LETRAS HERZIANAS
Tras el belén pre-navideño que se ha montado por la decisión del TSJCV sobre el aval del IVF a la Fundación del Valencia, alcanzamos el siguiente nivel. El turno de las reacciones primero, las reflexiones después, y los hechos que a partir de ahora irán aconteciendo.
Para empezar, escucho al político de rango decir que todo está bien, que acatan lo que digan los jueces, y automáticamente tiendo a pensar todo lo contrario. Demasiado complaciente veo yo al actor principal el día en el que le dan una patada en el culo. Hablamos del mismo Consell que en su día -quiero recordar- ocultó deliberadamente a Bancaja el inicio del proceso judicial para anular el aval que ambas partes habían firmado en 2009. Un asunto tan canalla y flagrante que el TSJ no ha tenido más remedio que dar la razón al banco por indefensión del primer al último minuto.
Pero no olvidemos que cabe la posibilidad, nada descabellada, de que el proceso se pueda reiniciar con las tres partes ya personadas ante el juez, y ahí ya que cada uno defienda la legalidad de sus argumentos. Aunque no vea yo por ahí mucho recorrido.
Dicho lo cual, ¿por qué deberíamos fiarnos ahora de las palabras institucionales de aceptación de la sentencia? Como se suele decir, si me engañas una vez la culpa es mía. Si lo vuelves a hacer el culpable soy yo. Cautela amigos. No me fío un pelo del perdedor.
Luego está el ganador. El Banco, y por extensión el Valencia y su Fundación. Vamos primero los futboleros. Con razón Amadeo Salvo y Aurelio Martinez saltaban del asiento como si de un gol se tratara al conocer la sentencia que devolvía el aval a su lugar natural. Porque si todas las partes cumplen lo hablado en las reuniones previas, habrá fumata blanca. El avalista aceptará avalar sin pataleos, el banco aceptará refinanciar la deuda de la Fundación, y el club tendrá por fin la pata de la mesa que le faltaba para convencer a los inversores que apostar por el Valencia es un negocio seguro. Circulo cerrado.
Y luego está el banco, que salvo nueva vuelta de tuerca jurídica, pasa a tener otra vez, y de forma definitiva, la sartén por el mango; ya puede cobrar. O mejor dicho, ya sabe que puede cobrar. Y de lo hinchadas que tenga las narices con todo este absurdo y tendencioso proceso en su contra dependerá el siguiente movimiento en el tablero de ajedrez.
Así que, partiendo de la base de que un banco lo que quiere cobrar todo lo que se le debe -aunque parezca de perogrullo-, Bankia puede ahora elegir varios caminos; ejercer su derecho de acreedor con unos plazos de cobro ya vencidos y reclamar al avalista, refinanciar a la Fundación sabiendo que vuelve a haber un avalista que siempre podrá pagar en el peor de los casos, o vender. El verbo maldito.
Y parece que el plan será benevolente. Como hasta ahora. Porque nadie a tragado más quina en este asunto que el banco. Una entidad que presta una millonada que no le devuelve nadie, y que encima ve como una de las partes intenta anular el aval para dejarle con el culo al aire y sin sus millones. Bastante talante tiene Bankia con tanta caradura. Así que todo apunta a la refinanciación a largo plazo pactada hace ya dos meses, cuestión fundamental para que Salvo & Martinez puedan llevar a cabo su proyecto de negocio en el Valencia.
Ya solo me falta por resolver una ‘x’ de la ecuación. Ayer mismo, emitíamos en la Gestiona Radio una entrevista que habíamos grabado con Aurelio previamente a la resolución del TSJ. En ella, el presidente de la Fundación afirmaba sin rubor que con la llegada del aval comenzaría el movimiento real de los inversores al estar claro a quien pertenecía la propiedad. Y estaba seguro también que llegarían inversores para el estadio, pero también para comprar el club. “Inversores para todo” nos contaba. ¿Y si eso pasa de verdad que hacemos? Y cuando digo de verdad, hablo de venir con cientos de millones por delante y no con cientos de intereses crematísticos.
¿Se imaginan a la Generalitat negándose a dar entrada a alguien que le libere del aval de los ochenta y tantos millones? ¿Se imaginan a Bankia negándose a cobrar los cientos de millones que se les debe? O lo que es más, ¿se imaginan a alguien invirtiendo solo en el estadio sin interesarse por comprar también la propiedad?
Siento decirlo, amigos, pero esto no ha terminado. Me parece a mí que acaba de empezar de verdad.
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