Al club le preocupa si recuperará el dinero de las sillas
C. V. | .-
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Los desperfectos ocasionados en la zona ocupada por los seguidores del Barça en la final de Copa disputada en Mestalla van a traer más de un dolor de cabeza al Valencia. Para empezar, nadie con dos dedos de frente entiende cómo se pueden causar tales desperfectos. ¿Qué mal habían hecho las sillas? ¿Tuvieron la culpa las butacas de que Messi se paseara durante la hora y media de partido? Parece ser que sí. El problema viene cuando hay que vérselas con el seguro contratado para cubrir los posibles daños. Ahí el club no las tiene todas consigo porque una cosa es el valor real y otra lo que al final acaban pagando las aseguradoras. Más de uno razonaba ayer que el Valencia va a tener que ingeniárselas para no acabar perdiendo dinero con los dichosos cafres.
Visita de un exgranota. Vicente Uriz, quien en su día defendió durante dos temporadas la camiseta del Levante, fue una de las visitas que hubo en el hotel de concentración. Acompañado de su hijo, Uriz no venía a ver a los jugadores blanquinegros. En su caso fue a saludar a dos viejos conocidos, con los que coincidió en su etapa como futbolista. A Voro (ambos jugaron en el Logroñés) y a Pablo Rodríguez, el analista técnico valencianista que defendió como él los colores del Ferrol. Por supuesto se habló de fútbol y Voro puso la pimienta en la conversación recordando irónicamente la visión de juego de Uriz. «Yo era más técnico», presumía Voro ante la sonrisa de Uriz, que mencionaba sus experiencias con Juande Ramos, con Jordi Gonzalbo y con José Enrique Díaz.
Mañana plácida. Si hubiera que poner en un ranking los desplazamientos tranquilos que ha vivido el Valencia esta temporada, el de ayer posiblemente ocuparía los primeros puestos. Entre que la gente se ha reservado para acontecimientos como el de Sevilla y hasta el de Turín, que el hotel en el que estaba alojado el equipo estaba bastante alejado de la ciudad y que son fechas de minivacaciones, pues la mañana en el hotel de concentración fue algo más que plácida y tranquila. Apenas asomaron unos pocos jugadores por la puerta de la recepción.
Del desayuno a la comida. Tampoco hubo tiempo para más tampoco. Tras el desayuno y un poco de tiempo libre, los jugadores tuvieron casi de inmediato la charla previa al partido con Juan Antonio Pizzi y a eso de las doce del mediodía se tuvieron que meter en el restaurante para comer. Lo de jugar a las cuatro de la tarde obliga a adelantar todo el programa habitual.
Sin Rufete. Pese al apretado horario, el protocolo se siguió. Por eso hubo comida oficial con los dirigentes de Osasuna, a la que asistieron Amadeo Salvo, Juan Sol, Miguel Ángel Gil de Pareja y el responsable del departamento de comunicación del club, Damiá Vidagany. En este desplazamiento llamó la atención la ausencia de Rufete, un habitual en los viajes desde que asumiera la dirección deportiva.
Domingo de relax. La plantilla tiene hoy jornada de descanso. Pizzi decidió que sus jugadores regresen al entrenamiento este lunes por la mañana. Hoy más de uno estará pendiente del televisor a ver lo que hace el Sevilla de Unai Emery, que en la recta final de la Liga ha encadenado una serie de resultados que le hacen soñar con estar en la Liga de Campeones el año que viene.
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