible. Hoy, por ejemplo, el combinado que dirige Nuno Espírito Santo suma 16 puntos más que a estas alturas de la Liga 2013-2014. Entonces deambulaba por la zona media de la clasificación con 28 puntos y hoy es cuarto con 44. La mejoría es incuestionable.

Un apunte ventajista de un juntaletras cualquiera que lo único que pretende es defender a la figura del técnico. ‘Seguro que te cuenta cosas' estarán pensando alguno de ustedes. Nada más lejos de la realidad. Nunca he cruzado más de dos palabras con Nuno fuera de una rueda de prensa. Y no porque no me gustara hacerlo, sino porque él no es muy amigo de la prensa. Más bien todo lo contrario. Pero confeccionar un proyecto ganador necesita tiempo. Para Peter Lim, cuatro años, la duración del contrato que tiene firmado el máximo responsable de la primera plantilla che. También los proyectos con mucho dinero gastado. Y si no, pregúntense por los resultados de otros clubes con fuertes inversiones extranjeras. ¿Ganó la Premier el Chelsea en el primer año de Abramovich al frente? ¿Y el Manchester City con el aterrizaje del jeque? ¿Y qué me dicen de las temporadas iniciales del París Saint-Germain y Mónaco? Ninguno de ellos lo consiguió. Todos fueron muy irregulares y sólo con algo de margen de maniobra lograron los objetivos. Al magnate ruso afincado en Londres apenas le costó 900 millones de euros que la afición de Stamford Bridge disfrutara de la conquista de la Champions.El City y el PSG, siguen sin ser capaces de llegar a las semifinales de la máxima competición continental y ya les cuento que las inversiones de sendos jeques han sido mucho más elevadas que las del propietario del Valencia. 

Viendo y analizando estos precedentes, llego a comprender que a Nuno le esté costando ensamblar a los suyos. El equipo es joven, del once tipo, la mitad de los jugadores son caras nuevas y, por si faltaba algo, al luso le gusta cambiar de sistema como de calzoncillos. Por estas y por muchas otras razones, el Valencia gana más encuentros por calidad que por táctica. Pero gana. Y a esto no hay que restarle importancia. Hay que darle toda la que se merece. El objetivo sigue siendo el mismo que en el inicio de la Liga: regresar, como sea, a la Champions para formar parte de nuevo de la élite del continente. Y será entonces, con la repercusión del balón de las estrellas rodando por Mestalla, cuando de la mano de Lim, llegarán más caras nuevas, más jugadores de renombre que solidifiquen su apuesta sobre el terreno de juego. A partir de ese momento, los objetivos serán otros, y las exigencias mucho más elevadas, pero antes toca pagar un peaje, el que pagan todos los grandes proyectos. Y el del Valencia, no lo duden, lo es.

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