Decía Terry Venables, aquel flemático inglés que igual entrenaba al Barça que escribía un relato policiaco, que un buen sistema táctico es aquel que sirve como refugio cuando un equipo no está inspirado. También lo hubiera podido cantar Serrat: «La tarde en la que amenaza chaparrón, resguárdate en el sistema», rezaría la estrofa. Lo cierto es que fuese en verso, o fuera en prosa, eso precisamente es lo que hizo el Valencia ante el Granada; recurrir al sistema táctico para doblegar al rival. Un Granada berroqueño como su entrenador, Lucas Alcaraz que no hace ni la más mínima concesión a la galería, duro de pelar, con sus once jugadores, trabajando a destajo. Un equipo muy complicado, eficaz como la penicilina en tareas de cobertura y hábil como un lince en sus contragolpes. De modo que, cuando en el primer suspiro de la segunda parte, se puso por delante, en efecto, sobre Mestalla aparecieron negros nubarrones y amenazaba tormenta. Fue entonces cuando, lejos de descomponerse, el Valencia se asentó y continuó bregando, tenaz y corajudo, hasta que volteó la situación.
Obviamente, este equipo de Pizzi posee un armazón que antes no tenía, unas ideas de las que carecía y una orientación táctica que jamás le dio su anterior técnico, cuyo nombre recuerdo perfectamente, pero prefiero olvidarlo para siempre.
Este equipo sabe a que juega, y lo transmite al espectador. Conoce sus límites e intenta no sobrepasarlos. Asume sus virtudes y las explota. Con el marcador en contra, supo gestionar esa derrota momentánea de manera más inteligente que el rival administraba su ventaja. Dani Parejoa quien habrá que empezar a llamarle don Daniel, dada su creciente autoridad y la solvencia con la que maneja al equipo; ya está bien de diminutivos volvió a dirigir la maniobra de recuperación. En Keita ha encontrado una pareja estable, experta, sólida, de absoluta confianza. Ambos impusieron su ley y marcaron el ritmo. De manera que el Valencia rescató un marcador que, hace un par de meses, antes de la llegada de «El Lagarto», se le habría ido de las manos. Si este Granada agarra a aquel VCF tan blando de remos y flojo de mollera, le habría zarandeado. Ahora Pizzi ha impuesto orden, aplomo, autoestima y confianza en las propias posibilidades. Este equipo no se parece en nada al del comienzo de curso. El técnico argentino nos lo ha cambiado y las nuevas incorporaciones le han dado la frescura de la que carecía. Incluida la de Paco Alcácer, que andaban desterrado de la titularidad con el anterior gobierno serbio. La progresión sigue. Y de momento, no se divisan los límites. Vamos a ver.
http://www.levante-emv.com/deportes/2014/02/25/sistema-buen-refugio/1083650.html
Obviamente, este equipo de Pizzi posee un armazón que antes no tenía, unas ideas de las que carecía y una orientación táctica que jamás le dio su anterior técnico, cuyo nombre recuerdo perfectamente, pero prefiero olvidarlo para siempre.
Este equipo sabe a que juega, y lo transmite al espectador. Conoce sus límites e intenta no sobrepasarlos. Asume sus virtudes y las explota. Con el marcador en contra, supo gestionar esa derrota momentánea de manera más inteligente que el rival administraba su ventaja. Dani Parejoa quien habrá que empezar a llamarle don Daniel, dada su creciente autoridad y la solvencia con la que maneja al equipo; ya está bien de diminutivos volvió a dirigir la maniobra de recuperación. En Keita ha encontrado una pareja estable, experta, sólida, de absoluta confianza. Ambos impusieron su ley y marcaron el ritmo. De manera que el Valencia rescató un marcador que, hace un par de meses, antes de la llegada de «El Lagarto», se le habría ido de las manos. Si este Granada agarra a aquel VCF tan blando de remos y flojo de mollera, le habría zarandeado. Ahora Pizzi ha impuesto orden, aplomo, autoestima y confianza en las propias posibilidades. Este equipo no se parece en nada al del comienzo de curso. El técnico argentino nos lo ha cambiado y las nuevas incorporaciones le han dado la frescura de la que carecía. Incluida la de Paco Alcácer, que andaban desterrado de la titularidad con el anterior gobierno serbio. La progresión sigue. Y de momento, no se divisan los límites. Vamos a ver.
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